En un contexto como el actual, los niños necesitan de un entorno seguro. Pero, ¿cómo saber si requieren asistencia profesional? ¿Cuáles son los grupos más vulnerables? Conversamos con la psicóloga Joan Hartley, consultora de UNICEF y el Ministerio de Educación, sobre las formas en que podemos ayudar a los niños (y sus padres) en este difícil tránsito hacia la ‘nueva normalidad’.
Por Sergio Rebaza
La crisis causada por la pandemia de la COVID-19 nos ha colocado en una situación sin precedentes. La realidad se ha impuesto de tal forma, que no nos ha dado tiempo para pensar en cómo está afectando a nuestro entorno inmediato: la familia, y dentro de ella, a los más vulnerables, nuestros niños. Muchas veces pensamos que los pequeños son capaces de adaptarse a cualquier situación, que viven protegidos por una burbuja que los hace intocables.
Sin embargo, la verdad es que los niños y niñas son como pequeñas esponjas que absorben toda ‘la energía’ del ambiente y la traducen luego en emociones o actitudes y comportamientos. Dar al niño o niña un entorno seguro y sano, hoy más que nunca, será decisivo en su desarrollo emocional, social y cognitivo. Pero no todos los padres están preparados o capacitados para eso. Ser padre, eso lo sabemos muy bien quienes tenemos hijos, no es algo que se aprenda de la noche a la mañana –para usar una frase que también escuchamos decir a nuestros padres–. No es algo que se aprenda leyendo un libro o viendo una TED Talk; pero sí es posible aprender habilidades y capacidades para ser mejores padres y madres.
Aprender a ser padre
Joan Hartley estudió Psicología en la Universidad Católica, pero sus grandes maestros han sido sus dos hijos. Fue por ellos que migró de la parte clínica –el consultorio– para empezar a trabajar en el área educativa, con la intención de poder llegar a más familias y comunidades. “Las mamás y papás podemos requerir un acompañamiento para hacerlo mejor”, asegura. “A veces nuestras intenciones son las mejores, pero no tenemos las herramientas más adecuadas. Las habilidades parentales se pueden aprender, se puede practicar y se pueden desarrollar. Son habilidades muy específicas”.
¿Cómo actuar en este contexto de crisis sanitaria?
Hay que reorganizarnos, paulatinamente, a la ‘nueva normalidad’. Esta situación ha puesto mucho peso sobre los hombros de los padres y madres. Desde que estamos afrontando situaciones de falta de empleo, problemas de salud, ya sea por la COVID-19 o por problemas previos. En este contexto, los niños necesitan un entorno seguro, ordenado y estable. La predictibilidad es muy importante para ellos. Otro punto clave es ver cómo cada niño está afrontando esta situación. Hay niños que se han adecuado muy bien a la escuela a distancia, por ejemplo, mientras que otros niños no la están pasando bien. Los papás y mamás tienen que estar atentos a las necesidades particulares. Pero también es muy importante que padres y madres prioricen su cuidado propio, porque va a depender de ellos asegurar la salud de sus hijos.
Puede resultar obvio, pero, ¿cómo una familia puede saber si necesita ayuda? ¿Cómo se evidencia un problema de salud mental?
Hay algo que hay que tener siempre presente: el comportamiento, estar atentos a los cambios repentinos… Tenemos que observar su estado de ánimo y su salud mental. Si es positivo o está contento o contenta, o disfruta de la escuela en casa; o si, por el contrario, lo vemos alicaído, o desconectado de la escuela, sin motivación… eso es lo que hay que observar. Por otro lado, tenemos que observar el clima familiar. Si la familia está organizada, o en general, tiene días positivos, pues se diría que es una familia sana. Pero si el clima está muy provisto de conflictos que escalan, falta de respeto o dificultades conyugales, entonces va a ser necesario pedir ayuda.
¿Cuáles son los niños con mayores problemas en este contexto?
Me atrevo a decir que esta situación afecta de manera especial a los adolescentes. Porque esta es una etapa en la que el grupo social es fundamental. Estar alejado de tu grupo es algo que puede impactar de forma negativa a los jóvenes. Es, sin duda, una población vulnerable. Pero lo es también el niño o niña que vive en un contexto de violencia doméstica, o en hogares con problemas económicos, lo que puede ser causa de una deserción escolar. Los contextos son diversos. Hay que mirar todos los escenarios. Joan Hartley es psicóloga clínica de la PUCP, con especialidad en desarrollo de niños y adolescentes. Actualmente está dedicada al trabajo en educación, con madres y padres de familia, y actores educativos de los diferentes sistemas que hay en el Perú. Su foco es la crianza respetuosa, y el desarrollo de habilidades socio emocionales en mamás, papás, educadores; niños, niñas y adolescentes.
Hay cierto prejuicio respecto de la ayuda profesional y la labor del terapeuta, pero en este contexto es particularmente importante…
Pedir ayuda es un acto de valentía. Y en este contexto actual es muy importante poner todos nuestros problemas sobre la mesa. Lo que puede estar pasando es que afloren problemas que ya venían de antes, y ahora se han manifestado. Y sí, hay muchas connotaciones negativas respecto de la ayuda psicológica, pero pedir ayuda es un acto de amor hacia la salud de nuestra familia y hacia nuestros hijos. Es como cuando se malogra el auto y no sabemos por qué está fallando. Lo tenemos que llevar al mecánico. Es importante que mamás y papás tengamos más apertura a la ayuda profesional y a la idea de que es importantísimo atender la salud mental para funcionar en la vida.
¿Es posible tener terapias virtuales?
Definitivamente, hay ciertas terapias que pueden resultar difíciles de realizar virtualmente, como algunas que requieren terapias más sensoriales o motrices, lo que puede llegar a ser un reto. Sin embargo, es posible brindar un servicio de calidad que beneficie al cliente, siempre y cuando se trabaje con seriedad. En mi caso, a pesar de tener muchos prejuicios, he encontrado en la virtualidad una forma de conectar de manera profunda con otras personas, y esta conexión es necesaria para ayudar al otro.
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