Lo primero que uno se imagina cuando piensa en Aruba es una imagen de postal en la que el mar color turquesa se difumina con el cielo, y los flamencos caminan en la arena. Sí, “la isla feliz” del Caribe tiene playas increíbles, pero también actividades que la convierten en un destino ideal para despedir el año a lo grande.
Por María Alejandra López
Al llegar al aeropuerto Reina Beatrix, lo primero que le pregunto a mi anfitriona es por qué a Aruba le dicen “la isla feliz”. “Cuando el viaje termine, lo vas a entender”, responde.
Aunque el DJ que me recibe con música es una prueba de que en Aruba se toman muy en serio a sus visitantes (hay diez turistas por cada local), encontrar la respuesta no es difícil: Aruba es una de las islas más seguras del mundo y, pese a estar en el Caribe, goza de una ubicación privilegiada fuera del cinturón de huracanes. Ni Irma pudo acercarse.
Check in
Antes de separar tu hotel y vacunarte contra la fiebre amarilla, debes saber que este no es un destino de resorts all inclusive, y que solo hay tres hoteles que ofrecen este servicio en la isla. “Es muy seguro caminar y hay más de doscientos restaurantes para visitar”, explica Diantha Boekhouwer, de la Autoridad de Turismo de Aruba.
Al igual que ella, otros arubeños recomiendan salir de los hoteles para dejarse llevar por sus calles. En esa línea, tener un auto no es una mala idea (alquilar una camioneta por cuatro días puede costar un poco más de US$200 en temporada alta).
Felizmente, es fácil recorrer la isla: Aruba tiene una extensión de 180 kilómetros cuadrados, se aceptan dólares en todos lados (no es necesario cambiarlos por florines) y el idioma no es una barrera. Los arubeños hablan español, inglés, holandés y papiamento.
Una alternativa para hospedarse en temporada alta, especialmente si se va en familia, es alquilar una casa. Tuve la suerte de llegar al Gold Coast Aruba, un condominio de lujo con todas las comodidades de un exclusivo hotel. La propiedad, ubicada en el distrito de Noord, cuenta con piscina, gimnasio, canchas de tennis, el White Modern Cuisine (uno de los mejores restaurantes de Aruba), e instalaciones equipadas para una estadía sin contratiempos.
Agenda caribeña
A diferencia de otros destinos en el Caribe, en las playas de Aruba no hay vendedores y realmente se prestan para descansar. Hay tres visitas que no deben pasar por alto: Eagle Beach, un punto de encuentro para hacer jet ski, tomarse una fotografía con el famoso árbol Fofoti, o practicar nudismo con libertad.
Palm Beach, donde es posible nadar o hacer esnórquel de día, y disfrutar en uno de sus restaurantes, bares o casinos, que prenden sus luces en la noche (MooMba Beach, elegido por la CNN como uno de los mejores bares playeros del mundo, es una parada obligatoria). La experiencia completa de estar en el Caribe parece materializarse cuando pides un Aruba Ariba y lo disfrutas con los pies sobre la arena blanca).
Y, para los instagramers, la isla Renaissance, la única playa privada de Aruba, un destino que asegura cientos de likes en tus fotos. Por US$125 puedes ingresar a esta isla y caminar lado a lado con flamencos e iguanas, o disfrutar un relajante día de spa. El almuerzo está incluido y las posibilidades de pasarla bien abundan.
Para intercalar los días de playa con la aventura está el Parque Nacional Arikok, que cubre una quinta parte de la superficie de la isla con formaciones arqueológicas y vida silvestre.
Subirse a un jeep es la mejor forma de transitar por los desiertos escarpados y llegar a dos paradas imperdibles: la Piscina Natural de Conchi, donde solo los más arriesgados se atreven a dar un salto clavado; y la Cueva Fontein, donde aún es posible encontrar dibujos de los amerindios que habitaron la isla hace cuatro mil años.
Si uno se imagina Aruba como la canción “Kokomo”, de Los Beach Boys, se sorprenderá al descubrir que la isla también es un spot para practicar hiking y sentirse Indiana Jones por un día.
Fiestas bajo el sol
Gracias a la mixtura cultural de la isla, donde vive gente de más de noventa y seis nacionalidades diferentes, la Navidad en Aruba se festeja a lo grande: el 5 de diciembre aterriza Sinterklaas en la isla, la versión holandesa de Santa Claus, para sorprender con dulces y regalos a los niños; y el 25 de diciembre Papá Noel llega a las casas para dejar más regalos bajo el árbol.
La isla también evidencia su espíritu navideño en las calles. Seroe Preto, en Oranjestad, se llena de color en estos días: cada hogar muestra su lado creativo con un espectáculo de luces que se repite cada año. Como telón de fondo, los villancicos navideños se intercalan con la gaita venezolana.
Antes de la llegada de Año Nuevo, Aruba calienta las celebraciones con el Festival de Dande. Con instrumentos latinoamericanos como el tambú, el güiro y la guacharaca, más de cincuenta cantantes presentan composiciones originales alrededor de la isla el 27 de diciembre.
Y el 31 de diciembre no faltan los fuegos artificiales y la oportunidad de verlos en la playa. Si bien cada hotel prepara un show especial para recibir el Año Nuevo, si están en Aruba y no se sumergen en el mar el 1 de enero, mejor escojan otro destino en el Caribe.
La popular celebración de Nieuwjaarsduik, que también se realiza en los Países Bajos, invita a correr hacia el agua turquesa al mediodía. Los más avezados se reúnen en Moomba Beach y participan de una clase de zumba antes de sumergirse para recargarse de buenas energías.
Al finalizar mi viaje con un almuerzo en The West Deck, un restaurante ubicado en una gran terraza de madera sobre una playa de arena en Linear Park, entiendo a qué se refería Paula cuando le pregunté sobre la “isla feliz”. Con un Mahi Mahi cubierto de una capa de langostinos, y rodeada de la brisa cálida del Caribe, noto que la respuesta está implícita en la experiencia.
¿Cómo llegar? Avianca y Latam (con escala en Bogotá), y Copa Airlines (con escala en Panamá). El costo promedio es de US$650. Temporada alta: inicia el 15 de diciembre y va hasta finales de marzo. Temperatura: 27° a 29°. Es obligatorio estar vacunado contra la fiebre amarilla.