Según el diario El País, las piezas pertenecientes a la reina consorte de Francia y a sus familiares serán subastadas a través de Sotheby’s tras permanecer ocultas por más de 200 años.
No todos los días es posible comprar las joyas que utilizó María Antonieta en sus años de opulencia y desenfreno. Aunque puede ser difícil pagar más de 8000 dólares por un anillo, ya es posible para más de un coleccionista acceder a las joyas de la familia Borbón-Parma, que incluyen piezas pertenecientes a la célebre reina francesa, gracias a la casa de subastas Sotheby’s.
«Una de las colecciones de joyas reales más importantes que jamás se haya subastado está programada para captar la imaginación del mundo cuando salga a la venta en Sotheby’s, en Ginebra, el 14 de noviembre de 2018», reveló la exclusiva casa de subastas en un comunicado.
Joyas reales
Con el título «Joyas reales de la familia Bourbon-Parma», Sotheby’s ofrecerá más de 100 piezas históricas cuyos orígenes van desde el reinado de Luis XVI hasta la caída del Imperio austrohúngaro.
Los Borbón-Parma, que han custodiado las joyas hasta el momento, están vinculados con algunas de las familias más importantes de Europa como los Borbones y los Habsburgo. Los miembros del linaje incluyen areyes de Francia y España, emperadores de Austria y duques de Parma. «Esta ascendencia queda demostrada por la extraordinaria opulencia de las piezas de la colección, dirigida por un impresionante grupo de joyas que una vez pertenecieron a la reina María Antonieta», explica Sotheby’s.
Según El País, las joyas «fueron guardadas en una “noche frenética” de 1791 en el Palacio de las Tullerías de París, mientras el rey Luis XVI y su mujer María Antonieta se preparaban para escapar». Mientras el país convulsionaba con la Revolución Francesa, las piezas fueron enviadas secretamente a Bruselas y después a Viena.
«Con el tiempo llegaron a María Teresa de Francia, conocida como Madame Royale, la hija de María Antonieta, que las donó a su hija adoptiva Luisa de Francia. Siempre escondidas, terminaron en manos de su hijo Roberto I, último duque de Parma, fallecido en 1907. Ahí se les perdió la pista», añade El País.
La colección no solo es exclusiva por su valor histórico y los descomunales precios que rodean cada una de las piezas (un par de pendientes pertenecientes a María Antonieta pueden llegar a costar más de 200 mil dólares), sino también porque es la primera vez que estas joyas ven la luz.
«Nunca antes visto en público, este extraordinario grupo de joyas ofrece una visión cautivadora de las vidas de sus propietarios que se remontan a cientos de años. Lo que también es sorprendente es la belleza inherente de las piezas en sí mismas: las gemas preciosas con las que están adornadas y la artesanía excepcional que exhiben son impresionantes por derecho propio”, expresó Daniela Mascetti, vicepresidenta de Sotheby’s.