Dejó Estados Unidos para envolverse en la mística de la cultura peruana. Hoy, Sarah dicta clases de inglés en un colegio limeño, practica acrobacias en tela en Agárrate Catalina y cultiva un estilo de vida rigurosamente saludable.

Por Estefany Valladares // Fotos de Aissa Chrem

Sarah Caponi

“Es difícil hacer amigas peruanas cuando eres extranjera, pero en el circo he formado un grupo muy bonito”, dice Sarah, de veintiséis años.

“La cultura, la comida, las personas… Absolutamente todo me gusta de este país. Por eso decidí quedarme a vivir aquí. La historia de América Latina, en especial la del Perú, es maravillosa, casi mágica”, dice Sarah Caponi. La primera vez que vino a nuestro país fue en 2011, por un intercambio universitario. Sarah estudiaba Literatura y Español en la Universidad de Oregón y decidió venir al país para reforzar lo que había aprendido en clases. “Necesitaba seguir aprendiendo, y qué mejor que hacerlo desde los lugares que mencionábamos en clases”, comenta.

Esa primera visita le sirvió para que, un año después, no lo pensara dos veces y, con las maletas hechas y un adiós entrecortado por la melancolía, se despidiera de su familia y viniera a vivir al Perú hasta nuevo aviso. Desde entonces, Sarah se ha dedicado a conocer nuestro país y experimentar todas las vertientes que ofrece.

Sarah Caponi

Sarah es novia del fotógrafo peruano Aníbal Tafur.

“Es cierto que de niña he practicado muchos deportes y he sido muy buena en ellos, pero nunca imaginé hacer circo, y mucho menos pararme sobre una tela y volar con ella. Suena peligroso, pero al momento de hacerlo es lo más gratificante que hay”, dice con entusiasmo a propósito de su vocación circense, pues la acrobacia en tela ha cambiado su vida por completo.

Durante el día, Sarah utiliza una bicicleta rosada para movilizarse y, aunque ha tenido que repararle algunas piezas, no la cambia desde hace cuatro años. El ejercicio físico (también practica yoga dos veces por semana) la ha llevado a mejorar sus hábitos alimenticios: ha dejado a un lado las comidas rápidas en favor de una dieta rica en quinua, avena, trigo o chía.

Hace unos meses, la madre de Sarah visitó nuestro país y, juntas, practicaron ciclismo de montaña al pie del volcán Misti.

A la par, dicta clases de inglés a alumnos de secundaria. A pesar de que desde los veintidós años se dedica a la docencia, admite que trabajar con adolescentes es realmente complicado. “No he recibido declaraciones amorosas, pero sí me han invitado a ser pareja de fiesta de promoción. Es muy gracioso… Por eso también cuido mucho mis redes sociales. Trato de tenerlas bastante privadas”, confiesa, con una sonrisa en el rostro.

Sarah Caponi no se complica con las peripecias de la vida. Confía en que con disciplina y motivación se pueden lograr grandes cambios.