Para muchos, su notable interpretación en The Disaster Artist –cinta que también dirigió–, lo elevó a la condición del gran ausente entre los nominados al Oscar a Mejor Actor durante la más reciente gala de la Academia. Lo cierto es que, luego de ser acusado de acoso sexual por cinco mujeres, el actor cumplió los cuarenta años buscando mantener a flote su carrera.
Desde el principio de su trayectoria, el actor, guionista, director y productor ha mantenido un precario balance entre su carrera como actor “serio”, su reputación como galán y sex symbol –que se vino abajo tras las denuncias por acoso sexual que cinco mujeres hicieron públicas en enero, inmediatamente después de que la estrella ganara el Globo de Oro por su protagónico en The Disaster Artist– y muchos otros intereses que van desde la literatura al arte y la enseñanza. No siempre ha tenido éxito en todo lo que hace, pero eso, en su caso, no es lo importante. Para Franco, lo importante es hacer las cosas con pasión.
¿Cuánto sabías de Tommy Wiseau (el cineasta polaco-estadounidense que escribió, produjo, dirigió y protagonizó The Room (2003), en cuya historia de rodaje se basa The Disaster Artist) antes de filmar la película?
No sabía mucho. Recuerdo que hubo un cartel publicitario en Highland, en las colinas, durante cinco años, de 2003 al 2008, que Tommy pagó para promocionarse a él mismo y a su filme. Era ya una inversión de cientos de miles de dólares, solo por el cartel. Y, aparte, gastó seis millones de dólares en una película que parece haber sido filmada con un presupuesto de sesenta dólares. Eso era todo lo que sabía.El cartel era muy raro, tenía su cara mirándote y un número de teléfono.
Luego leí el libro que escribió su coprotagonista en The Room, Greg Sestero, y Tom Bisell, un gran periodista. Y me alegra haber leído el libro primero, porque The Room es tan extraña, tan rara, la gente ha ido a verla durante catorce años solo para reírse de ella, pero las cosas son más complejas. Creo que hay algo muy interesante en ver a una persona haciendo un esfuerzo tan grande para comunicar lo que desea.
Él ahora puede decir que planeaba hacer una comedia, pero viendo la película te das cuenta de que estaba tratando de hacer algo muy, muy personal, un testimonio serio acerca de cómo veía el mundo y cómo se sentía traicionado por él. Partir por el libro me dio la oportunidad de ver a la persona detrás de la película y, en una forma muy particular, su profundidad. Tommy no es muy diferente de mí, excepto por el hecho de que no tiene ninguna conciencia sobre sí mismo.
Los dos tuvimos al mismo héroe en nuestros comienzos, James Dean, con la diferencia de que yo lo interpreté. En parte, sin mencionar el talento, eso se debió a la genética, a que me parezco un poco a Dean. Él no se parece en nada, pero tiene lo que yo llamo una dismorfia revertida: se ve como se ve, pero él piensa que se ve como James Dean.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con tu hermano en este filme?
Mi hermano… Puedes preguntarle y te dirá que muchas veces le pedí colaborar en proyectos bastante raros. Hubo un momento en que estaba rodando varias adaptaciones literarias y le pedí que participara, pero él no estaba interesado. Y lo entiendo. Había llegado a Los Ángeles, era siete años menor que yo, y para entonces yo ya era un actor establecido, había aparecido en Freaks and Geeks y había ganado un Globo de Oro por James Dean.
Cuando salía en Hollywood, lo primero que la gente mencionaba era mi nombre. Entiendo que haya querido distanciarse de mí por un tiempo y establecer su propia carrera. Eso hizo durante una década. Pero este fue el proyecto correcto, lo supe desde un principio, desde que leí el libro.
¿Fue difícil dirigir a tu hermano?
Cuando estudié Dirección en la Universidad de Nueva York, siempre pensaba que quería tener un buen colaborador. Quería tener un hermano Coen, como sucede con Ethan y Joel Coen. ¡Entonces me di cuenta de que tenía un hermano Franco! Creo que fue el momento preciso para que trabajáramos juntos. Yo he crecido como persona y como artista, director y actor; y Dave, en cierto modo, es mucho más maduro de lo que correspondería a su edad. Era el momento de unirnos.
¿Has tenido tu propia “Room”, tu propio desastre?
Sí, y uno bueno. Fue muy distinto al caso de Tommy, porque él sintió que para sobrevivir debía filmar su película; yo no sentí lo mismo cuando acepté ser coanfitrión de la gala del Oscar (en 2011, junto a Anne Hathaway). No sentí que debía hacerlo o moriría. Hasta que me pidieron hacerlo, nunca había pensado al respecto. Pero lo hice, y las cosas no salieron bien. Recuerdo que fue muy duro después. Volví a la costa este y me encerré en un hotel en New Haven. Estaba tomando cursos en la universidad en esa época, fui a algunas clases durante la semana, pero regresaba de inmediato a mi habitación. Fue un verdadero golpe emocional.
Algo que hace atractivo a un actor es el misterio. ¿Es difícil mantenerlo en esta era de redes sociales y televisión de entretenimiento las 24 horas del día?
Cuando generas atención, la gente te pregunta sobre tu vida y eres una persona pública; todo eso es parte de tu trabajo. Y es muy difícil de manejar. En un momento de mi vida fui muy activo en las redes sociales, especialmente en Instagram, pensando que era algo frívolo, una tontería divertida. Pero luego me di cuenta de que esas fotos tontas que subía iban creando un personaje que la gente creía que era real, me empezaron a ver de otra manera. Esa máscara que creé se convirtió en cemento sobre mi cara. Por eso ya no sigo en Instagram ni estoy presente en ninguna red social. Me dedico a los proyectos que me interesan. Eso es todo.