Puno, ubicado a orillas del lago Titicaca, es un paraíso listo para ser descubierto. La tradicional Fiesta de la Virgen de la Candelaria, a inicios de febrero, es la excusa perfecta para planear una escapada a la Ciudad de Plata, un destino con espectaculares vistas, una conexión cercana con la naturaleza y cuantiosas maravillas culturales.

Por Arianna Gonzales  Fotos Briam Espinoza

Con más de 1300 kilómetros, traducidos en una hora de viaje en avión hasta Juliaca y una hora adicional de travesía por carretera hasta la ciudad de Puno, los que nos separan de un paraíso que no solo ofrece variadas propuestas turísticas, sino también la posibilidad de desconectar en medio del lago navegable más alto del mundo.

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Fachada de la Catedral de Puno, hecha de piedra volcánica.

Ubicada a más de 3800 metros sobre el nivel del mar, la ciudad de Puno es una sorpresa desde que uno llega, con un clima donde el sol y el viento se combinan, unas vistas de ensueño desde cualquier lugar de la ciudad y una paz casi imposible de explicar en la cantidad de palabras que contenga esta nota. La inmensidad del lago, que se puede apreciar desde varios puntos, relaja, desconecta y ofrece una experiencia sin igual.

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Interior de la Catedral de Puno.

Un tour citadino lleno de religiosidad

Sin embargo, Puno es más que el lago Titicaca, y con la finalidad de adaptar el cuerpo a la altura, además de descansar por unas horas, en el primer día recomiendan recorrer la ciudad. La Plaza de Armas y sus calles aledañas están cargadas de religiosidad, una cualidad muy presente en Puno, gracias a su devoción por la Virgen de la Candelaria.

Interior de la Parroquia San Juan Bautista, que tiene acceso al Santuario de la Virgen de la Candelaria.

Nuestra primera parada fue la Catedral de Puno, una emblemática construcción, declarada Patrimonio Histórico Cultural de la Nación, cuya fachada barroca hecha de piedra volcánica esconde una historia que se remonta al siglo XVII, cuando fue construida. Monseñor Jorge Carrión, obispo de Puno, fue nuestro anfitrión en el paso por la Catedral Basílica de San Carlos Borromeo, y nos sumergió en el pasado de esta institución religiosa, que en su estructura interior y exterior refleja detalles de la cosmovisión andina, como las dos sirenas en la fachada que, de acuerdo con la historia que manejan, representan la inmensidad del lago Titicaca.

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Altar del Templo Museo de San Juan de Letrán.

Desde su construcción, terminada según datos históricos a fines de 1757, la Catedral ha sufrido diversas modificaciones muchas de ellas realizadas a causa de robos e incendios, pero conserva en su fachada y parte de su interior elementos coloniales y andinos que son símbolos de la religiosidad puneña. Es gracias a estos elementos que varias parejas han elegido a la Catedral como el escenario para unir sus vidas para siempre. Por ello, ahora disponen también de una capilla para ceremonias más pequeñas. “Vienen extranjeros a casarse aquí”, señala Jorge Carrión, obispo de la Diócesis de Puno desde el año 2000.

Obras de arte que acoge el Templo Museo de San Juan de Letrán.

A solo unos metros de la Catedral de Puno, en el jirón Tarapacá, se encuentra la Parroquia San Juan Bautista, que posee, en el Jr. Lima, un acceso al Santuario de la Virgen de la Candelaria, patrona de Puno. Esta construcción, que data de 1562, ha sido renovada en múltiples oportunidades. En 1881 se desplomó el templo, a consecuencia de un incendio. Cinco años más tarde, en 1886, se reinició su construcción, concluyendo los trabajos en 1887 y sufriendo constantes modificaciones hasta 1991. Después de múltiples refacciones, el 7 de febrero de 1988 fue catalogada como Santuario de la Santísima Virgen de la Candelaria, y es por ello que en dicha fecha se celebra la fiesta de la venerada imagen, que cada 7 de febrero sale de la mencionada iglesia para recorrer las calles de Puno, rodeada de homenajes y danzantes de saya y morenada de todo el Perú.

Portal energético en Willka Uta.

Otro lugar imperdible para quienes deseen aprender sobre la religiosidad de los pueblos andinos es el Templo Museo San Juan de Letrán, localizado en el distrito de Juli, y declarado Patrimonio Arquitectónico Monumental en 1959. Aunque ya no es más una iglesia, forma parte de la red de museos del Ministerio de Cultura y alberga obras de significativo valor cultural e histórico.

Las pinturas y esculturas que acoge son de las escuelas española, italiana y cusqueña, entre las que destacan obras de Bernardo Bitti, la más famosa de ellas: el “Bautizo de Jesús”.

Entrada al Portal de Willka Uta, también conocido como Amaru Muru.

Desconectar para conectar

Llegar a Puno es sumergirse en una brisa de paz y desconexión. Si, más allá de una experiencia cultural, lo que se busca es una de desconexión, el departamento sureño ofrece opciones que permiten mantener la paz interior, meditar e incluso conectar con el universo y deidades.

Una de ellas es el Portal de Willka Uta, también conocido como Aramu Muru, hasta donde acudimos a realizar una meditación acompañada de un concierto de cuencos de cuarzo.

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Danza de Pentecostés.

El mencionado portal, ubicado en la localidad de Ilave, tiene una carga energética bastante grande. Según cuenta la leyenda, es un portal interdimensional que permitía a los antiguos pobladores desplazarse a distintos puntos del Imperio en cuestión de minutos. Gracias a su estratégica ubicación, alejada por completo del foco turístico, uno puede llegar y relajarse sin problemas, con el solo sonido del viento y una puesta de sol sin igual.

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Camino a Taquile.

Lago Titicaca: un tesoro para descubrir

En el segundo o tercer día, cuando nuestro cuerpo ya esté lo suficientemente adaptado a la altura, es posible visitar las islas dentro del Lago Titicaca, un conjunto de poblaciones –muchas de ellas sobreviven gracias al turismo vivencial– que permiten conocer más sobre el pasado de la región Puno. En nuestro caso, visitamos tres de ellas: Taquile, Amantaní y Uros.

Templo de Pachatata, en la isla de Amantaní.

La isla de Taquile es un encanto para cualquiera que aprecie la cultura folclórica. Al llegar, los pobladores reciben a los turistas con la Danza de Pentecostés, una demostración artística donde hombres y mujeres danzan y tocan instrumentos en simultáneo. El espectador puede unirse al baile y disfrutar de la cultura local. Pero no solo eso; durante la estadía, uno logra conocer más de cerca técnicas textiles que han pasado de generación en generación.

En la isla cuentan con cinco tipos de telar, cada uno con una función diferente. Existen los más pequeños, que pueden llegar a medir veinte centímetros, hasta los más grandes, que alcanzan el metro veinte, e incluso telares de pie. Aquí elaboran desde pulseras, vinchas, mantas y chalinas para vender a los turistas e incluso su propia vestimenta: camisas y pantalones a base de hilo bayeta. Hombres y mujeres se involucran en la labor del tejido que, por su trabajo manual y complejidad, puede tomar hasta un mes para terminar una prenda.

La isla de Amantaní es perfecta para quienes disfrutan de hacer trekking. A diferencia de la isla de Taquile, a la que para llegar con la comunidad se requiere caminar cerca de veinte minutos, en Amantaní, los atractivos turísticos se encuentran a casi hora y media de camino cuesta arriba. Durante nuestra visita, acudimos al templo de Pachatata, una deidad homenajeada en el día de San Sebastián, que cuenta con un templo de forma cuadrada, a diferencia del de Pachamama, que es redondo. Este templo, ubicado a 4115 metros sobre el nivel del mar, tiene una simbología e historia interesante que es confirmada por los pobladores, que realizan rituales a Pachatata y Pachamama centrados en la reproducción y fertilidad. Desde ambos templos, ubicados en cerros paralelos, se tiene una de las mejores vistas del lago Titicaca.

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Islas Flotantes de los Uros.

Las Islas Flotantes de los Uros son una experiencia completamente diferente. Aquí las comunidades son más reducidas, y la isla realmente f lota en medio del Titicaca. Nosotros desembarcamos en la isla de Uros Titino con una población de seis familias y treinta personas. En estos territorios se puede conocer más de cerca la forma de vida de los habitantes, y gracias a su dominio de las construcciones sobre agua, aprendimos también sobre infraestructuras con totora.

En el Titicaca no solo se pueden realizar tours, sino también experiencias inmersivas para el recuerdo, como el paseo en balsas de totora en grupos de cinco personas, que no solo permite disfrutar de espectaculares vistas, sino que además reta al grupo de turistas a movilizar una embarcación en medio del lago navegable más alto del mundo.

En la isla de Taquile preservan técnicas ancestrales de tejido.

Sillustani: el legado de los Colla

El último día en Puno visitamos Sillustani, el complejo arqueológico y funerario legado de los Colla que alberga chullpas que servían para enterrar a las principales autoridades del señorío Colla.

Este complejo no es solo considerado uno de los cementerios antiguos más importantes de nuestro país, sino también del mundo. Conformado por noventa y un torres funerarias de diferentes dimensiones y características, en un área de sesenta hectáreas, este atractivo turístico permite introducirse en las creencias de los antiguos pobladores del país sobre la muerte, debido a que muchos de los fardos funerarios cuentan con ofrendas y objetos personales de los muertos.

Lleno de misticismo y energía, la majestuosidad de este lugar se completa con las vistas a la laguna Umayo, situada a su lado.

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Noventa y un torres funerarias conforman el Complejo de Sillustani.

Alfredo Ferreyros: “Hay un Puno escondido, que todavía falta descubrir”

“Viajar por Puno y el Altiplano es como estar pegado al cielo”, me dice Alfredo Ferreyros, CEO de Explorandes, dedicado hace más de cuarenta años al turismo, cuando le pregunto por sus impresiones de la Ciudad de Plata. “El cielo es de tan profundo azul, con diferentes tonos, que uno piensa que está viajando hacia el cielo. Mucha gente que ve el cielo de día y las estrellas de noche, se queda maravillado de cuán cerca nos hace sentir este destino al cielo”, agrega.

Para el empresario, hay un flujo grande de turistas que, después de visitar Cusco, habiéndose adaptado a la altura, parten hacia Puno, experiencia que puede ser complementada con un viaje corto a Bolivia, en una visita al tan popular Salar de Uyuni. “La ruta a Puno está llena de atractivos; se puede parar, y el viaje en sí, para llegar de Cusco a Puno, es un atractivo que forma parte de la razón de ir al lago Titicaca, que es el destino final de todo visitante que va a Puno”, resalta.

Alfredo Ferreyros.

Sin embargo, destaca que Puno es más que el lago Titicaca. “Puno tiene mucho más que ofrecer, el Altiplano, la zona de Lampa, Ayaviri, el Cañón de Tinajani. Cada pueblo tiene su danza originaria, están los famosos ayarachis, y en Lampa tienen el Festival de la Inmaculada Concepción. Hay todo un mundo que tiene que ver con la agricultura y las estaciones del clima, la crianza de llamas y alpacas en algunas zonas, las iglesias coloniales que hay desperdigadas en todo el departamento. Hay un Puno escondido, que todavía falta descubrir”, dice, no sin antes hablar sobre uno de los puntos a considerar para seguir atrayendo turistas: la mejora de la infraestructura vial en las zonas que no son la carretera principal. Porque una Juliaca más accesible vialmente sienta las bases para un Puno más exitoso a nivel turístico.

Otros lugares para visitar en Puno

Lampa: la vida es color de rosa
Conocida como “Ciudad Rosada” por el particular color de sus edificaciones, esta localidad cuenta con grandes bosques de queñua y puyas de Raimondi. Su arquitectura también es un gran atractivo, pues posee casonas virreinales cuyas fachadas combinan la visión europea y andina. Además, cuenta con el “Templo Santiago Apóstol”, construido en piedra, en cuyo interior resalta una réplica exacta de la Piedad de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina.

Templo Santiago Apóstol.

Pucará: la tierra del torito
Los toritos de Pucará son sinónimo de abundancia, protección y prosperidad. Conoce la tierra de las célebres piezas de cerámica y sumérgete en su impresionante alfarería. En Pucará se puede conocer la Plaza del Torito, el Templo de Santa Isabel, el Museo Lítico de Pucará, el Museo de Cerámica de Pucará y el Complejo Arqueológico de Pucará.

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Los toritos de Pucará.

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