Hace 15 días vi a mi esposo “fantaseando inapropiadamente” (por así decirlo) mientras veía una foto de la enamorada de nuestro hijo. Evidentemente, desde ese momento comenzó mi inquietud ya que quería saber si era una coincidencia o no (antes de ampayarlo no se me hubiera cruzado por la cabeza este escenario). Pude darme cuenta de que él visita constantemente el perfil de instagram y facebook de la chica, cosa que me ha puesto los nervios de punta, ya que no solo es una fantasía con nombre y apellido, sino que además involucra indirectamente a mi hijo. Tengo una mezcla tanto de celos como de preocupación sobre los alcances de esta situación. ¿Dónde está la delgada línea entre una inapropiada fantasía y un potencial riesgo tanto para mi matrimonio como para mi familia? ¿Qué debo hacer?

Por Cecilia de Orbegoso

Wow! cuando leí esta pregunta no estaba tan segura si contestar o no, porque es un escenario tan surreal como un cuadro de Dalí que no puedes dejar de mirar, y con tanto morbo como el de un accidente de carretera, por el cual, aunque uno no pretenda ver, se termina siempre volteando la cabeza. Sin embargo, este escenario improbable no es del todo imposible, por lo que lamento mucho la situación tan dantesca en la que te encuentras.

Creo que te encuentras en una bifurcación en la carretera en donde tienes que decidir si tomas el camino de la derecha o el de la izquierda. Si tomas la salida de la derecha, optas por el camino de la omisión, es decir hacer la vista gorda, y esperar que sea una coincidencia pasajera. En este caso, tómate un tiempo en examinar tus propios sentimientos de celos y preocupación. ¿Se basan en una amenaza real, o son resultado de una inseguridad? Reflexionar sobre tus emociones te ayudará a abordar la situación de manera más objetiva (aunque estoy segura de que no debe ser tarea fácil ya que tu cabeza ahorita debe estar dando más vueltas que un pollo a la brasa bien rostizado).

Si tomas la salida de la izquierda, te encuentras con el camino de la acción, es decir el de tomar cartas en el asunto. Aquí nuevamente la ruta se divide en dos partes, la panamericana vieja, cuyo camino es bastante pedregoso, o la panamericana nueva, donde a veces se avanza lento, a veces rápido, pero lo que sí sabemos es que el camino está bien pavimentado.

El primer escenario, o la panamericana vieja por así decirlo, es el de la confrontación, es decir encarar a tu marido, delatarlo ante tu hijo, exigirle a este último que termine con su novia, acusar directamente a la chica de provocadora, pedirle el divorcio a tu esposo, entre otros espinados capítulos de la remasterizada novela “crónicas de un pleito familiar anunciado”. Personalmente yo no tomaría ese camino y mucho menos  lo recomendaría.

Por otro lado, lo que sí recomendaría, (y seguro que un Waze también) es optar por el camino de la comunicación abierta y sincera. Habla con tu esposo sobre tus preocupaciones y sentimientos de manera clara, pero respetuosa a través de una conversación tranquila donde puedas escuchar su perspectiva. La idea es evitar cualquier tipo de malentendido, así que escucha activamente y si hay algo que no entiendes o necesitas más información: !Pregunta!

Para llegar al final del camino es indispensable tener el parabrisas bien limpio y esto implica que tengas una comprensión completa de la situación. Además, tú y tu esposo pueden establecer límites claros sobre la interacción y el comportamiento relacionado con la novia de tu hijo. Juntos pueden definir qué tipo de interacción es apropiada y cuáles son los límites que ambos se comprometen a respetar. (Te doy un tip muy importante: evita los juicios y ataques personales…y prepárate porque vas a requerir mucha paciencia, respeto mutuo y morderte varias veces la lengua)

Recuerda que la meta de la conversación es buscar una comprensión mutua y encontrar formas de abordar la situación juntos sin comprometer a tu hijo, por lo que también te sugiero que le des suma prioridad a la confidencialidad, evita discutir el tema en presencia de tu hijo o en lugares donde pueda escucharlos. Y si lo consideras extremadamente necesario, conversa con tu hijo sobre tus preocupaciones sin dar detalles específicos, y explicándote que hay algunas dinámicas complicadas en tu relación de pareja y que estás trabajando en resolverlas.

Finalmente, no estaría de más que tu esposo y tu exploren formas de fortalecer su relación, y probablemente acudir juntos a consejero matrimonial. A fin de cuentas, esta situación tan surreal y delicada es entre tú, tu esposo y tu matrimonio, cualquier otro ingrediente en este cocktail tan bitter, aquí solo creará complicaciones amargas.

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