«Cuando ellos se rebajan, nosotros vamos alto», dijo durante la más reciente campaña electoral refiriéndose a ataques hechos por el actual presidente electo. Esta, quizás una de sus frases más recordadas, es fiel resumen de la actitud de Michelle Obama ante la vida. Abogada con títulos de Princeton y Harvard, madre, esposa, icono de estilo, y voz en defensa de la educación y salud de los niños, hoy celebra 53 años con un impresionante historial como Primera Dama y voces que le piden no alejarse de la política.

Michelle LaVaughn Robinson

Natural de Chicago, de una familia trabajadora del lado sur de la ciudad, Michelle construyó una vida extraordinaria mucho antes de su primer encuentro con Barack Obama. Su padre fue un operario de bomba para la ciudad, y su madre una secretaria que dejó su trabajo para cuidar de Michelle y de su hermano mayor, Craig. Ambos niños aprendieron a leer a los cuatro años y fueron adelantados de año en la primaria. 

Desde muy niña Michelle destacó como estudiante brillante y como una persona comprometida con su comunidad. Hizo secundaria en Whitney M. Young, la primera escuela para niños excepcionales de su ciudad, y se graduó como la primera de su clase. Craig, 21 meses mayor, ingresó a la universidad de Princeton, logro extraordinario para una familia de su condición financiera. Ella decidió que haría lo mismo y se graduó cum laude en 1985, en sociología. Luego ingresó a la prestigiosa escuela de derecho de Harvard, de donde se graduó en 1988, tras haber participado en diversas manifestaciones y protestas en favor de abrir la universidad a una mayor diversidad. Luego de la escuela de leyes, uno de sus primeros trabajos fue en la firma Sidley Austin, en el área de marketing y propiedad intelectual. Fue allí donde tuvo que asesorar a un practicante de verano, que insistió en invitarla a salir. El primer beso de los Obama fue en un centro comercial en las afueras de Chicago. Dos años después, un 3 de octubre de 1992, se casaron. 

El propio camino

Tras su breve paso por el sector privado, y luego de rechazar algunas tentadoras ofertas, Michelle fundó Public Allies Chicago, un programa de servicio nacional para entrenar a jóvenes que quisieran seguir una carrera en el sector público. Luego vino la oferta del Centro Médico de la Universidad de Chicago. Este era un puesto donde la futura primera dama creía que podría hacer una diferencia real. El problema fue que el día de la entrevista no pudo conseguir una niñera para Sasha, que en ese momento tenía solo 4 meses. Michelle se presentó con su recién nacida en un cochecito y sus credenciales bajo el brazo. Consiguió el trabajo. 

Fue así como terminó de decana asociada en servicios estudiantiles y creó el primer programa de servicio comunitario en esa escuela. Fue además directora ejecutiva de relaciones comunitarias y asuntos exteriores  para el hospital de la universidad y luego asumió la vicepresidencia para asuntos comunitarios y externos. Para el 2008, año en el que renunció a su trabajo para sumarse a la campaña de Barack, era una de las ejecutivas mejor pagadas y con un cargo a la vez prestigioso y conectado con la comunidad. 

Primera Dama

Para empezar, la prioridad de Michelle siempre fueron sus dos hijas, Sasha y Malia, quienes pasarían su adolescencia bajo el escrutinio de la prensa. A diferencia de la otra única primera dama con una experiencia académica y laboral que pudiera compararse a la suya, Hillary Clinton, Michelle decidió no involucrarse en lo absoluto en las actividades presidenciales. Al contrario, declaró que trabajaría en iniciativas propias como Primera Dama, tres días a la semana. 

«Para la chica del lado sur, que tomó un rol que no pidió y lo convirtió en algo suyo: Feliz Cumpleaños, Michelle. Te amo» – Barack Obama

Su limitada agenda de trabajo le dio el espacio de criar a dos jóvenes que resaltan por calificaciones altas y ni un solo escándalo en los 8 años que Obama ha ocupado el sillón presidencial. Pero incluso con tres días de oficina, logró movilizar esfuerzos a favor de una serie de causas elegidas por ella misma: el apoyo a los veteranos y a sus familias; la lucha por la salud infantil y por reducir los índices de obesidad; y abogar constantemente por los derechos educativos de las niñas en el mundo. Sus logros han sido tantos que no han faltado voces entre los demócratas que pidan su candidatura para el 2020. Aunque de momento solo se ha reído al respecto, lo cierto es que no lo ha descartado y que actualmente la mujer que siempre escribe sus propios discursos es una de las líderes más respetadas del partido. 

*En la graduación de Malia, quien ya ha sido aceptada en Harvard. 

Michelle llevaba tres semanas en la Casa Blanca cuando decidió visitar un centro comunitario y pasar unas horas con los niños y adolescentes del lugar. Cuando le preguntaron qué hacía ahí, respondió que ella no estaba acostumbrada a solo pasar por los lugares y que ahora que vivía en Washington quería conocer a la gente de Washington. «Creo que es muy importante que los niños, especialmente los niños que vienen de comunidades sin recursos, me vean a mí, no a la primera dama. Ver que yo no estoy sentada acá por magia. No hay milagros que sucedan. No hay polvo mágico», declaró. Este es tal vez el principal logro de Michelle Obama como primera dama. Crear movimiento, redes de apoyo y participación. La magia no existe más que en nuestra voluntad de involucrarnos. Brazos como los suyos no se logran sin ejercicio constante, de la misma forma que un cambio no se logra sin involucrarse en la búsqueda activa de soluciones. Así lo ha predicado a cada paso y con cada logro. 

«Puede que no siempre tengas una vida cómoda y no siempre serás capaz de resolver todos los problemas del mundo a la vez, pero no subestimes nunca la importancia que puedes tener, porque la historia nos ha demostrado que el coraje puede ser contagioso y la esperanza puede tomar una vida propia.» – Michelle Obama. 

Por Alejandra Nieto