Con el papel antagónico en la serie más famosa del habla germana “Entre nosotros”, nos abre sus puertas cuando va a recibir el reconocimiento al único peruano exitoso en el mundo mediático germánico.
Por Diego Molina
Diego se sirve un vino y arma un tabaco bajo los altos techos blancos en su apartamento del casco histórico de la ciudad de Colonia. Habla de “Entre nosotros”, la serie en alemán más vista en Alemania, Suiza, Polonia y Austria. Él es “David”, un ex militar que busca vengar a su padre a través de un secuestro.
Esta es la ciudad de su familia materna y uno de los centros mediáticos de Europa. El edificio donde estamos fue bombardeado en la II Guerra Mundial. El cardenal de aquel tiempo, Josef Frings, es un héroe nacional porque resistió, en obra y palabra, al régimen Nazi. Es su ancestro, al igual que Kurt Frings, el agente que representó a Elizabeth Taylor y a Audrey Hepburn en la edad dorada de Hollywood. El humo del tabaco trepa las paredes como sube el orgullo de Diego por sus ancestros.
El actor tiene el pelo largo y rubio oscuro, mirada fuerte de un azul transparente, una barba algo descuidada y es más alto que los muebles de roble de la sala. Por eso suele tener el papel del héroe caído, el chico malo. Eso no le incomoda: “para mí es importante darles calidez, algo de luz en su oscuridad. Encontrar su carencia. Porque lo único que quieren estos personajes es amor.”
En Perú también los ha interpretado en las películas “No me digas solterona”, “Caiga quien caiga” o en “Sebastiana: la maldición”. Diego Seyfarth quiere que el espectador se identifique: “qué hijo de puta, pero lo entiendo”. Él trabajó 5 años en nuestro país, porque vino a apostarlo todo por el amor a su actual esposa, Karina Jordán, también actriz. Hasta el año pasado, cuando la productora más antigua de Alemania, UFA, de la legendaria película “Metrópolis”, lo llama para una película en Canarias y la serie “Entre nosotros”, que lo ha transformado en una rara estrella peruana en el firmamento alemán.
Diego tiene puesto una camisa blanca y un cárdigan marrón. Es un hombre simple al que le gustan las cosas sencillas. “Extraño Miraflores, bajar a la playa, correr Morey, tomar un emoliente en una esquina”. Considera que en la simpleza está lo primordial. “Para mis papeles, investigo un montón, el reto está en atraer la atención del público con pocos gestos, con el impulso interno”. Es lo que él llama el “cable a tierra” del personaje.
Y eso va con lo que adora de sus actores favoritos: Jack Nicholson por sus “silencios incómodos”, Javier Bardem por “su presencia” y Anthony Hopkins por “su registro vocal”. Detalles que dan solidez a una escena. A largo plazo, quiere el cine español, Netflix y Amazon en México. “Hollywood es una opción, pero debe ser orgánico, espontáneo”.
En su sala resalta un viejo cuadro de la “Virgen de Guadalupe”. “Es mi conexión con el plano de arriba”, aclara. Diego trabaja todos los días en la serie alemana y enseña en la UPC donde les dice a sus estudiantes, desde el primer día: “si quieren ser famosos, salgan de mi curso, lo importante es que quieran estar al servicio a la sociedad moviendo el corazón de la gente”.
El actor termina su segundo vino contando que su padre fue un huérfano de la II Guerra Mundial. Muestra también su emoción por el cine peruano: “es una aventura hermosa, como hay falta de personal y de recursos, todos se dan la mano.” A Diego Seyfarth lo que lo caracteriza, más allá de sus notables actuaciones, es su poderoso cable a tierra.
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