Para Ananda Friese, hablar de espiritualidad aún es delicado en nuestra sociedad. ¿Por qué? La directora de The Soulab cree que se debe a ciertos mitos que se han creado alrededor del tema. En esta columna los devela y rectifica.
Por Ananda Friese
La espiritualidad es quizás la cosa más natural que existe: es simplemente el reconocimiento consciente de que somos más que un cuerpo, que somos un alma con un potencial infinito. Sin embargo, es delicado hablar de espiritualidad en nuestra sociedad por la falta de información y por ciertos prejuicios alrededor del tema. Por eso, en esta columna quisiera desmentir algunos de los mitos más comunes para que así, ojalá, nos abramos a la posibilidad de que existe más en el mundo de lo que podemos percibir con nuestros cinco sentidos.
Mito 1: Espiritualidad = Religión
“La religión es creer en la experiencia de otra persona. La espiritualidad es tener tu propia experiencia”, escribe Deepak Chopra. ¿Qué significa esto? En nuestro mundo hay muchas religiones y todas predican que su historia es la correcta. La espiritualidad ve la verdad en todas ellas y las une, porque la verdad es la misma para todos nosotros a pesar de nuestras diferencias y singularidad.
A muchas personas, sobretodo las más jóvenes, se les hace difícil identificarse con la palabra “Dios” o con cualquier cosa que esté relacionada a este concepto. Parece que al personificar a ese “Dios” –ponerle sexo, rostro, nombre–, la imagen nos aleja de él, cuando en realidad es todo lo contrario. La espiritualidad implica reconocer esa fuerza divina dentro de nosotros; reconocer que existe algo más grande y que esa fuerza nos conecta a todos y que está, estuvo y siempre estará dentro de cada uno. No es algo que debamos conseguir, ni ganarnos.
Una religión puede definirse como una institución con un conjunto de creencias y prácticas organizadas y compartidas por una comunidad. En su mayor parte, una religión es una entidad pública y la premisa general de su doctrina, incluido el credo, el código y la ética, está documentada, es tangible y se comparte abiertamente.
La espiritualidad, por otro lado, es un descubrimiento personal y singularmente individualizado y un conjunto de creencias y prácticas que evoluciona con el tiempo. A través del estudio, evolucionan las creencias y las prácticas de autorreflexión y experiencia que apoyan a un individuo en su conexión única con algo más grande que sí mismo. La espiritualidad es profundamente personal y, aunque algunas prácticas como el yoga pueden realizarse junto con otros, las estructuras de creencias y la conexión reales son únicas para el individuo.
Por supuesto, esto no significa que si practicas una religión no eres espiritual, sino todo lo contrario. Lo que quiero decir es que eres espiritual así no practiques una religión. Tienes el derecho de creer en todo lo que desees y de ponerle el nombre que quieras.
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Mito 2: Hay muchas reglas
A diferencia de seguir una ideología específica o un conjunto de reglas, la espiritualidad simplemente te permite seguir a tu corazón, te alienta a escuchar tu intuición y hacer lo que es correcto para ti y para los que te rodean. Te libera para ser la mejor persona que puedas ser, sin promesa de castigo o recompensa. La recompensa es simplemente tu propia felicidad interior.
Mito 3: Las personas espirituales están felices y en paz todo el tiempo
Todos somos humanos y todos tenemos sentimientos. Ningún ser humano está exento del triunfo ni de la tragedia. Habrá momentos en que te sientas feliz, momentos en que te sientas triste y momentos en que te sientas fatal. Las emociones son energía en movimiento. La libertad está en la capacidad de abrazar todos los aspectos humanos y en reconocer que nuestros sentimientos no nos definen. Y con esta aceptación, vivir nuestra humanidad más conscientemente.
Mito 4: Hay una manera correcta y una incorrecta de ser espiritual
Una mayor consciencia trae la comprensión de que no hay correcto o incorrecto, solo diferentes caminos y diferentes decisiones a tomar. Todo lo que ocurre es divinamente perfecto para ese momento, circunstancia y espacio específicos. Es divinamente perfecto para las lecciones de tu vida. Es el yin y el yang. La vida es una matriz entretejida donde no hay errores, solo lecciones.
Mito 5: Hay que llegar a una meta
En un viaje espiritual no hay una línea de meta para cruzar. No hay ningún punto al que finalmente llegas. No hay cima de la montaña. Un viaje espiritual es un proceso constante de cambio, evolución y crecimiento. Siempre estarás aprendiendo. Cuanto más creas saber, más te darás cuenta de lo que aún te falta aprender.
Mito 6: No todos somos espirituales
Todos somos seres espirituales teniendo una experiencia humana. Empiezas y terminas de esa manera. A medida que navegamos por la vida suele suceder que nos olvidamos y nos alejamos de nuestra esencia. Nos condicionamos a las creencias de nuestros padres, a la cultura y el entorno, que se convierten en formas implantadas de ser. Una vez que reconocemos el condicionamiento, podemos trabajar en dejarlo ir y acceder al ser espiritual que siempre hemos sido y siempre seremos.