Si bien Diana de Gales y el príncipe Charles se separaron en 1992, la pareja se divorció cuatro años después. En aquel momento, la princesa ya tenía su vida resuelta.
Por Redacción COSAS
El retiro oficial los duques de Sussex del núcleo duro de la Familia Real británica sigue generando una serie de interrogantes. La mayor de ellas quizá sea la que concierne a su economía. ¿De qué vivirán Meghan Markle y el príncipe Harry de ahora en adelante? Muchas han sido las posibilidades barajas y más las propuestas —algunas inverosímiles— que los royals han recibido. Solo el tiempo determinará su destino.
Lo cierto es que antes de ellos, la gente se preguntó lo mismo pero por otra integrante de la casa real. Se trata nada menos que de la propia abuela de Archie y madre de Harry, la princesa Diana. Cuando ella se separó —y, posteriormente, se divorció— del príncipe Charles inició una nueva vida en todos los niveles: desde el aspecto sentimental hasta el plano laboral.
La princesa Diana y el hijo de Elizabeth II sellaron su separación en 1996. Entonces, ella ya se había asegurado de no correr ningún apuro económico por el resto de su vida. No obstante, nunca imaginó que esta llegaría prematuramente a su fin.
Cuando Lady Di falleció en el aquel accidente automovilístico en París, en agosto de 1997, tenía apenas 36 años y un patrimonio valorizado en unos US$ 22 millones.
Divorcio millonario
Geoffrey Bignell, quien era el responsable de asuntos financieros de Charles en los noventa, fue también el encargado de negociar los términos económicos de la disolución del matrimonio. Él mismo declaró al diario inglés «The Telegraph» que el príncipe de Gales tuvo que vender toda su cartera de inversiones para solventar los gastos de la ruptura. «La princesa Diana se quedó con cada centavo que tenía. Me pidieron que liquidara todo para que pudiera tener efectivo. Estaba muy inconforme por eso».
Aunque el heredero al trono gana cerca de US$ 15 millones anuales por el ducado de Cornwall, no puede vender la propiedad, por lo que tampoco disponía de suficiente dinero para financiar sus gastos. Se sabe que, incluso, tuvo que pedirle a su madre un préstamo para hacer frente al trámite. «Entonces dejé de ser su asesor financiero porque no le quedaba riqueza personal», afirmó.
Pero las condiciones del divorcio fueron más allá: se estipuló un pago anual de poco más de medio millón de dólares y se le permitió mantener su departamento en el Kensington Palace, como «hogar para la princesa y sus dos hijos». Esto significó un ahorro considerable en vivienda, teniendo en cuenta que Londres es una de las ciudades más caras del mundo.
Las riquezas de la princesa Diana
A todo bastaría sumar el hecho de que conservó todas las joyas que acumuló durante su matrimonio, con excepción de la tiara del nudo de Cambridge Lover que la monarca le dio como regalo de bodas y que solo lució en una ocasión. Dicha pieza ha vuelto a manos de Elizabeth II, quien se la prestó a la duquesa de Cambridge en 2015 y 2016.
Así, cuando la princesa Diana abandonó la casa real británica, su situación financiera no solo era próspera. Había adquirido más fama que cualquier otro royal, lo que se tradujo en ganancias que más tarde destinó a las causas humanitarias que perseguía.
El súbito final de la princesa no nos permitió saber si en algún momento habría tenido que trabajar seriamente para llevar el estilo de vida al que estaba asociada. Tras su muerte, su fortuna fue repartida entre sus hijos y gracias a ella, actualmente, el duque de Sussex y su esposa tendrían menos motivos para preocuparse por su estabilidad económica.
Fotos: @theroyalstepsister, @ladydisp, @princesadianalegado