El sábado 19 de mayo, durante una soleada mañana de primavera, tuvo lugar uno de los eventos más esperados del año para los británicos: la boda del príncipe Harry, uno de los royals más queridos, y Meghan Markle, su glamorosa novia estadounidense que ya se ha convertido en un ícono de un país que abraza la modernidad y la diversidad. ¿Qué tradiciones, protocolos y convenciones de la monarquía británica quebró este matrimonio real?

Por José María López de Letona

La primavera inglesa es conocida por impredecible, pero por suerte la mañana del sábado 19 de mayo amaneció soleada en Londres. En la ciudad se palpaba el ambiente por el enlace del príncipe Harry y Meghan Markle: calles engalanadas con banderitas, gente en los trenes leyendo periódicos dedicados al matrimonio real, pubs que anunciaban precios especiales y horarios excepcionales con motivo del enlace.

Como en ocasiones anteriores y pese a no tratarse de una boda de Estado (Harry solo ocupa el sexto lugar en la línea de sucesión), los vecindarios también organizaron street parties, y los restaurantes, menús especiales en homenaje a uno de los miembros más queridos de la familia real.

La pareja se casó a mediodía en la capilla de St George del Castillo de Windsor, en una ceremonia oficiada por el muy reverendo David Conner y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby.

Alex W. Campbell, asesor del ex alcalde de Londres Boris Johnson y miembro del Partido Conservador, comenta a COSAS: “Los ingleses se emocionan con los eventos de la familia real, y si se trata de una boda, que es una ocasión tan feliz, con más motivo todavía”. Añade: “Mucha gente se congregó el sábado para seguir el acontecimiento como si de una final de fútbol se tratara, o acudían a fiestas especiales para ver la boda en familia o con amigos. En tiempos en que el país está bastante dividido por el Brexit y casos de corrupción, la familia real consigue unir a gran parte de la población”.

En efecto, hasta los medios menos simpatizantes de la monarquía, como The Guardian, dedicaron una amplia cobertura al evento.

Al contrario de lo que sucedió con su hermano, Harry ha optado por usar alianza de bodas. Los anillos de la pareja son de platino y oro de Gales.

La boda de los nuevos duques de Sussex fue vista por millones de ciudadanos del Reino Unido, la Commonwealth y el mundo entero. La pareja se casó a mediodía en la capilla de St George del Castillo de Windsor, en una ceremonia oficiada por el muy reverendo David Conner y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, la máxima autoridad en la Iglesia Anglicana después de la reina y la persona más importante en el orden de precedencia en el Reino Unido, luego de la familia real. La homilía estuvo a cargo del muy reverendo Michael Curry, primer obispo negro en la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos.

Al finalizar la ceremonia, la pareja dio un paseo en carruaje descapotable por el pueblo para poder saludar a todos los que se congregaron con la esperanza de felicitarlos. De hecho, cientos de fans –o die hard royalists, como los denomina la prensa británica– se vistieron con los colores y emblemas del Reino Unido (o de Estados Unidos, de donde llegaron varios curiosos). Muchos de ellos habían acampado la noche anterior con el objeto de asegurarse las mejores vistas.

La homilía estuvo a cargo del muy reverendo Michael Curry, primer obispo negro en la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos.

El príncipe Harry y Meghan Markle ostentan, a partir de su matrimonio, el título de duques de Sussex. La tradición dicta que los miembros masculinos de la familia real reciben un título como regalo de la reina con motivo de su matrimonio. El ducado de Sussex, vacante hace más de un siglo, siempre se consideró la alternativa más factible para Harry. Su último (y único) titular fue el príncipe August de Hannover, el tío favorito de la reina Victoria.

Se casó dos veces, con lady Augusta Murray y lady Cecilia Buggin, pero ninguno de sus dos matrimonios fue aprobado por su padre, el rey George III, por lo que fueron considerados ilegítimos (también fue conocido por tener varias amantes). Esto significa que Meghan Markle es la única mujer en la historia que puede usar con legitimidad el título de su alteza real la duquesa de Sussex. Además, a Harry le corresponderán los títulos de conde de Dumbarton y barón Kilkeel.

Retrato oficial tomado por el polaco Alexi Lubomirski, de madre piurana. Detrás: la condesa Camilla, el príncipe Charles, el príncipe Harry, Meghan Markle, Doria Ragland y el príncipe William. Delante: Jasper Dyer, el príncipe Philip, la reina Elizabeth II, Kate Middleton, Charlotte, George, Rylan Litt y John Mulroney. Debajo: Brian e Ivy Mulroney, Florence van Cutsem, Zalie Warren y Remi Litt en el Castillo de Windsor.

Entre los seiscientos convidados a la ceremonia estuvieron los miembros de la familia real, así como varias celebridades, entre las que se encontraban George y Amal Clooney, Oprah Winfrey, David y Victoria Beckham, sir Elton John y su esposo David Furnish, y James Blunt y Sophia Wellesley. También se eligió a 2640 miembros del público para que pudieran ver la ceremonia desde los jardines del castillo.

Este grupo de gente incluyó a personas jóvenes, trabajadores sociales y organizadores comunitarios de todos los rincones del Reino Unido, niños de las escuelas locales y empleados de la familia real. Cabe destacar que, en esta ocasión, no acudió ningún representante de las casas reales europeas, puesto que, como ya se ha mencionado, no se trataba de una boda de Estado.

La ceremonia

Harry y Meghan intercambian votos durante la boda en la capilla de St George. La ceremonia contó con seiscientos invitados.

La ceremonia fue una perfecta mezcla de tradición y modernidad, con guiños tanto al príncipe como a la herencia estadounidense de Meghan. La música de sir Hubert Parry y las lecturas de la Biblia se mezclaron con las voces del coro góspel, que interpretó piezas de Ben E. King y Etta James. El príncipe Harry llegó unos minutos antes que la reina y el duque de Edimburgo (la tradición dicta que la reina es la última en sentarse), acompañado de su hermano y padrino, el duque de Cambridge, con quien se le vio sonriente y haciendo confidencias.

La novia llegó a la iglesia en coche con sus pajes y damas de honor, y luego, en lo que se considera un acto de modernidad, subió las escalinatas de la escalera sola, seguida de sus seis damas y cinco pajes, entre quienes estaban los príncipes George y Charlotte. A su llegada, la orquesta tocó una fanfarria que ha acompañado a las novias de la familia real durante generaciones. Luego, el príncipe Charles fue el encargado de acompañarla desde la ubicación del coro, en mitad de la capilla, hasta donde se encontraba esperando Harry. 

Al contrario de lo que sucedió con su hermano, Harry ha optado por usar alianza de bodas. Los anillos de la pareja son de platino y oro de Gales. Después del paseo en carruaje y de posar para las fotos oficiales (tomadas por el fotógrafo de la pareja, el polaco Alexi Lubomirski, de madre piurana), los recién casados acompañaron a la familia real y al resto de sus invitados a un almuerzo ofrecido por la reina en el impresionante St. George’s Hall, dentro del Castillo de Windsor. El hall se ha usado tradicionalmente para banquetes y cenas de Estado, y fue gravemente dañado en el incendio que sufrió el Castillo de Windsor en 1992, aunque ya está completamente renovado.

Los invitados disfrutaron de un pastel de limón y flor de sauco cubierto con crema de mantequilla y decorado con flores frescas. La artífice del pastel fue la estadounidense Claire Ptak, la dueña de la empresa Violet Cakes. Al cierre de esta edición, el Palacio de Kensington solo ha compartido tres fotos: un retrato de la pareja, una de los duques de Sussex con la familia real, y una con sus pajes y damas de honor.

Una fiesta por todo lo alto

Por la noche tuvo lugar una recepción ofrecida por el príncipe Charles en Frogmore House. Tanto Harry como Meghan se cambiaron de atuendo para la ocasión: el príncipe lució smoking, mientras que su flamante esposa optó por un elegante vestido de Stella Mc Cartney. La pareja llegó a la fiesta en un Jaguar E-Type Concept Zero descapotable cuyo número de matrícula coincidía con la fecha de su boda.

Meghan llevó un anillo que había sido uno de los preferidos de la princesa Diana: de la firma Asprey, se trata de una aguamarina rodeada de brillantes solitarios en oro de 24 quilates. Los invitados llegaron en autobús desde el hotel Coworth Park, en Ascot; el mismo hotel donde Harry y el duque de Cambridge pasaron la noche anterior a la boda.

El príncipe Charles se encargó de que hubiera varios guiños a la pareja, como un coctel especial de jengibre y ron (en inglés la palabra “ginger” significa tanto “jengibre” como “pelirrojo”), llamado When Harry Met Meghan, en honor a la recordada comedia de los noventa interpretada por Billy Crystal y Meg Ryan. El DJ Sam Totolee (que también estuvo a cargo de la música en la boda de Pippa Middleton) se encargó de que sonaran las pistas de house favoritas del príncipe Harry. Incluso se comenta que el actor Idris Elba se ocupó de mezclar durante parte de la noche.

Aunque no hubiera prensa en el evento, se cuenta que la cena fue orgánica, a petición del príncipe Charles, y con productos de la temporada primavera-verano. El diario The Sun reportó que la cena fue en tres tiempos y regada de champán vintage de Pol Roger. A medianoche se sirvieron snacks tales como hamburguesas o algodón de azúcar.

El primer baile de la pareja habría sido con la canción de Whitney Houston I Wanna Dance With Somebody, la “canción feliz” de Meghan, según la revista Tatler. Más tarde, sir Elton John se sentó al piano e interpretó cuatro de sus temas más conocidos: Your Song (canción que eligió Kate en 2011 para su primer baile de casada), Tiny Dancer, Circle of Life y I’m Still Standing.

Encuentra este artículo completo en COSAS 643, ya a la venta.