La desternillante historia personal de uno de los actores más carismáticos y queridos de nuestro país. En la siguiente nota, Cachín cuenta pasajes de su vida no aptos para la pantalla grande.

Por Gabriel Gargurevich Pazos Fotos de Deborah Valença

Son las tres de la tarde y estoy ante la puerta de Tondero Producciones. Está entreabierta, la empujo con la mano y me encuentro cara a cara con Carlos. “¡Qué puntual!”, me dice, pero creo que eso vale para los dos. Mientras recorremos las oficinas rumbo a la terraza, pienso que la manera como saluda a los empleados a su paso podría ser la misma con que se dirigía a sus amigos de la Unidad Vecinal de Mirones, en el Cercado de Lima, donde vivió hasta los 25 años.

Carlos Alcántara

“Este es el momento más importante de mi carrera y de mi mundo emocional”, asegura. 

Pero puede que la familiaridad que se respira en el ambiente me haya llevado a una percepción errónea. Sentados a la mesa en la terraza, dice:
–Broder, ¿te molesta si me quito la camisa?
–Adelante, estamos en verano –respondo al tiempo que me imagino que la vida sería más hermosa si estuviésemos en la playa.
–¡Un chilcano para Gabriel! –grita, bromeando, a un mozo imaginario e inmediatamente me mira con una sonrisa congelada–. Lo que pasa es que de aquí me voy a presentar el tráiler de la película en el concierto de Alejandro Sanz y no he traído otra ropa, y no quiero ir con la camisa toda sudada… ¿Qué crees que diga el pata cuando suba a su escenario? Podría decir: “Ah, qué bacán, un actor peruano, popular, ya, ¿y a mí qué me importa?”.

Lo cierto es que, hasta el cierre de esta edición, a 804,379 personas en YouTube les importa de qué va el tráiler de “¡Asu Mare!”, la película. Según Carlos Alcántara, Ricardo Maldonado –el director– y Miguel Valladares –el productor general–, ya se empezaron a hacer apuestas, a ver si esta será la película más taquillera en la historia del cine peruano. “¡Asu Mare!” es el espectáculo que viene presentando Carlos Alcántara (o Cachín, como prefieran llamarlo) desde hace más de cuatro años, en los escenarios… ¡Y ya lo han visto 450 mil personas!

Todo empezó cuando Jaime Bayly lo invitó a su programa en Lima y le empezó a preguntar sobre su historia familiar, “y el ‘won’ en el suelo de la risa con las historias que contaba de mi mamá, de mi barrio; y la gente en el set estaba en las mismas. Y en los comerciales, Jaime me decía: ‘Tienes que hacer un show de esto, no lo puedes dejar pasar’”. Cachín le hizo caso y nació el guion para el stand up comedy, que ahora se ha convertido en una película –producción de Tondero Films– a estrenarse el 11 de abril.

–¿Crees que estás viviendo el momento más importante de tu carrera? –le pregunto.
–Creo que por ahí va el asunto –dice sacando la quijada como “El Padrino”, de Marlon Brando–. Ha sido todo un proceso… Una de las personas que más influyó en todo esto fue mi esposa Josie. Tengo 26 años de actor y 20 junto a ella ¿En qué iba? Ah, en que siempre me decía: “Tienes que dedicarte a hacer reír a la gente; tú has nacido para brillar en un escenario”. Pero yo probé hacer de galán al comienzo de mi carrera e incluso luego de Pataclaun quise hacer drama y otras cosas lejanas del humor…

–Tu personaje en la película es un chico de barrio cargado de ternura…
–Eso me lo ha dado mi mamá –dice, formando un tejado con las cejas y poniendo la boca como si fuera a silbar–. Mi mamá me ha dado amor, a pesar de todas las vicisitudes. Mi esposa también… En realidad, estoy muy agradecido con cuatro mujeres: mi madre, mi amiga July Naters (creadora de Pataclaun), mi mujer y mi suegra.

Carlos Alcántara

“Estoy en el equipo de fútbol del Club de Regatas; y en el de fulbito, del Totoritas”, nos cuenta. 

De ellas he aprendido muchísimo. Y sigue la lista de mujeres importantes en mi vida, más que hombres… Hubiera querido hablar de mi padre, pero es mi madre la que estuvo presente… Mi universo es más femenino… en un mundo masculino.
–¿Ello ha desarrollado tu parte femenina?
–Totalmente –dice, acomodándose en la silla y sus abdominales se marcan por unos segundos–. Soy peloterazo, me sé defender, tengo todo lo que tú quieras del mundo “macho que se respeta”, pero mi universo siempre ha sido femenino. Mi desarrollo personal va más por el lado femenino, y no estoy hablando de mi opción sexual. Desde chibolo me ha gustado el estilismo, los cortes de pelo, coser, bordar… He hecho pulseras, me he metido a un curso de vitrales, ¡y todas las alumnas eran mujeres!

De hecho, no pierdo las esperanzas de poner un salón de belleza o un centro de estética… De pronto, aparece Miguel Valladares.
–¡¿Qué haces sin camisa?! –aúlla Miguel.
–Es que el café más estas entrevistas terapéuticas, que me emocionan, me dan mucho calor… ¿tienes un ventilador?  pregunta Carlos, chorreándose en la silla.
–Sí, tengo… –dice Miguel y sale de escena.

–¿Has visto cómo me engríen? –pregunta Carlos, está vez dirigiéndose a mí–. ¡Me han hecho creer que soy una estrella! –Enseguida llega una chica con un ventilador que enchufa al lado del actor–. ¡Ahora espero que no me dé una pulmonía, porque sino ya no podré estar ante treinta mil personas esta noche!

–¿Actúas para que la gente te quiera?
–Es una buena pregunta –vuelve a formar un tejado con las cejas y se queda pensativo por unos segundos. Luego habla arrastrando las palabras– En realidad, siempre he querido ser cabeza de algo… Creo que si estoy insistiendo tanto en el mundo de la actuación es porque en el fondo hay un hueco en mí que se tapa con tooodo el público que me felicita en la calle o que me agradece por haberle alegrado el día…

–¿El cariño de la gente es la mayor retribución para ti?
–Eso es lo único que quiero… El dinero que viene con la fama te puede complicar más la vida, frustrándote porque no tienes lo que quisiste tener cuando eras niño, a pesar de que puedes… –Ensaya una voz grave–. Ahora intento decir a los jóvenes que no cometan los mismos errores que yo cometí en la vida; ahora puedo afirmar que lo mío es una misión, ya no una pasión…

–Hubo una frase en la película que me llamó la atención –cojo mi libreta de apuntes y leo–: “A veces uno quiere ser bueno pero la vida no te deja… Y si hay algo peor que perderte a ti mismo es perder a los que te quieren…”. Tu personaje la dice luego de tocar fondo con las drogas, ¿pasaste por lo mismo?

–Sí –dice mirando sus sandalias–. Si no hubiera sido tan frágil no hubiera caído en drogas, pero la película toca ese tema solo un momento… Si lo he vivido, en mayor o menor medida en comparación con el personaje, no importa, no voy a dar detalles… Hay miles de cosas de mi vida que no puedo contar en el cine,
al menos no todavía… Hay que ir de a pocos…

Carlos Alcántara

De su esposa, Josie Lindley, dice: “Es una mujer muy bella, pero a mis 48 años no soy celoso, para nada”. 

–¿Te ha costado mucho madurar?
–Me he demorado un huevo en madurar. De hecho, todavía estoy en proceso –advierte con una mirada cristalina. Un sonrisa ilumina su rostro y continúa–: ¡Tremendo manganzón! ¡Así me decían mi madre y mi mujer! El ego, en su aspecto más perjudicial, no me ha dejado madurar como es debido. ¡Siempre estaba yo ante todo! Pero ahora eso está cambiando…

–¿Josie te ha soportado muchas cosas?
La pregunta parece haberlo despertado de una siesta.
Responde:
–Sí… ¡Sí, claro! Creo que ella es una santa, porque yo soy una persona difícil, aunque no lo parezca, me contradigo mucho, soy muy desordenado en mis actos y en mis pensamientos… Josie me ha perdonado un montón de cosas, pero no viene al caso hablar de eso porque es un tema muy personal… Pero duermo tranquilo…

–¿Nunca se te ha mandado alguna fan?
–No, no. Nadie. –Su voz adelgaza y habla más rápido–. Creo que le quedó bien claro a todas que no soy ese tipo de hombre y que tengo una maravillosa mujer que no entra en vainas.

–¿Estás enamorado de Josie?
–Totalmente –dice haciendo un pequeño y violento movimiento con los hombros–. De Josie, de mis hijos, de la casa… Ahora sueño con regresar a mi casa, ¡antes soñaba con no regresar a mi casa! Antes de estar con Josie adoraba la noche, ¡amanecer en otra cama! Claro, eso sucede cuando uno está en la carrera infernal de hacerse daño… Para salir de todo eso he tenido que sacrificar a muchos amigos que hasta ahora están en lo mismo…

–En la película, tu personaje tiene una fascinación por las fiestas y la gente fuera del barrio de Mirones…
–Eso está inspirado en la realidad y grafica un poco cómo conocí a mi esposa, ¡que es de otro mundo! Mi mamá siempre hablaba de gente blanca… Desde que era chiquito, mi mamá miraba a algunos niños en la calle y decía –empequeñece su voz y achina los ojos, emulando a su madre–: “¡Míralos qué lindos, todos rubios, parecen unos angelitos!”.

–Tú podrías ser un italiano perfecto…
–¡Por eso, cuando iba a las fiestas en Miraflores o San Isidro, les decía a las chicas que me llamaba Giuseppe Riccetti! Me sentía muy mal de no tener un apellido extranjero, de no haber nacido blanco y rubio… Decía que estudiaba en el Markham, que vivía en San Isidro, y me metía en estúpidas situaciones…
–Se apoya en la silla, un par de segundos, como si se fuese a levantar para una pelea y sigue–: ¡Ahora, cuando me preguntan en qué colegio he estudiado digo con orgullo: primaria en la Santísima Trinidad y secundaria en la Gran Unidad Escolar Hipólito Unanue! Eso es lo que trato de decir en la película: no importa de dónde vengas ni el color de tu piel, sino aprender a vivir en fraternidad…

–Como viviste con tus amigos del barrio de Mirones… ¿Alguna vez fueron juntos al burdel?
–Claaarooo. Pero estamos hablando de toda una generación que iba al burdel… Fui una vez, la primera vez que tuve sexo, y me fue pésimo… Soy demasiado frágil y sensible para ese mundo tan frío…  Miguel Valladares ha regresado y está orbitando en la terraza, justo cuando Carlos acaba de decir lo anterior. Cachín se dirige a él con una mirada asesina:

–¿Qué cosa quieres?
–Nada, saber cómo les va –responde Miguel, con una risa trémula.
–Ya, nos va bien, ¿nos puedes dejar solos?
–Tranquilo –dice Miguel.

Entonces, el actor se agacha un poco y me habla con la mano alrededor de los labios, mirando de reojo a Miguel:
–No te preocupes por… Yo lo conozco… Miki escucha la palabra “sexo” y me mira asustado… Miguel consigue reponerse y le dice a Carlos:
–¡Cuéntale unos chistes al hombre para que se ría! ¡Tiene que ser una nota divertida! Cachín lo mira como cuando Don Ramón le quiere pegar al Chavo y suelta:
–¡Yo no soy Jason Day, Renato Rossini o Christian Meier!

Ricardo Maldonado, Miguel Valladares y Carlos Alcántara

El director de la película, Ricardo Maldonado, y los productores generales, Miguel Valladares y Carlos Alcántara. Un buen equipo

Y así, Miguel Valladares sale de escena. Y yo sigo con mis preguntas:
–¿Te estás sofisticando con los años?
–Sofisticándome, no. Quizá ahora me preocupa más cómo vestir para ciertas ocasiones… Si tengo la oportunidad de viajar, me gusta comprarme ropa de marca. ¡Eso no está mal, porque de chibolo siempre quise tener ropa de marca!

Ahora disfruto más de un buen vino, de la gastronomía y del arte en general, pero tengo que decir que en mi barrio es donde me siento el hombre más libre y feliz. Son las cinco de la tarde cuando salgo de Tondero Producciones. Si camino bordeando la Huaca Pucllana, llego en cinco minutos a mi casa, donde ahora quiero estar. Pero debo ir a una reunión de trabajo para definir la producción fotográfica que haremos con Carlos. Así que lo tomo como una paradoja más de la vida y paro un taxi con entusiasmo.

Producción y estilismo: Pepe Torrejón.
Asistenta de producción: Paloma Ojeda.
Agradecimientos al Bar Piselli de Barranco.