Para los niños, la espera es larga. Cada 25 de diciembre llegan a casa de su abuela, Ana María Brazzini de Basadre, y tienen que resistirse ante los regalos aún envueltos bajo el árbol de Navidad que adorna la sala. No pueden hacer mucho más que observarlos con curiosidad; hay tradiciones que se fortalecen con el tiempo y en esta familia se sabe que los regalos se abren después del almuerzo.

Por Adriana Garavito // Fotos de Lucero del Castillo

Ana María Brazzini, abogada de profesión, es anfitriona del almuerzo en familia que acoge a casi treinta personas, entre hermanos, primos, hijos y nietos. Es un trabajo arduo, pues el perfeccionismo es una cualidad que la describe. Es ese tipo de mujer a la que le gusta hacer las cosas bien. Por ejemplo, cuando fue presidenta de la Asociación Emergencia Ayacucho, una entidad sin fines de lucro que tiene como objetivo dar apoyo a niños huérfanos o en situación de abandono, se dedicó por completo a ello, y renunció al puesto cuando notó que no podría tener la misma disponibilidad de tiempo.

También es perfeccionista como amante de la música: sabe que si uno no toca las notas como se debe, la melodía suena distinta. Ana María toca el piano desde los cuatro años; confiesa que es una de sus grandes pasiones. El piano cuarto de cola que se impone en su sala es evidencia de ello. “Estoy segura de que ese piano me lo mandó mi esposo”, comenta. Su esposo, Jorge Basadre Ayulo, falleció hace cinco años, cuando Ana María solo tenía un piano vertical en la sala de estar previa a su cuarto.

Un día, una amiga la llamó para ofrecerle el piano del que ahora es dueña. “Fue amor a primera vista”, confiesa. Todas las semanas recibe clases particulares; básicamente puede tocar cualquier tema.

Durante el almuerzo de Navidad, Ana María se sienta al piano. No toca villancicos, sino distintas melodías, como algunas de Frédéric Chopin. Es una tradición relativamente nueva en estos almuerzos, pero no en la familia. Años atrás, cuando iban a la casa de su madre a ver los nacimientos coloniales que coleccionaba su hermano Alberto (que luego fueron donados al Museo de la Catedral), Ana María tocaba el piano y él cantaba.

A la mesa

El almuerzo de Navidad es un buffet servido en una mesa abundante y armada al detalle con velas, rosas, candelabros, copas; todo cuadrado al centímetro. Los platos clásicos nunca faltan –“si no, mis hijos me matan”, bromea–. El pavo es la estrella, y es preparado con horas de anticipación. Para que el sabor sea intenso y jugoso se aplica uno de los trucos más usados por los chefs: se le inyecta su propia sazón. Los detalles extras son secretos que se quedan en la cocina.

También se sirve jamón y mucho puré de manzana. Lo que varía cada año son las ensaladas y los postres. Para esta Navidad, Ana María tiene a la mano la receta de una ensalada de mandarina y otra de unas copas de merengues. Con una sonrisa en el rostro, confiesa que ella no es la reina de la cocina, pero hace lo que puede.

Hay que agregar que esta Navidad será un tanto distinta para Ana María. Tan solo hace unas semanas fue dada de alta tras una cirugía de rodilla. Aún anda a paso lento, pero con confianza y con la fe que la caracteriza. Su recuperación tardará seis semanas, así que recibirá las fiestas con una rodilla no curada al cien por ciento, pero sí con la actitud de siempre.

El 25 de diciembre irá, como todos los años, a la misa de las once de la mañana en la Catedral de Lima. “Es una misa muy bonita. Nunca me la pierdo”, cuenta. Y al regresar a su casa, se alistará para recibir a la familia. Elegirá uno de sus vestidos y se arreglará para la ocasión. Después de comer, tocar el piano y quizás cantar, llegará el momento de abrir los regalos.

Los niños serán los primeros

Como siempre, papeles de regalo quedarán regados por la alfombra de la sala y, antes de que anochezca, la familia se irá despidiendo. La anfitriona sabe que quedará exhausta, pero es un buen cansancio: sinónimo de que las cosas salieron bien. “No nos olvidamos lo que está detrás de la Navidad. Compartir, estar en familia… Gracias a Dios, nuestras navidades siempre han salido lindas. Nunca ha pasado nada malo que contar”, comenta. “Por eso hay que estar siempre agradecidos”.