El edificio Carlos Graña, en San Isidro, saca partido de su ubicación privilegiada con vistas a un hermoso parque, haciendo uso de una arquitectura inteligente y al servicio del usuario final.

Por Redacción CASAS

El reciente proyecto de CC17 tiene una ubicación favorecida de doble frente ante el parque Hermasia Paget –un paraje oculto entre las manzanas de San Isidro– y la calle Carlos Graña. Este emplazamiento permite tratar la vereda que conecta ambas zonas como un gran macetero urbano con plantas, bancas y arte. “Funciona como un pasaje exterior vivo”, comenta José Luis Miranda, uno de los arquitectos del proyecto. Aquí se ubica el lobby del edificio, un espacio vidriado de más de cuatro metros de altura.

El diseño del edificio también procura integrar todas las vistas posibles al parque. Por eso, se ha dejado la mayor cantidad de área libre en la esquina del inmueble que se abre hacia ese lado. En ese sentido, la propuesta arquitectónica resulta aún más interesante por lo que se deja de construir para ofrecer una perspectiva natural, muy conectada con el entorno. “El diseño de los departamentos es una exploración de su distribución y cómo su vivencia se relaciona con el paisaje del parque, el pasaje y la calle”, explica Gustavo Ghezzi, otro de los arquitectos del proyecto convocado por la inmobiliaria CC17.

El proyecto extiende su arquitectura hacia el parque Paget. Hay mucha fluidez al interior de cada departamento, lo que hace que el espacio se sienta flexible y amplio. [Vistas 3D referenciales].

Esa fluidez espacial prolongada, con fugas y visuales hacia el exterior, se ha logrado organizando los ambientes de cada departamento alrededor de un gran núcleo central de servicio. Eso hace posible, por ejemplo, que tanto la cocina como el dormitorio principal tengan doble vista; hacia el pasaje y hacia la calle. La ausencia de vigas visibles, complementada con pocos elementos verticales que cumplen una función estructural en el edificio, aportan a esa continuidad espacial entre estancias.

“Esta combinación permite una distribución adaptable y flexible, capaz de ajustarse a las preferencias individuales de los propietarios”, recalca el arquitecto José Luis Miranda. De hecho, esa es otra cualidad del edificio: es tailored. Al tratarse de un proyecto boutique, con un departamento por piso, la flexibilidad en la planta deja la puerta abierta para que los clientes lo personalicen de acuerdo con sus necesidades y preferencias específicas. La atención a los detalles, así como la estética del edificio –conceptualizada desde la claridad estructural y material, que se integra con el contexto–, convierten a Carlos Graña en un proyecto impecable.

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