Charlotte Casiraghi, Roma le sienta bien. En las últimas fotos que han salido a la luz hace apenas unos días, se la ve casual, relajada y sonriente en compañía de su novio, mientras pasea por las calles italianas y acude a los tradicionales mercados a hacer las compras para la semana. Lejos de la parafernalia de las actividades protocolares y eventos fastuosos del principado, la hija de la princesa Carolina es una muchacha enamorada más. Las fotos en cuestión nos recuerdan a aquella imagen que, en noviembre del año pasado, mostraba a una Charlotte de pelo suelto, Converse y encías al viento paseando –accidentadamente– a uno de sus perros salchicha.
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Sanfelice, por su parte, aparecía también luciendo un look de domingo y una espontánea sonrisa. Fue esta una de las fotos que, en esa época, confirmó su romance con el director de cine.
Si bien es cierto que, cuando estalló la bomba, ya era de conocimiento público que la relación entre Charlotte y Gad no iba bien desde hace meses, las fotos asombraron y fascinaron a los medios, porque el hermético principado nunca oficializó la noticia de su separación. Después de que, en junio del año pasado, la filósofa de profesión se mudara del departamento que compartía con el cómico en París para volver a Mónaco, los meses siguientes fueron un solo de idas y venidas típicas antes de la separación definitiva.
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Ahora, casi medio año después del tumulto noticioso que representó esta ruptura, Charlotte vuelve a protagonizar portadas alrededor del mundo. A raíz de que se confirmara que la nieta de Grace Kelly se ha mudado a Roma, los medios se regodean con los rumores de matrimonio, pues, además de este hecho puntual, los paparazzi de la revista francesa “Public” la captaron en uno de sus tantos paseos luciendo un sospechoso anillo en el dedo anular de su mano izquierda. Si desde el Baile de la Rosa todos comentaban, suspicaces, que en la figura de la esbelta Charlotte asomaba una incipiente barriga, ahora han terminado de armar su propio rompecabezas con dos piezas clave: la mudanza y el anillo.
Aunque hoy en día la vida es bella para Charlotte, la situación, como es de esperarse, no es del agrado de su expareja: Casiraghi se ha llevado con ella al hijo de ambos a vivir a la Ciudad Eterna. Desde antes, se conocía que la hija de la princesa Carolina había impuesto severas medidas a Gad Elmaleh en cuanto a las visitas a su hijo. Se sabe que, entre otras exigencias, el actor solo estaba autorizado a visitar al pequeño Raphaël en el Principado de Mónaco y, además, que no podía hacerlo mientras Charlotte estuviera presente.
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Si desde su ruptura las visitas parentales siempre fueron un problema, ahora, con la aparentemente repentina decisión de Charlotte de mudarse y llevarse a su hijo con ella, no sería de extrañar que, como ya se rumorea, Elmaleh recurra a las leyes para equiparar la balanza.
Por Vania Dale Alvarado