La actriz y socióloga Silvana Cañote nos adelanta, en exclusiva para COSAS, detalles de “La herencia de Flora”, película en la que Diego Bertie formará parte de manera póstuma, y en la que compartió con Silvana largos días de grabaciones, formando un íntimo vínculo y compartiendo grandes anécdotas y enseñanzas que la actriz conservará para siempre.

Por Diego Ochoa Acosta Fotos: Javicho Rivero

Muchos hemos podido ver a Silvana Cañote crecer frente a las cámaras desde muy pequeña, convirtiéndose en el rostro favorito de una generación que sábado a sábado sintonizaba el programa infantil “América Kids”. A los 13 años, debutó en el cine con la película “Tarata”, y desde entonces ha protagonizado diversas novelas de América Televisión y conducido programas en Movistar por varios años. Decidió tomarse un descanso de las cámaras para terminar la carrera de Sociología en la Universidad Católica, y al día siguiente de entregar su tesis comenzó a trabajar en lo que será su regreso al cine, “La herencia de Flora”, una biopic de Flora Tristán en la que trabajó de la mano de Diego Bertie en todas sus escenas.

A los pocos momentos de conocerlo, sentía que habían sido amigos toda de toda la vida, y es por eso que Diego fue fundamental para el desarrollo de su personaje.

“Era muy abierto y generoso en compartir sus experiencias, anécdotas que nos sorprendían a todos, desde cosas que le habían pasado cuando trabajaba en Colombia, o de cómo estaba insertándose en las redes sociales”, comenta Silvana sobre Diego Bertie.

¿Cómo llegó este proyecto a tu vida?

Esta película ha sido un regalo en todo sentido. Al día siguiente de mandar mi tesis para terminar la universidad, tenía prueba de vestuario y no tuve un solo día para tomar aire. Tuve la oportunidad de comenzar con este proyecto maravilloso, no solo por el contenido, por lo que implicaba en términos históricos y de arte, sino también por el equipo tan talentoso con el que pude trabajar.

¿Qué detalles puedes compartirnos acerca de tu personaje?

Mi personaje es la hija de Flora Tristán, se llama Aline, es un personaje que de acuerdo con el tipo de narrativa y como se está estructurando la historia de la película, tiene un rol de conectar las historias y tiempos. Ella, por la necesidad de conocer más acerca de su madre, va en busca del personaje interpretado por Diego, el Capitán, y es por esta razón que todas mis escenas fueron grabadas con él; no tengo una sola escena en la que no estemos juntos. El ritmo de toda la película lo dictan los recuerdos del Capitán en conversación con mi personaje. Trabajas en el medio desde que eres una niña.

En “La herencia de Flora”, Silvana Cañote interpreta a Aline, un personaje que busca al de Diego Bertie para encontrar respuestas sobre su madre.

¿Habías tenido la oportunidad de trabajar antes con Diego Bertie?

Esta fue la primera vez. No lo conocía personalmente. Siempre tuve muy buenas referencias de personas cercanas que habían trabajado con él. Pero, desde el segundo uno que compartimos, para una primera lectura de guion, fue básicamente como si me conociera de toda la vida. No era como esas mega estrellas que llegaban y se daban su lugar. Era una persona con un trato muy horizontal. Esta es mi tercera película en el cine, y él tenía una trayectoria consagrada de años. Jamás me hizo sentir ningún tipo de lejanía, era impensable para él establecer ese tipo de vínculos por su tipo de personalidad, él era muy efusivo, no nos habíamos visto nunca en la vida, pero llegaba y te abrazaba, te preguntaba cómo estabas, en que estás, y te pedía que le cuentes más de ti… él era eso, generador de un ambiente cálido, bonito y creativo. Algo muy característico en Diego era que, apenas lo conocías, te dabas cuenta del potencial creativo que tenía, por eso es que ha hecho tantas cosas tan diversas, y ha podido meterse en tantos personajes de la forma en que lo ha hecho.

¿Qué recuerdos tienes de tus días de rodaje junto a él?

Estos rodajes de cine comienzan a las siete de la mañana, y era mostro, porque mientras más chévere es la persona con la que grabas, más ameno se hace el día de rodaje, y eso se daba con Diego. Mientras nos maquillaban, Diego y yo no solamente hablábamos de la película, hablábamos de lo que nos estaba pasando en ese momento. Él era muy abierto y generoso en compartir sus experiencias, anécdotas que nos sorprendían a todos, desde cosas que le habían pasado cuando trabajaba en Colombia, o de cómo estaba insertándose en las redes sociales. A mí me pasaban a recoger a las seis de la mañana, llegaba super cansada al centro de Lima. Pero él llegaba con una energía increíble, diciéndome cosas como: “Preciosa, buenos días, ¿Cómo has amanecido? ¿Estás lista? Hoy la rompemos”. Y yo que ni me terminaba de despertar creo [risas]. Él llegaba con esa vibra. Imagínate cómo no va a ser especial trabajar con una persona que te transmite todo eso. La película va a estar muy bonita, y creo que va a ser un gran homenaje para Diego por todo lo que él ha dejado en ella; ha sido una producción en la que se ha entregado por completo. Cuando se terminaba de grabar una escena con él, era un momento bastante emotivo, porque él se había abierto por completo. Y eso fue lo que también le agradecí cuando terminamos de rodar; le dije: “Gracias por esa generosidad en escena, y por darte de esa forma, porque no es fácil sacar tanto de uno”. Y esa capacidad de entrega, entre tantas otras, era el pilar de su grandeza.

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