Luego de semanas frenéticas en las que tuvo que volver a ponerse la armadura de defensor de la democracia, el constitucionalista Alberto Borea retorna a la apacible tranquilidad de su estudio y reflexiona, entre otras cosas, sobre la complicada situación del presidente Pedro Pablo Kuczynski tras el indulto humanitario a Alberto Fujimori.

Por Edmir Espinoza

Mes y medio después de su magistral defensa del presidente Pedro Pablo Kuczynski ante el Congreso de la República, Alberto Borea Odría se ha convertido en un nuevo protagonista de la historia política reciente del país. Su intervención, decisiva para evitar la vacancia presidencial, trajo a la memoria aquellos tiempos en los que había espacio para el debate y las ideas en el Legislativo.

Más allá de la fulgurante y reciente fama mediática (de la que no reniega), Borea fue durante décadas un peso pesado de la política peruana. Ex candidato presidencial, abogado y constitucionalista, discípulo de Haya de la Torre y furibundo enemigo del régimen fujimorista –por lo que fue perseguido y se tuvo que exiliar en Costa Rica–, Borea analiza las consecuencias políticas de una vacancia frustrada y un indulto apresurado, y explica cómo fue la conversación que tuvo con el presidente de la República poco después de consumarse el indulto humanitario a Alberto Fujimori.

Hace poco más de un mes tuvo la tarea de defender al presidente de un intento de vacancia. Hoy, luego del indulto y la fractura de Fuerza Popular… ¿Sigue creyendo que aquellos fujimoristas que votaron contra la vacancia lo hicieron por convicción y no como parte de una negociación política?

La verdad, creo que ha sido un tema de conciencia personal. Fueron congresistas responsables que tuvieron el coraje de decidir a partir de su conciencia, teniendo en cuenta la gravedad de la acusación al presidente de la República. Hay coyunturas en las que se permite un voto político, pero no se explica de ninguna manera cuando estás tratando sobre la dignidad de las personas. En este caso, los congresistas de Fuerza Popular que votaron contra el indulto, es evidente que tuvieron una decisión personal de cara a la argumentación que se hizo en el Congreso, y a la reflexión personal respecto a si podían vacar a un presidente con una causal tan severa como la incapacidad moral permanente, y si acaso eso le hacía bien al país.

Si acaso el Ejecutivo creyó que el indulto podía favorecer su posición, está claro que se equivocó…

Sin duda alguna el sistema político ha sufrido con esta determinación de un indulto, además, tan a destiempo, tan apresurado… La situación del presidente es compleja porque se ha resquebrajado su auctoritas, que es la legitimidad o el derecho que cree que tiene el pueblo de elegir a su gobernante. Si el presidente planteó una serie de medidas antes de ser elegido y luego desconoce estas medidas, va perdiendo autoridad.

¿Ha tenido la oportunidad de hablar sobre el tema con el presidente Kuczynski y preguntarle por las razones del indulto?

Sí, hablé una vez con él. Le pregunté directamente si había habido un acuerdo político y me negó categóricamente un canje de votos. Me dijo que él creía que debía indultar a Fujimori, y si eso era así, a mi entender se pudo presentar esta figura sin recurrir al tema humanitario, sencillamente porque el indulto es una prerrogativa del presidente que está en todas las constituciones de Latinoamérica. Para muchos expertos, la razón por la que el presidente Kuczynski apeló al indulto humanitario fue la imposibilidad de otorgar el indulto presidencial por la Ley 28760, que estipula que no procede un indulto, ni la conmutación de pena, a los condenados por delitos de secuestro y extorsión. El texto de 1993 que se utiliza como Constitución no plantea ninguna excepción para el indulto. Y cuando la Constitución dice algo, tú no puedes adelgazar las facultades que esta da a determinados funcionarios, a través de una simple ley, porque la ley es de inferior jerarquía. Yo entiendo que se recurre al indulto humanitario porque se pretende “dulcificar” una medida que, siendo política, podría haber sido muy dura para algunos. Para mí es lo mismo que le pongas humanitario, deportivo o indulto lunático, el indulto es el indulto, y en la Constitución está clarísimo.

Si esta es una prerrogativa personal del presidente, ¿cuál es la crítica al indulto?

Entiendo que había mejores formas de abordar el tema. Si el presidente pensó que debería dar el indulto a Fujimori, había otros caminos, por ejemplo, buscar que la pena la cumpliera en su domicilio. Es cierto que para ello se necesita una ley, pero tranquilamente el presidente podía convocar a una legislatura extraordinaria con agenda única, para discutir un proyecto para que las personas mayores y enfermas pudieran terminar de cumplir su pena en casa. Es una forma de enfrentar políticamente el problema, y hacer que el fujimorismo asuma su responsabilidad.

Lee la entrevista completa en la edición 635 de COSAS