Las flechas de Cupido se enredaron con la historia: el único heredero vivo de Napoleón Bonaparte acaba de contraer matrimonio con una descendiente de la princesa Marie-Louise de Austria, quien fuera la segunda esposa del emperador francés.

Hoy los nostálgicos del imperio francés están de fiesta. Dos siglos después de que Napoleón I contrajera matrimonio con la princesa Marie-Louise de Austria, las ramas del árbol genealógico de los Bonaparte se han vuelto a enlazar con las de los Habsburgo. La mañana del 19 de octubre, Jean-Christophe Napoléon se casó con la condesa Olympia von Arco-Zinneberg en la catedral del Palacio Nacional de los Inválidos, donde reposan los restos de Napoleón I. Este sí es “un matrimonio por amor”, aseguró el novio, con lo cual marcó una diferencia entre su enlace y el de su antepasado más famoso.

“Me sumergí en sus ojos antes que en su linaje”, protestó el único heredero vivo del emperador francés, en una entrevista a un diario local de Córcega. Jean-Christophe no es como los Bonaparte del pasado. No es militar ni revolucionario, y es conocido públicamente como el “príncipe moderno”. Estudió Administración de Empresas en la escuela HEC de París y en Harvard, y trabajó durante años en The Blackstone Group, un banco de inversiones de Londres. “Siempre estuve y estoy orgulloso de mi apellido. Sin vivir, de ninguna manera, en la ilusión del pasado: deseo ser un hombre de mi tiempo. Y, sobre todo, decidí construirme a mí mismo desde muy joven”, aseguró su alteza imperial (como se le suele llamar).

Hoy se ha visto obligado a combinar su faceta financista con sus compromisos dinásticos, luego de que en 1996 su abuelo Louis lo nombrara su heredero oficial. Por ese motivo, los bonapartistas lo consideran el legítimo heredero de Napoleón I y Napoleón III. Y, si el trono fuera restaurado en Francia, podría disputarlo a los otros dos pretendientes, Luis Alfonso de Borbón y Juan de Orleans.

La condesa Olympia no se queda atrás. Nació en Múnich en 1988 y creció en Estados Unidos, donde asistió a la Universidad de Yale y se graduó en Ciencias Políticas. Gracias a su afición por la fotografía, luego trabajaría para el MoMA y para la revista “The New Yorker”; además, es considerada la coleccionista de arte predilecta de la familia.

“¡Este es un matrimonio por amor! Me sumergí en sus ojos y no en su linaje”, aseguró Jean-Christophe sobre su enlace con Olympia.

Nace el amor

Los novios se conocieron hace diecisiete años, en el palacio de los duques de Luxemburgo, y años más tarde volvieron a verse en París. Sin embargo, la chispa recién surgió cuando Olympia y Jean-Christophe se reencontraron en el Perú, durante un viaje alrededor del mundo que el heredero de Napoleón se encontraba realizando. Este romántico encuentro en tierras latinoamericanas derivó en un compromiso que se oficializó a inicios de este año en Suiza. El “príncipe”, de 33 años, le pidió matrimonio a Olympia entregándole un anillo con un diamante de cuarenta quilates que fue extraído de una tiara de la esposa de Napoleón III, la emperatriz Eugénie. Una pieza invaluable que, lamentablemente, fue robada. Precisamente el hurto del anillo de compromiso despertó el interés del mundo por la pareja, que había pasado desapercibida durante años (a pesar de sus famosos ancestros).

Christian de Hannover y Alessandra de Osma asistieron al matrimonio de Jean-Christophe y Olympia el 19 de octubre en París.

El enlace

Aunque ambos aún se caracterizan por su discreción, sus nombres los obligaron a celebrar una boda por todo lo alto que ni una mañana lluviosa logró empañar. Jean-Christophe llegó clásico y elegante de la mano de su madre, Beatriz de Borbón-Dos Sicilias. Olympia, del brazo de su padre, el conde Riprand von Arco-Zinneberg, llegó radiante a la catedral luciendo un impresionante diseño de Oscar de la Renta. El vestido imitaba la forma de grandes hojas blancas cosidas entre sí sobre una red de tul.

Con un paraguas en la mano, los invitados recibieron entre aplausos a los recién casados.  A la ceremonia, oficiada por monseñor Antoine de Romanet, asistieron miembros de las más importantes casas aristocráticas de Europa. Entre los asistentes destacó el gran duque Enrique de Luxemburgo, buen amigo de los novios, así como Pablo de Grecia y su hija Olimpia; también Jaime de Marichalar, exesposo de la infanta Elena; y la peruana Alessandra de Osma, junto a Christian de Hannover.

Jaime de Marichalar, exesposo de la infanta Elena, junto a la princesa Olimpia de Grecia y su padre, el príncipe Pablo de Grecia.

Al finalizar la ceremonia, los novios subieron a bordo de un espectacular descapotable rojo rumbo a la discreta recepción que ofrecieron en el Castillo de Fontainebleau, al norte de Francia.

¿Qué les depara el futuro? Nada es seguro. De momento, Jean-Christophe y Olympia vivirán en Londres, aunque también aseguran que tienen pensado mudarse a París. Aparentemente, tendremos que esperar para recibir más noticias de una de las parejas (casi) imperiales con más arraigo histórico de la actualidad.

 

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