Hay multimillonarios que encuentran la felicidad en las pequeñas cosas de la vida y prefieren ahorrar las cuantiosas sumas de dinero que generan sus empresas. En esta nota, conoce a seis de ellos, dueños de grandes corporaciones que prefieren vivir una vida austera.
Por Redacción COSAS
¿Qué es lo primero que haría una persona tras convertirse en millonario? Las respuestas pueden variar pero el común denominador de todas radica en gastar el dinero. Comprar una gran casa, realizar el viaje soñado. Sin embargo, hay quienes tienen la fortuna de contar con varios millones en su cuenta y deciden ahorrarlos y disfrutar de una vida modesta.
Warren Buffet
Principal inversionista de Berkshire Hathaway
Warren Buffet es, quizás, uno de los hombres multimillonarios que ostenta la cifra más grande en su fortuna. Aunque el valor de la misma está estimada en más de 111,000 millones de dólares, Buffet sigue viviendo en la misma que casa que compró en 1958.
La propiedad le costó 30,000 dólares hace más de 60 años, sin embargo, el inversionista ha declarado que «no la cambiaría por nada».
Su casa no es lo único modesto en la vida de Warren, quien también admite que prefiere desayunar en McDonald’s, donde los precios no alcanzan los cinco dólares.
Mark Zuckerberg
Fundador de Facebook
Otro millonario que apuesta por alimentarse en Mc Donald’s es Mark Zuckerberg, cuya foruna se estima en 71,500 millones de dólares.
Zuckerberg no viste trajes caros, prefiere llevar polos básicos y complementarlos con jeans, que aunque valen más que un jean convencional, no alcanzan las cuantiosas cifras que se paga por prendas firmas de lujo.
En los inicios de su imperio, el CEO de Meta condució un VW Golf GTI, valorizado en 31,500 dólares. Con el pasar de los años cambió de carro y ahora se transporta en un Honda Fit, un auto mucho más económico que el que poseía antes.
Su casa, ubicada en Palo Alto, le costó 7 millones y aunque es un precio bastante superior a la de Warren Buffet, es considerado «bajo» en comparación al valor de las casas de estrellas de Hollywood.
Amancio Ortega
Fundador de Zara
Zara es un imperio global que ha revolucionado la moda, por ello no sorprende que su fundador, Amancio Ortega, tenga una fortuna que ronda los 58,000 millones de dólares.
A pesar que con esa cantidad podría comprarse una lujo mansión, Ortega prefiere vivir en un apartamento. Tampoco prefiere los grandes banquetes por lo que a diario, toma desayuno en una cafetería local.
Sus almuerzos los disfruta junto a sus colaboradores en el comedor de la empresa. Y, a pesar de poseer un jet privado, el empresario casi no viaja en él y, por el contrario, opta por hacerlo en viajes comerciales.
Bill Gates
Fundador de Microsoft
Superando a Warren Buffet, la fortuna de Bill Gates alcanza los 125,000 millones de dólares. A pesar de la cuantiosa suma, Gates prefiere reducir los costos en su vida para donar la mayor parte de esta a obras benéficas.
“No me gusta gastar mucho dinero en ropa o joyas”, sostiene el hombre detrás de Microsoft que, incluso, admite lavar él mismo sus platos.
Además, según se ha revelado, cuando Bill deje de existir, sus hijos solo recibirán una pequeña parte de su fortuna y se presume que todo lo demás sea donado a su fundación o a otras organizaciones benéficas.
Ingvar Kamprad
Fundador de IKEA
El fundador de IKEA, Ingvar Kamprad fue uno de los europeos más ricos. Sin embargo, eso no lo hizo despilfarrar su dinero. Al igual que Amancio Ortega tenía un jet privado que no usaba, pues prefería viajar en clase turista.
Vivió desde 2013 en una modesta casa de un piso, condució un Volvo, tomaba el autobús y tenía la costumbre de ir a su empresa y comer junto a sus colaboradores en el comedor.
Karl y Theo Albrecht
Fundadores de Aldi
Karl y Theo Albrecht demostraron ser ahorradores desde el nacimiento de su imperio, la cadena de supermercados Aldi. Sus reuniones de altos directivos se realizaban en medio de la oscuridad para consumir la menor cantidad de electricidad posible, aminorar costos y así ofrecer los mejores precios a sus consumidores.
Esa fue la clave de su éxito que hizo que, aun después de la muerte de sus fundadores, sus herederos siguieran administrando bien las millonarias sumas heredadas y que Aldi sea una de las cadenas con menos deudas a nivel mundial.
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