La legendaria cantante, compositora e investigadora peruana Alicia Maguiña falleció esta madrugada, a los 81 años de edad. Repasamos algunos de sus mayores aportes a nuestra cultura.

Por Redacción COSAS

De porte distinguido y mirada señorial, la imagen de Alicia Maguiña Málaga perdurará en la eternidad. Su obra, quizá menos conocida que la de otros grandes exponentes de la música peruana, merece todos los elogios. Nacida en Lima en 1938, la cantautora supo hacer frente a los cánones de la época y mantener vivo su romance con los ritmos costeños y andinos a lo largo de su prolija trayectoria.

Alicia Maguiña Óscar Avlés

Alicia Maguiña junto a Óscar Avilés Arcos, a quien ella llamaba «la Guitarra del Perú».

Por ello, recibió distinciones del más alto nivel, como la Orden El Sol del Perú, en el grado de Gran Oficial; la Orden al mérito en grado de Gran Comendador y las Palmas Artísticas del Ministerio de Educación. Asimismo, fue declarada como una de las cinco Mujeres del Bicentenario por el Proyecto Especial Bicentenario de la Independencia del Perú. Ahora que la artista ha partido, creemos justo hacer un repaso a su carrera y sus mayores contribuciones a la cultura peruana.

Talento musical sin igual

Hoy es posible disfrutar de sus maravillosas interpretaciones con un solo click. No obstante, el camino al firmamento musical fue largo e inició a temprana edad. Alicia aprendió a tocar piano siendo una niña, en Ica, donde transcurrió su infancia. Entonces mostró grandes cualidades para la música, que más tarde se fortalecerían al llegar a la capital y conocer de primera mano el género criollo.

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La intérprete en el Teatro Municipal en 1975. Foto: Carlos Saavedra.

A la edad de trece años, Alicia y su familia se trasladaron a Lima luego de que su padre obtuviera un alto cargo como magistrado. Ante la falta de un piano, la joven se dedicó a la guitarra. Empezó a asistir a espectáculos donde se cantaban pregones y décimas rezadas, y su gran interés por estas expresiones, la acercaría al maestro Óscar Avilés.

Maguiña persuadió a su padre para que la llevara en auto a su academia de guitarra, desde San Isidro, donde vivía, hasta el Centro de Lima. Allí presenciaría los ensayos del famoso grupo “Fiesta criolla” y conocería a una noble promoción de artistas, entre los que se encontraban Luciano Huambachano, Luis Abelardo Núñez, Panchito Jiménez y Humberto Cervantes, quienes le impartían lecciones de música cuando Avilés no llegaba por estar de jarana.

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De izq. a der.: El decimista Nicomedes Santa Cruz, Manuel Acosta Ojeda, Alicia Maguiña y Doris Gibson, fundadora de la revista «Caretas», en 1967. Foto: Archivo «Caretas».

Más tarde ella confesaría quién fue la artista que marcó su vida: «Me enamoré de la música criolla por las interpretaciones de Jesús Vásquez, era mi diosa».

Versátil compositora

Por aquel entonces sus padres se mostraban recelosos. Quienes sí la apoyaban eran sus compañeras del colegio Santa Úrsula, que la animaron a participar en un concurso organizado radial donde se llevó el título de Campeona de la Canción Criolla. Entre sus amistades se encontraban nada menos que Martha Mifflin y la futura Miss Universo, Gladys Zender, a quien después le dedicaría una canción. Sus padres, que no sabían del concurso, la castigaron sin saber que eso no haría más que avivar su interés por el criollismo.

Tras ese episodio, Alicia compondría su primer tema: “Inocente amor”, a la edad de 14 años. Se cuenta que en aquel momento, además, Maguiña ya tenía un compromiso matrimonial con Eduardo Bryce Echenique, hijo del dueño de un banco y hermano del futuro escritor Alfredo Bryce. Sin embargo, el destino le depararía otro compañero: el virtuoso compositor y guitarrista Carlos Hayre.

Alicia conquistó al público con piezas musicales que transitaban de la costa a la sierra peruana. Luego de su primer vals, sorprendería con el popularísimo «Viva el Perú y sereno», el tondero «La apañadora», inspirado en las campesinas del algodón iqueño donde creció; el festejo «El aguador» y el huayno «Perla Andina». Cabe señalar también, que las canciones que Maguiña grabó a partir de 1956 destacan por su sentido poético-literario, estética y una técnica formal. Además de rescatar del olvido a la marinera limeña.

En 1963, compuso el tema «Indio», considerado por muchos el más importante de su carrera y versionado en innumerables ocasiones por toda clase de intérpretes. Tres años después, ella misma lo cantó con acompañamiento de orquesta, en el Sky Room del Hotel Crillon de Lima, para la película «La Venus maldita», dirigida por Alfredo Crevenna.

Investigadora con notable sensibilidad social

Alicia Maguiña se adelantó a toda una época eliminando las barreras sociales con su arte. En Ica forjó su sensibilidad artística y social, pues acostumbraba a departir con gente de distinta procedencia. Esto tendría gran influencia en la manera en la que se aproximaría a cada género musical. A través de la indagación y el análisis, la cantautora aprehendió el pulso de cada expresión y las hizo suyas.

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La obra musical de Maguiña recoge ritmos tanto de la costa como la sierra, desde el vals hasta la tunantada.

Esto se evidencia en su estudio riguroso de las diferentes formas musicales del país y la representación de las diversas culturas a través de su obra. Aquella agudeza en la investigación se muestra claramente en su respeto por las reglas de composición e interpretación de cada uno de los géneros que cultivó. En el libro «Mi vida entre cantos» −autobiografía editada en 2018 por el Fondo Editorial de la Universidad de San Martín de Porres y el Ministerio de Cultura−, destaca además del vals, el tondero y la muliza, el profundo análisis a la métrica, la estructura, ejecución musical e, incluso, la danza y el vestuario de la marinera limeña y el waylarsh.

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Alicia Maguiña ataviada con el vestuario tradicional de las Coyas de Sapallanga, danza que venera a la Virgen de Cocharcas (Junín).

A partir de su estricto estudio, estas expresiones y la tradición oral que las atañe, han sido puestas en valor como lo que son: la representación más genuina de nuestros pueblos. Quizá por eso no extrañe que entre sus memorias se repita una sencilla frase que la pinta por completo: «Crecí entre cantos en Ica y después en todas partes». Simplemente, admirable. Descanse en paz, Alicia Maguiña.