Los huaicos, lluvias y desbordes no solo han dejado a su paso destrucción y una ardua tarea de reconstrucción. Las reflexiones que han quedado para el país son muchas: sobre planeamiento urbano, la relación entre las ciudades y su entorno, la importancia del agua, las tragedias de la corrupción y la desidia… Pero el desastre natural también ha dejado en evidencia la mejor cara del peruano: su capacidad para la empatía, organización y ayuda. La respuesta de la sociedad civil, de ciudadanos, organizaciones y empresas, ha sido notable: donaciones coordinadas a través de las redes sociales, cadenas con noticias e información, colectivos que se formaron de inmediato y otras agrupaciones consolidadas que pusieron a disposición su logística; podría afirmarse que la solidaridad de la población se ha sentido más que nunca.
El esfuerzo de todos
Se han compartido actos como los de la comunidad de agricultores de Chacan, en Anta, municipio cusqueño liderado por el alcalde Vidal Huamán que reunió en su Plaza Cívica más de treinta toneladas de papas y otros alimentos para ofrecer como donativo; o los protagonizados por decenas de trujillanos que salieron a barrer sus propias calles para participar activa y cariñosamente en el restablecimiento de la ciudad tras el desborde del caudal de la quebrada San Ildefonso.
También se han conocido iniciativas solidarias, como la de Sophie Yep, integrante del Equipo Veterinario de Rescate de la empresa de adiestramiento canino En Positivo, quien fue una de las especialistas que llevó ayuda a los animales afectados por los huaicos de Punta Hermosa, Chosica y Chaclacayo; o la de Gonzalo Otero Seminario, en Piura, quien habilitó su paddle y se turnó con su vecino Roberto Guzmán (cuya fotografía con un flotador de unicornio se viralizó en las redes sociales) para surcar las aguas turbias y rescatar a personas atrapadas en la inundación.
Debe resaltarse también la labor de la Policía Nacional del Perú, de su unidad de salvataje, de los bomberos y de las Fuerzas Armadas, destacada por muchos civiles a lo largo de estos últimos días. Imposible no mencionar a Ántero Yaque, suboficial de la policía que murió de un paro cardiaco mientras intentaba ayudar a un grupo de personas atrapadas por los huaicos en Chiclayo. Como él, fueron muchos quienes pusieron sus propias vidas en peligro.
“En los próximos meses habrá una gran necesidad de agua potable, así como de refugios, y tendremos que apoyar a la población en la prevención de las enfermedades que puede provocar el agua contaminada”, afirmó María Luisa Fornara, representante de Unicef en Perú, entidad que ya ha recaudado más de un millón de dólares para “la complementariedad de las acciones de respuesta estatales” frente a la problemática de los niños y adolescentes afectados por los huaicos.
SiderPerú, empresa productora de acero, donó cien mil litros diarios de agua a Chimbote, provenientes de sus pozos subterráneos. Por su parte, Coca-Cola y Arca Continental Lindley entregaron más de dos millones de litros de agua. Quicorp Perú puso a disposición de las poblaciones afectadas varios de sus productos, como toallas higiénicas, pañales para adultos y medicinas. Han sido muchas las empresas que han paralizado otras acciones para responder mejor ante las necesidades del país. Backus, por ejemplo, ajustó sus procesos para envasar agua para el consumo humano en sus plantas cerveceras; y Rímac y la Clínica Internacional se unieron para reunir más de un millón de soles en medicamentos.
Es imposible mencionar con nombre propio a todos los que dieron alimentos, ropa, dinero o tiempo; a los que organizaron grupos, empaquetaron donaciones o las llevaron a su destino final… Los que mencionamos solo representan, desde sus posibilidades, el esfuerzo titánico de otros miles de peruanos que han contribuido a sacar adelante el país.