Micaela Chirif sido invitada a participar en el Festival White Ravens, que organiza cada dos años la prestigiosa Biblioteca de Niños y Jóvenes de Múnich. En el marco del festival, que se realizará en julio, habrá una charla, en alemán y español, para hablar sobre su obra en el Instituto Cervantes de Múnich. La prensa internacional ha dicho de su obra que desafía y es un ejemplo de respeto por la infancia.

Por Gabriel Gargurevich Pazos 

Micaela se emociona sin estridencia, con elegancia, cuando dice que ha sido invitada a participar en el Festival White Ravens, que organiza cada dos años la prestigiosa Biblioteca de Niños y Jóvenes de Múnich. Será la única latinoamericana presente, junto a escritores e ilustradores de Alemania, Reino Unido, Países Bajos, Estados Unidos, Japón, Noruega, Portugal, Bélgica y Eslovaquia. “Va a ser en un castillo, uno de verdad”, dice riendo suavemente. Para el festival, cada año la institución alemana hace una selección de los mejores libros del mundo, y tres de los libros de Chirif han sido elegidos para ser parte del catálogo de White Ravens: “Buenas noches, Martina”, “Desayuno” y ‘Dentro de una cebra’.

“White Ravens significa ‘cuervos blancos’. Y los cuervos blancos son muy difíciles de encontrar. Ese es el sentido de esta selección, tiene que ver con hallazgos”, precisa la escritora de libros de poesía ilustrados, de libros-álbumes, de literatura infantil que conmueve también a jóvenes y adultos. “¿Es tu trabajo un trabajo raro, Micaela?”, le pregunto, sentados los dos en un sillón blanco, en el departamento en San Isidro donde vive con el lingüista y poeta peruano Mario Montalbetti, con vista a un frondoso parque, rodeados de arte. “¡Más raro es ser congresista!”, responde, sin perder la sonrisa.
En todo caso, dice, debería haber más escritores y escritoras que se dediquen a este ámbito de la literatura, “en el Perú, este mundo es pequeñito”. Ha escrito alrededor de veinticinco libros, muchos de ellos premiados internacionalmente; publica de dos a tres libros al año, siempre acompañada de los mejores ilustradores del mundo, tan premiados como ella. En sus obras, el texto y la imagen van narrando la historia juntos. “Si lees la Caperucita Roja sin las imágenes, se entiende. En el tipo de libros que yo hago, la historia se cuenta como en un guion audiovisual, donde las imágenes aportan, complementan lo que se dice en el texto, añaden a la narración. La literatura infantil no es banal, o no debería serlo. Muchas veces se trata a los niños como idiotas, y se cree que escribiendo con diminutivos y poniendo maripositas en las páginas ya se está haciendo literatura infantil. Los buenos libros para niños gustan también a los adultos. Es muy raro definir a la literatura por su destinatario. Los niños no son solo niños, son personas, ante todo, y el libro que tú haces para ellos va a significar una experiencia estética importante, va a formar su gusto”. La trayectoria de Micaela es impresionante. Intentaremos resumirla a continuación.

Con “¡Más te vale, mastodonte!” ganó el concurso de álbum ilustrado ‘A la orilla del viento’, que convoca el Fondo de Cultura Económica. “Dentro de una cebra” obtuvo una mención de honor en el Talking Pictures Award, que concede la New York Rights Fair. Ha recibido el Premio Fundación Cuatrogatos y el Premio Catedra de Leitura UNESCO Rio, por “¿Dónde está Tomás?”, libro que fue seleccionado entre los treinta mejores publicados en Brasil en 2019, y que ganó la Medalla Colibrí de IBBY Chile 2016. En octubre de 2019, obtuvo el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños por su libro “El mar”, cuya traducción al alemán fue seleccionada entre los recomendados del Premio Guggenmos, que otorga la Academia Alemana de Literatura Infantil. En 2022, su libro “Cristina juega” fue incluido en la lista de libros Altamente recomendados de Fundalectura y resultó ganador de Los mejores del Banco del Libro. Ese mismo año, su libro “Una noche sin dormir” fue elegido por la Biblioteca Pública de Nueva York entre los diez mejores libros para niños en español. El mismo libro forma parte de la Selección del Premio Internacional Chen Bonchui (China).

La vida como la muerte

“No tienen cerebro ni corazón ni sangre, y si pierden alguno de sus brazos por el ataque de un depredador, son capaces de regenerarlo. Los brazos les sirven tanto para comer como para desplazarse. Al final de cada brazo tienen un pequeño ojo primitivo que, aunque no ve muy bien, las ayuda a mantenerse cerca de los lugares donde encuentran su alimento. Debido a su forma, pueden moverse en cualquier dirección sin necesidad de darse la vuelta, como hacemos las personas”. Así describe Micaela a las estrellas de mar en su libro “Animales peruanos”. En “Una canción que no conozco”, un libro ilustrado por Juan Palomino, ganador del Premio Internacional de Ilustración Bologna, brinda a su prosa un tono más melancólico; empieza así: “A veces me llama por teléfono un amigo muerto desde hace años. A pesar de lo que podría pensarse, la conversación es bastante normal”.
Y aquí habría que detenernos un momento. “Una canción que no conozco” –incluido en la Lista de Honor de IBBY Internacional en 2022, en la categoría de escritura– nace de un poema que escribió luego de la muerte del gran poeta peruano José Watanabe, con quien convivió durante siete años. “Su muerte fue terrible para mí. Escribir poesía me ayudó mucho a hacer el duelo, eran poemas relacionados con la muerte”, dice la escritora. Pero no solo fue la poesía lo que la ayudó a salir adelante.
En el último año de su vida, José Watanabe empezó a escribir libros para niños. “Poco antes de su muerte, me contó el argumento de un libro que tenía en mente, y luego murió muy rápido. Yo estaba devastada. Tiempo después, sentí una pena enorme por esa historia que me había contado, y me dije que ese libro debía hacerse. Yo nunca había escrito un libro para niños, solo había publicado poesía, pero decidí escribir el libro con la idea de José. Se tituló ‘Don Antonio y el albatros’ y se firmó con su nombre y con el mío”.
Es interesante que, le digo a Micaela, su muerte te haya dado vida como escritora de literatura infantil. Micaela sonríe con melancolía y mira hacia la ventana del departamento, por donde entra la luz del sol de la mañana. “Fue como una herencia. Yo nunca había imaginado escribir un libro para niños, menos que iba a dedicarme a eso. Pero escribí este libro y luego se me ocurrió una historia, y luego otra, y me encantó. No podría seguir escribiéndolos si no me gustase tanto”. “Don Antonio y el albatros” fue el primer libro de literatura infantil que escribió
Micaela, y fue editado por una editorial peruana. La mayoría de sus siguientes obras han sido editadas en países como México, Colombia, Argentina y España. Ha sido traducida al coreano, alemán, italiano, japonés, inglés, euskera, portugués y francés.

La lengua sirve para lamer el plato

Portada de “Sabor”, el último libro de Micaela.

“El mar” es un libro al que le tiene mucho cariño. Se publicó en 2020 con el Fondo de Cultura Económica de México. Los reconocidos ilustradores mexicanos Armando Fonseca, Amanda Mijangos y Juan Palomino trabajaron con ella en esta delicada, minuciosa y conmovedora obra de arte. “Fue curioso que los
tres ilustradores hayan querido participar en el libro. Lo pensé como un libro-álbum, a partir de preguntarme: ‘¿Qué forma tiene el mar?’”, dice Micaela. El libro no es solo trascendente por sus ilustraciones, sino también, cómo no, por lo que ahí está escrito. Micaela dedica un poema al cielo, al pulpo, a la ballena, a la sirena, a los peces, a las estrellas, a las nubes, al pescador, al tigre, al río, al mar… ¿Al tigre? El tigre también se puede vincular al mar. Veamos, o mejor, leamos: “El tigre no conoce el mar / El tigre camina entre las flores / Las flores no son peces / Las flores no tienen escamas / Las flores no se llaman merluza / Ni pejerrey ni corvina ni lenguado / El tigre no se llama tiburón / El tigre no tiene una aleta en la espalda / El tigre tiene sed / El tigre se acerca al río / El río corre entre las flores / El tigre bebe del agua que corre / Y se pregunta / A dónde irá el río a parar”.
Los libros de Micaela suelen tomar rutas insospechadas. Su último libro se titula “Sabor”, aún no llega al Perú y ha sido editado por Océano Travesía, de Editorial Océano. “Lo han editado en México, pero se imprime en España”. En esta obra ha trabajado con el artista italiano Andrea Antinori –también ganador del Premio Internacional de Ilustración Bologna–, y con el reconocido crítico gastronómico español Ignacio Medina. “Siempre se escribe sobre gastronomía, pero nunca sobre el sentido del gusto. Este es un libro informativo para niños. Ignacio Medina aportó información científica, relacionada con la experiencia del sabor”. “Sabor” se abre con una gran lengua ilustrada a toda página al lado de un texto que dice así: “La lengua sirve para hablar, / para comer helado, / para hacer muecas, / y, a veces, para lamer el plato”.
“Libros informativos para entender el mundo”. Así se tituló un conversatorio internacional en el que recientemente participó Micaela, a propósito del lanzamiento de “Sabor”, en la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Me enteré de esto al ver una historia de Instagram de la autora, una semana después de entrevistarla en su departamento en San Isidro, cuando ella se encontraba en Bogotá. Le escribí diciéndole que es un estupendo título para un conversatorio sobre su obra, y ella me responde compartiendo conmigo una nota de la revista “Diners” de Colombia donde se puede leer que “la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, la peruana Micaela Chirif y la argentina María Teresa Andruetto son tres destacadas escritoras que han dejado su huella en la literatura contemporánea y que harán parte de la celebración de los treinta y cinco años
de la Feria Internacional del Libro de Bogotá –FilBo 2023–, del 18 de abril al 2 de mayo”. A propósito de su libro “Cristina juega”, la periodista colombiana autora del artículo, Isabel Calderón, escribe que es “un libro con textos e ilustraciones que desafían y que, por lo tanto, son un ejemplo de respeto por la infancia, un reconocimiento de la capacidad de observación de los niños, que entienden algunos juegos de las artes mucho mejor que los adultos”.
Micaela también compartió conmigo una noticia que tiene que ver con el Festival White Ravens: el 17 de julio, en el Instituto Cervantes de Múnich habrá una charla en alemán y español para conversar sobre su trabajo.
Solo queda alegrarse y felicitarla por sus triunfos. Las presentes y futuras generaciones, en el Perú, en el mundo, se lo agradecerán.