Hace cinco años Isabel Presyler sorprendió al mundo con un nuevo amor: el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Apenas habían transcurrido seis meses desde la muerte de quien fuera su esposo por casi tres décadas, el político español Miguel Boyer. Entre tanto, el escritor seguía casado con su compañera de toda una vida, Patricia Llosa. Un romance que dio mucho que hablar en su momento y que ahora encarna la perfecta comunión entre el glamour y la cultura.
Por Redacción COSAS
En junio de 2015, una portada de la revista «¡Hola!» confirmó la relación entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. Solo medio año después de la muerte del exministro de Economía y Hacienda Miguel Boyer, la socialité dio un inesperado giro en su vida. Cuando todo parecía indicar que abandonaría los focos para vivir su viudez en reserva, un nuevo romance la devolvió a la primera plana rosa. La unión de la célebre «Reina de Corazones» y el Nobel de Literatura dejó a todo el mundo atónito. El círculo intelectual, incluso, apuntó contra el autor de «La ciudad y los perros» y Preysler, y más de uno se animó a dispararles con sorpresa e ironía.
Desde entonces han protagonizado muchos episodios mediáticos. Al inicio, como siempre ha sucedido con los asuntos sentimentales de la filipina, la presión de la prensa fue casi insoportable. Todo lo que hacía la pareja saltaba a las revistas de papel couché. No obstante, con el transcurrir del tiempo, Mario e Isabel han logrado canalizar la atención de los medios y llevar su relación a otro nivel. En su más reciente aparición, por ejemplo, a inicios de octubre y con motivo del décimo aniversario de la concesión del Premio Nobel de Literatura, Vargas Llosa le declaró públicamente su amor.
«Quiero agradecerle a Isabel, a su compañía, a su presencia, esos años maravillosos que me ha hecho pasar a su lado y que han renovado en mí muchísimo esa vocación que creo que es la mejor cosa que me ha pasado en la vida. Muchas gracias Isabel», dijo el novelista al concluir su discurso. Preysler, sentada en primera fila y cumpliendo con todos los protocolos de seguridad, rompió en aplausos. Sin duda, uno de los momentos más emotivos que nos ha podido regalar la pareja.
Los inicios de una larga amistad
Mucho se ha especulado sobre cómo empezó la relación entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. Lo cierto es que se conocen desde mediados de los años ochenta, cuando la filipina realizaba entrevistas a celebridades como Clint Eastwood y Robert Redford para la revista «¡Hola!». Cuando conversó con el escritor peruano, se encontraba trabajando como profesor invitado en la Universidad de Princeton en New Jersey y preparaba el estreno en Madrid de la obra de teatro «La Chunga».
Isabel se trasladó a Estados Unidos para poder entrevistarlo y, parece ser, que el autor de «Conversación en La Catedral» quedó encantado con la entonces marquesa de Griñón. El verano siguiente el matrimonio Vargas Llosa coincidió con Preysler y Boyer en Marbella, un año después de la dimisión del ministro y de la separación de la socilité y Carlos Falcó. Entre el político y el novelista surgió rápidamente una amistad.
En 1990 la pareja fue protagonista de un terrible rumor. Se habló de un intento de suicidio por parte del exministro después de haber descubierto una infidelidad de su esposa con el escritor. Sin embargo, el rumor pronto fue desmentido y el nombre de Vargas Llosa dejó de asociarse al de Preysler hasta meses después de la muerte de Boyer.
Según contarían más tarde, fue en una de las fiestas de Porcelanosa donde surgió el amor. Mario e Isabel compartieron hotel y su habitación estaba contigua. El antiguo interés del autor de «La casa verde» por Preysles se reavivó, y le aseguró a sus amigos: «esta vez no voy a esperar treinta años».
Tormentosa guerra con la prensa
En marzo de 2019, la pareja concedió una entrevista exclusiva a COSAS donde reveló las dificultades de vivir un amor entre paparazzi. En esa oportunidad, Isabel narró que unos fotógrafos los captaron en la casa de Enrique Iglesias en Miami, donde pensaban pasar una Semana Santa en absoluta privacidad. Las fotos que dejaban al descubierto el romance acabaron en el despacho del director de una revista del corazón.
«Le dije al editor que ya estaba cansada de esto. La gente acababa de estar liándome con el presidente del Real Madrid Florentino Pérez y yo no quería empezar de nuevo con otro rumor», confesó Preysler. «Lamentablemente, no tenía manera de detener la publicación de las fotos. Al final, lo que nos salvó fue que la terraza de Enrique está techada. Puede parecer una tontería, pero ese detalle es una diferencia importante: Si un juez llegaba a considerar ese lugar como un interior de la casa, podría acusar a la revista de atentado contra la intimidad y condenarla a pagar una indemnización millonaria. Quizá el editor hizo sus consultas legales y por eso prefirió no arriesgarse a publicar las fotos», explicó.
Pero esa no fue la última vez que los captaron juntos así que al saber que los rumores eran inminentes, Isabel recurrió a su revista de confianza para hacer pública su relación.
Una apacible vida en pareja
Los contratiempos iniciales pronto dieron paso a felices vivencias. Su primer verano juntos públicamente estuvo lleno de escapadas románticas a destinos como Lisboa, Oporto, Bruselas, la isla de Mustique y la Costa Azul. Posteriormente, en su estadía en Madrid, se han dejado ver a menudo en cenas con amigos o citas culturales, desde la presentación de libros hasta las puestas en escena del Teatro Real.
A la fecha, la pareja vive en la exclusiva zona de Puerta de Hierro, en Madrid. Concretamente, en la casa familiar de Isabel a la que el intelectual se trasladó al poco tiempo de iniciar su relación. Ambos viven con Tamara Falcó, la hija de Isabel y el recientemente fallecido marqués de Griñón, y reciben asiduas visitas del resto de la familia. Así, durante el confinamiento fueron a verlos Ana Boyer, su esposo Fernando Verdasco y su pequeño hijo Miguel, de un año.
Pero incluso este año marcado por la pandemia Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler no han dejado de viajar. En febrero pasado disfrutaron de un fin de semana en Berlín, donde celebraron San Valentín. Ahora mismo podrían estar planeando su próximo destino vacacional. A fin de cuentas ya nada les impide pasear su amor por el mundo.