En la última gala de los Globos de Oro, muchos apostaban a que Sally Hawkins, protagonista de “The Shape of Water”, ganaría como Mejor Actriz Dramática. Pero la gran sorpresa la dio Frances McDormand, conocida gracias a su actuación en “Fargo” –por la cual ganó el Oscar en 1997 en la categoría de Mejor Actriz– y a la serie “Olive Kitteridge”. La actriz de sesenta años ahora se perfila como la gran favorita para obtener nuevamente el premio de la Academia por su trabajo en la cinta de Martin McDonagh.

 Por Yenny Nun, desde Los Ángeles

“Soy una actriz de carácter, no una estrella. A veces trabajamos y otras no, pero siempre me queda el teatro”, señala la nominada al Oscar Frances McDormand apenas llega a nuestra entrevista, sin una pizca de maquillaje.

“ThreeBillboards…” arrasó con los Globos de Oro, incluyendo Mejor Película, tu premio, Mejor Actor de Reparto y Mejor Guion. Y ahora es la gran favorita para los Oscar. ¿A qué atribuyes tanto éxito?

Al guion. Si recorres mi filmografía, he interpretado bastantes mujeres victimizadas, aunque yo les di una dimensión extra por ser quien soy. Creo que el gran regalo de este guion es que, aunque te das cuenta de que ella ha sido una víctima en su vida, una vez que decide actuar no hay duda de que llegará hasta donde se proponga. Su actitud es algo que no esperamos de personajes femeninos. Generalmente las mujeres se disculpan, pero Mildred no lo hace.

¿Qué define a Mildred?

La furia que Martin creó para ella. No es enojo, porque la ira se puede manejar, se puede ir a terapia y solucionar el problema. Pero la furia es parte de la tragedia griega, lo que eleva esta historia a la conciencia universal. Ya no se trata solo de una buena película, sino que se crea una conversación cultural. Marge (el personaje que interpretó en “Fargo”) y Mildred son personas fuertes, pero existe esta furia en Mildred que Marge no comparte.

¿En algún momento pensaste tomar la justicia en tus propias manos, como hace Mildred en la película?

Creo que construí toda mi carrera de esa manera. Cuando era una joven actriz, se me informó que no tenía un cierto tipo ni tampoco calzaba con otro. Me dijeron también que no tenía talento natural. Escribí una lista de todas las cosas que enumeraron que no tenía y decidí que, en cierto momento, las necesitarían y que yo sería muy buena para entregárselas. El gran regalo de Martin, mi director, fue ofrecerme a estas alturas de mi vida un rol que me permite mostrar el abanico de mis habilidades profesionales, e interpretar a una mujer que, irónicamente, es distinta a la mayoría de las mujeres que se ven en la pantalla. Por eso siento que esta película es una respuesta a algunas de las injusticias que he vivido en mi profesión. Pero nunca me convertí en víctima.

En la historia se nota tu pena, pero no lloras…

Conversamos mucho con Martin de las alternativas que tiene una mujer en lugar de llorar, porque aprendí con “Olivia Kitteridge” que muchas mujeres tienen algo en común, y es que frente al dolor su primera opción no es llorar, expresan su vulnerabilidad de otra manera.

¿Mildred es una feminista?

No creo que le importe, solo le importa la justicia. Es un personaje inolvidable. Miente, lanza una bomba Molotov a la estación de policía, es una persona moralmente ambigua, y eso la hace mucho más interesante.

¿Alguna vez sentiste que no te escuchaban?

Sí, cuando estaba en clases de teatro en la universidad y me llamaron para informarme que no tenía talento y que necesitaba esforzarme mucho más. Y lo hice. Asistí a la Escuela de Arte Dramático durante tres años con la determinación de demostrar que lo que me habían dicho no era verdad.

¿Hubo algo en tu educación que te hace ser tan determinada?

Creo que sí. Vengo de un pueblo estadounidense muy chico, mi padre era párroco, crecí en un ambiente muy conservador. Siempre supe que no iba a vivir ahí. En cuanto dejé mi hogar, comencé a buscar mi tribu y mi identidad, como hacemos muchos de nosotros. Pero no es que haya sido oprimida, sino que fui criada para creer que yo lograría lo que me propusiera. Además, crecí en un ambiente muy ético, por eso ahora me preocupan los valores con los que está creciendo nuestra juventud.

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