En la última edición de COSAS reunimos testimonios sobre lo que significa ser transgénero en el Perú y Emmanuelle Cadenas conversó con nosotros sobre el difícil proceso de convertirse en mujer. A continuación, un fragmento de la entrevista con la periodista gastronómica, quien confiesa sentirse por primera vez en armonía consigo misma.

Por Marissa Chiappe Retratos Paula Virreira

En febrero de 2010 conocí a Manuel Cadenas Mujica, un experimentado periodista gastronómico, creador de la Semana del Chilcano, que me servía un Torontel en una copa de cata. Me explicó con paciencia de profesor escolar sobre las cepas pisqueras, las denominaciones de origen. Incluso me enseñó a dudar de los acholados misteriosos, con sencillez y amabilidad. Nuestra amistad perduró. Lo que yo no sabía –nadie, en realidad– es que este cuajado periodista de voz seductora y a prueba de aguardientes vivía un calvario por dentro, encerrado en un cuerpo con el que no se identificaba.

Entonces, empezó a cambiar. El delineador fue acentuando sus ojos azules. Y las camisas fueron quedando atrás, dando paso a las blusas y los vestidos. El cascarón se rompió y en su Facebook un día amaneció como Emmanuelle, periodista especialista en pisco peruano. Hoy Manuel no existe más, pero sus ojos siguen aquí, vivaces, y expresando la sencillez de siempre. Su sabiduría periodística y pisquera sigue intacta, aunque su exterior se vea distinto, con una apariencia que, ahora sí, refleja su interior.

TRÁNSITO PERSONAL

Emmanuelle Cadenas está llevando una terapia de reemplazo hormonal, o TRH, para inducir cambios físicos en su cuerpo y promover la congruencia de género. Es decir, para que exista concordancia entre su identidad de género y su piel.

Carmen Carrera, la talentosa modelo transgénero en exclusiva para COSAS

¿En qué consiste? Ella recibe dosis de estrógeno que, por cierto, no necesariamente son más altas que para las mujeres cisgénero (personas cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual). El crecimiento de las mamas y los pezones, la redistribución de la grasa corporal, el afinamiento de la piel y la reducción del vello corporal (aspectos que se buscan con este tratamiento) no se logran por ingerir mayores niveles de estrógeno como erróneamente se cree: los antiandrógenos, que son parte del tratamiento, inhiben en gran medida la producción de testosterona y estimulan así la recepción de estrógenos. “Los riesgos son idénticos para mujeres cisgénero que para mujeres transgénero”, recalca Emmanuelle. “Y, aunque la prevención es siempre importante (alimentación baja en grasas, ejercicio, poca ingesta de alcohol), lo cierto es que esos estándares de prevención se relacionan con estudios realizados en TRH de hace décadas, cuando los estrógenos que se usaban eran de otro tipo –sintéticos principalmente– y las dosis que se recetaban eran más altas. Hoy todo eso ha cambiado, y por eso van cambiando los protocolos”. Como buena periodista, Emmanuelle se ha informado muy bien.

En el caso de Emanuelle, la dosis que usa es muy baja, “y, sin embargo, yo he ido notando los cambios. Muy sutiles, claro”, explica Emanuelle. “Tampoco tengo una expectativa muy alta por mi edad. Por eso es tan importante el acompañamiento a los niños y adolescentes transgénero. Con las terapias adecuadas en el momento adecuado se maximizan los cambios, porque no hay desarrollo aún de caracteres masculinos secundarios, y se minimizan los riesgos, porque el organismo se adapta mejor”.

Afrontas este proceso con valentía y humor.

Procuro no verlo así. Trato de verlo como una obligación. No estoy haciendo nada que todos los seres humanos no hagan, que es ser uno mismo. Pero las personas transgénero nos cuestionamos eso. En cierto sentido es valiente y extraordinario, pero ojalá llegue el día en que no se tengan que hacer entrevistas para visibilizar el tema.

¿Hubo algo que te dijo “este es el momento”?

Lo intenté varias veces y desistí. Los paradigmas religiosos no terminaban de soltarme, o yo no terminaba de soltarlos. Creo que fue fundamental renunciar a la iglesia evangélica. No porque la desprecie, sino porque siento que no hay una verdadera visión cristiana de la condición transgénero.

Estás casada. ¿Cómo fue la reacción de tu esposa?

Ninguna esposa lo va a tomar bien. Fue muy difícil para ella, pero es una mujer inteligente y yo la admiro profundamente. Ahora compartimos algo muy importante. Ella tiene una discapacidad auditiva y por ello ha pasado cosas muy duras. Hoy tenemos una alianza profunda para luchar contra la exclusión.

¿Te sientes en armonía?

Por primera vez puedo sentirla por completo. Algo me faltaba. He tenido mucha felicidad porque todo lo he hecho con el amor que he podido. Y la obra máxima de ese amor han sido mis hijos. Y me ha dado mucha felicidad verlos convertirse en las personas maravillosas que son.

Hoy, frente a este proceso, has podido ver el resultado de tu crianza.

Siempre digo que los subestimé. Tuvieron una respuesta muy empática, cariñosa, de respaldo absoluto, de amor incondicional. Ninguno me hizo cuestionamientos que me pudiesen incomodar. Cuando los escuché, pensé que no había nada que me pudiera detener.

¿Siempre te sentiste mujer?

Recuerdo nítidamente, cuando tenía 4 años, a una prima que estaba en casa viendo su ropa, y yo me di cuenta de que quería eso. Me sentí identificada. Y eso sucedió a lo largo de toda mi niñez, pero no manifesté ningún deseo de explorarlo. Lo deseaba, pero eran otras épocas.

¿Cómo fue crecer con eso dentro?

Yo crecí en un barrio muy popular. Así que tuve que explotar ese lado masculino para sobrevivir. Nos tocan ciertas cartas en la vida y uno tiene que jugar con ellas y reírse.

Un día amaneciste en tus redes sociales como Emmanuelle. ¿Cómo lo tomó tu entorno?

Cuando publiqué mi primera foto, saltaron muchos amigos a burlarse. Les respondí a todos en broma. Me dijeron que me parecía a Camilo Sesto. Estoy acostumbrada a recibir burlas y a darles la vuelta.

¿Hay gente que se ha ido?

Sí. Cada uno comprende lo que puede, lo que le alcanza. Nadie se puede atribuir el derecho de cuestionar quién eres. Me apena porque a mí, que me considero una mujer fuerte, me hiere. ¿Cómo lo pasarán los adolescentes y niños que están expuestos a esa vulneración de la identidad?

¿Qué le dirías a un niño o joven que está pasando por este sentimiento y que aún no lo comparte con el mundo?

Que no tiene nada de qué avergonzarse; no hay nada que corregir o curar. Que no pierda el tiempo en buscar caminos para eludir su realidad: todos esos caminos van a ser dolorosos y terminarán cercenando una parte de sí mismo. Que busque a un psicólogo que lo pueda escuchar, no para sanarse, sino para reunir la fuerza que necesita para tomar las riendas de su vida y fortalecerse.

¿Qué ha sido lo más duro?

Saber que el tiempo no tiene vuelta atrás. El tiempo marca. La adolescencia y la adultez crean rasgos, no solo físicos. Cuando vives con tu identidad oculta, uno se enferma. Yo he sufrido de asma cuatro décadas y, desde que asumí mi condición, nunca más tuve un episodio.

¿Cómo ha sido la parte legal?

Aún no he afrontado eso. Pero sí me he volcado a una tarea de reivindicar el derecho de la identidad. Toda persona tiene derecho a ser quien es. Mucha gente lo considera un tema secundario, pero no hay ningún derecho humano que no sea fundamental. Como no hay una ley, están las puertas abiertas a la discriminación. Hay innumerables casos de personas trans que van a una clínica o a un hospital del Estado y son maltratados. Me lo he tomado como una causa personal.

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