Una buena película de terror necesita mucho más que un grupo de personas gritando y un montón de sangre. Muchos de sus creadores suelen usar elementos perturbadores para hablar sobre temas sociales y culturales reales. Así, el género se ha convertido en un aliado de las historias LGTB. 

Por Redacción COSAS

Lizzie

La historia real de Lizzie Borden, mejor conocida como la asesina del hacha. Protagonizada por Kristen Stewart, la actriz da vida a la mujer acusada de asesinar a sus padres en Massachustts en 1892. Recuenta los días antes del asesinato y llegando hasta el juicio en el que Borden fue declarada inocente.

Craig William Macneill, director de la película, se dio la labor de resaltar la relación entre Borden y su ama de llaves Maggie Sullivan (Chloë Sevigny).

Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy

Uno se podría sorprender al enterarse que uno de los filmes sobre Freddy Krueger es considerada «la película de terror más gay de la historia». Esto se debería a las revelaciones de David Chaskin, guionista de la película, en el documental ‘Never Sleep Again: The Elm Street Legacy’.

Chaskin reconoció que no fue una coincidencia que cuando Jason posee el cuerpo de Jesse, este prefiere pasar el tiempo con su mejor amigo antes que con su novia. El subtexto homoerótico fue creado a propósito para no solo representar una lucha contra el icónico slasher, sino con su propia identidad sexual.

Velvet Buzzsaw

Jake Gyllenhaal da vida a Morf Vanderwalt, un temido crítico de arte quien, tras adueñarse de las pinturas de un artista fallecido, empieza a sufrir consecuencias horrorosas. Y es que, las obras Vetril Dease, están matando a las personas.

La película no es explícitamente LGBT, pero el personaje de Morf pone sobre la mesa las complicaciones de aceptar la propia identidad sexual. Ya que, a pesar de ser un hombre gay, intenta lograr que lo perciban como heterosexual al salir exclusivamente con mujeres.

Thelma

Eili Harboe y Kaya Wilkins protagonizan la historia de una adolescente religiosa confundida y reprimida. Cuando Thelma comienza a explorar su sexualidad descubre que tiene una habilidad sobrenatural que puede ser un regalo o un peligro si no aprende a controlarla.

Victim

Victim puede parecer una película arcaica, pero su argumento nos enseña la opresión sexual de la época (1960) que sigue siendo tristemente relevante hasta el día de hoy. Afortunadamente, Dirk Bogarde ofrece una de sus mejores actuaciones interpretando a un hombre homosexual solo por inclinación, nunca por acto. 

Se ha convertido en una imagen icónica de la historia social que data los últimos 60 años.

Bram Stoker´s Dracula

Francis Ford Coppola se tomó muchas libertades con temas sexuales en su adaptación del clásico de 1992. Lo interesante es que se dice que ya había temas queer y sobre expresión de la sexualidad en la versión original de los años 30. Recordamos que Drácula tenía un sinfín de amantes de todos los sexos, a quienes se les considera íconos bisexuales.

La piel que habito

‘La piel que habito’ le generó un BAFTA a Almodóvar en 2012. En su reconciliación con el gran público, el director español nos habla de ética y empatía, y nos da herramientas fundamentales para abrir la puerta hacia un futuro narrativo diferente donde lo trans y lo queer no estén asociados ni a un desarrollo narrativo necesariamente traumático y desviante, ni a un género cinematográfico específico o de nicho. Deja atrás etiquetas como “cine gay” o “cine queer”.

Un choque entre los deseos “masculinos” de Vicente y los deseos supuestamente “femeninos” de Vera.

Hellraiser

Una celebración de lo diferente. Mucha gente no ve entre líneas, pero Hellraiser abre visibilidad a las sexualidades alternativas. No necesariamente LGTB, pero inclusiva con el S&M y muchas otras formas de expresión sexual.

La película de Clive Barker fue la primera de una larga saga de terror icónica. La versión de 1987 narra la historia de una mujer que se topa con el cuerpo resucitado de su cuñado, y decide empezar a matar para que él pueda escapar de los demonios que lo persiguen.

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