Misión Huascarán es un proyecto de ayuda social en Áncash, a los pies del nevado que le da su nombre, que busca crear un centro de misiones, talleres de formación y acciones de desarrollo en salud y educación. Una gala benéfica en honor a Zoila Berckemeyer y Lilibet Grimberg, a realizarse el 23 de abril en el Museo Pedro de Osma, busca recaudar fondos para ayudar al desarrollo de nueve localidades y más de mil familias campesinas.

Por Stefano De Marzo

Las voluntarias de Misión Huascarán están organizando una Primera Gala Anual el 23 de abril en el Museo Pedro de Osma que contará con la presentación de Jorge Villamizar, exvocalista de Bacilos. Un gran evento pro fondos que espera marcar el inicio de un cambio en un sector de la sierra peruana. La gala benéfica lleva los nombres de Zoila Berckemeyer y Lilibet Grimberg, dos mujeres ejemplares que nunca dudaron en ayudar a los más necesitados.

Zoila Berckemeyer Pérez Hidalgo

Zoila Berckemeyer Pérez Hidalgo se casó muy joven y dedicó su vida a su esposo y a su familia. Tuvo once hijos. Se pasó una vida embarazada. Era hija de Óscar Berckemeyer Pazos y María Eufemia Pérez Hidalgo. Adoraba a los niños y a su marido, en una época en la que él, Felipe de Osma Elías, era considerado uno de los hombres más guapos de Lima.

Ella lo siguió en todo. Si Felipe jugaba al golf, ella se convertía en mejor jugadora que él. Si Felipe iba de cacería a África, ella lograba tener mejor puntería. Zoila estaba siempre a su lado. Hasta las ocho de la noche llevaba el mandil puesto.

Zoila Berckemeyer y Lilibet Grimberg

Zoila Berckemeyer sufrió un cáncer cuando era muy joven. Lo superó pero este sobrevino veinte años después.

Cuidar a once hijos no era un trabajo cualquiera. Pero luego se arreglaba y era una esposa. Carmen de Osma recuerda que ella y sus hermanos tuvieron una infancia muy feliz. Crecieron en el campo, en Chaclacayo, y veraneaban en Ancón.

Todos los párrocos de Ancón adoraban a Zoila. Sin embargo, le tocó también vivir momentos muy duros. Le diagnosticaron cáncer muy joven. Con mucha fuerza, lo superó y ganó la batalla. Su hermano Juan Pedro murió a los 20 años en un accidente automovilístico. Por otro lado, la mayor de sus hijas nació con microcefalia. Fue un golpe muy duro que recibió a los 20 años. Treinta años después, luego de una vida dedicada a sus hijos y nietos, el cáncer sobrevino. Carmen de Osma añade que también ella le dio un golpe a su madre cuando salió embarazada a los 21 años. Sebastián se convertiría en su hijo número doce.

Zoila Berckemeyer y Lilibet Grimberg

Zoila junto a su hermano Juan Pedro, quien falleció a los 20 años en un accidente automovilístico

Fue su madrina y siempre se sintió su madre. Por ello lleva los apellidos Osma y Berckemeyer, como uno más de la familia. Fernando Berckemeyer Pazos y Claribel Rath, sus tíos, fueron figuras muy importantes en su vida. Él fue, durante treinta años, embajador en Washington. Por ello Zoila se educó en Estados Unidos.

Sus tíos no tuvieron hijos y ella fue como una hija para ellos. Carmen de Osma comenta que su madre fue la mujer más orgullosa del mundo cuando sus hijas, Paloma y María Gracia Santa Cruz, ingresaron a la Universidad de Georgetown. Ella quiso estudiar Medicina allí, pero su padre no la dejó. En cambio, la trajo de regreso a Lima y la casó. En mayo se cumplirán tres años de su partida.

Zoila Berckemeyer y Lilibet Grimberg

Carmen de Osma mira a la cámara antes de dar a luz a su hijo Sebastián. Zoila, su madre, a su costado con mascarilla, entró con ella a la sala de parto.

Sus hijos resaltan en ella su sencillez y su gran valor como madre, como mujer, y su fortaleza. Pero, sobre todo, la capacidad que tenía para siempre, con las manos abiertas, ofrecer su ayuda a quien lo necesitara.

Elizabeth Angela Blum Albert-Grimberg 

Nicky Blum y Pat Albert se casaron en Londres en 1941. Durante algunos años trataron de tener hijos, pero solo pudieron lograrlo tras escapar de Europa y el nazismo en 1943. Así, Elizabeth –o Lilibet, como la llamaban todos– nació en Lima el 22 de agosto de 1947.

Asistió al Colegio San Silvestre y fue allí donde hizo muchas de las amigas que conservó por el resto de su vida. De hecho, fue a través de su amiga Bella Grimberg que conoció a quien más tarde sería su esposo. Lilibet conoció a Boris en la playa La Herradura y, a pesar de que él se fue a Estados Unidos a estudiar, su relación continuó.

Zoila Berckemeyer y Lilibet Grimberg

El matrimonio Grimberg Blum junto a dos de sus hijos: José Carlos (el mayor) y Michael.

Cuando Boris regresó al Perú, fueron enamorados durante dos años y se casaron el 30 de octubre de 1966. Dos años después nació Kathy, su primogénita, y luego José Carlos (1970) y Michael (1977). Lilibet fue una mamá muy cariñosa y dedicada. Siempre se desvivió por su familia, y buscó su bienestar sin importar el suyo.

Kathy Grimberg comenta que siempre tuvieron su incondicional apoyo para lo que sea y cuando sea. “Algo muy notorio en ella fue su infinito esfuerzo para unirnos y hacernos a todos felices”, recuerda su primera hija. Pero Lilibet fue una persona amorosa que no solo tuvo tiempo para su familia, sino también para hacer labor social. Fue una de las primeras voluntarias del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas.

Durante más de veinte años, dedicó buena parte de su tiempo a trabajar en el área de Pediatría y en el Banco de Sangre. Iba todos los miércoles, llevaba sanguchitos, y los chicos, que la querían, la esperaban con ansias. En 1990 nació Alejandro, su primer nieto. Seis años después nacería Borisito, el segundo hijo de Kathy. Lilibet fue una abuela entregada, incondicional y excepcional.

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Lilibet Grimberg durante sus años de estudiante en el Colegio San Silvestre

Daba todo por sus nietos. “¡Les alegraba la vida!”, comenta Kathy. “Los engrió mucho y les enseñó lo que es el amor”. Lilibet fue también una gran chef. Aprendió a cocinar desde muy chica mirando a su mamá. Pero eso fue solo el comienzo, ya que pasó toda una vida creando nuevos platos.

No solo su familia estaba encantada con cada comida que hacía, también sus amigos e incluso algunos chefs de Lima se volvieron admiradores de su deliciosa cocina. Pero Lilibet no solo cocinaba bien, cocinaba con amor, como señala Kathy. Nada la hacía disfrutar más que tener a su familia reunida para poder engreírla y expresarle todo su cariño. 

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La familia completa durante un cumpleaños de Kathy (al medio)