Quizás al decir que David Robert Jones ha muerto, muy pocos entiendan que el mundo ha perdido a una leyenda del rock. Por eso es más claro, y más doloroso, decirlo así: David Bowie nos ha dejado. Hoy el planeta amaneció con una noticia triste. Cuando un músico muere lo primero que se siente, paradójicamente, es silencio. Como si todas sus canciones terminaran o dejaran de sonar. De golpe. Pero eso dura sólo unos segundos (o el tiempo que tome leer el texto y asimilar el golpe). Porque lo que sigue es todo lo opuesto. Lo que viene después del fallecimiento de un artista es el repaso de su obra, el análisis de su importancia, el reconocimiento de su leyenda. Y eso pasó con el Duque Blanco. A base de canciones, ha comenzado a resucitar entre los vivos.

En esta nota le rendimos tributo explicando cinco razones por las que es considerado uno de los más grandes e influyentes artistas de nuestra época.

POR SU MÚSICA

Lo primero que hay que juzgar de un músico es, precisamente, su música. Y en el caso de una figura de la talla de Bowie este ejercicio corre el riesgo de quedarse corto siempre. Porque hablar de él es hablar de alguien que dejó un legado impresionante. Incluso aquellos que no lo conozcan tanto se verán tarareando algún estribillo al escuchar una canción que no sabían que era suya. A cosas así nos acostumbró desde 1969. Un año antes Stanley Kubrick estrenó “2001: odisea en el espacio”, que inspiró a Bowie a crear el que es considerado su primer éxito, “Space Oddity”, un tema que narra la historia de un desafortunado astronauta que queda perdido en el espacio (algo que también ayudó al éxito de esta canción, sin dudas, fue que aquel año el hombre llegó por primera vez a la luna). A este tema le siguieron otras perlas tan populares (y disímiles) como “The Man Who Sold The World”, “Heroes”, “Let’s Dance” y “Modern Love”.

POR SU VERSATILIDAD

No puedes recibir el apodo de “El Camaleón” y no ser una persona versátil. La carrera de David Bowie es la gran prueba de esto. Desde muy pequeño quedó claro que se trataba de una persona cuyo talento le permitiría destacar en más de una disciplina artística. Se hizo seguidor de Elvis y del jazz; aprendió a tocar piano, guitarra, flauta, saxofón y bajo; destacó desde niño por su habilidad para el canto y su soltura creativa para el baile; fue un gran showman para sus amigos gracias a sus impecables imitaciones; y estudió arte, música, diseño, trazado y composición tipográfica. Esto lo hizo capaz de reinventarse una tras otra vez. Con la misma facilidad con la que iba de un estilo musical a otro, igual se creaba alter egos con los que sorprendía a su público. El ejemplo más conocido: Ziggy Stardust. Es por eso que figuras tan distintas como Lady Gaga, Marilyn Manson, y hasta Mario Testino lo consideran como una de sus mayores influencias.

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EL FUNDADOR DE UNA MODA

Imparable, rompedor de reglas, inconformista, obsceno, original… su nombre sería coreado, letra por letra, en el mundo de la moda; un mundo tan divertido y cambiante que parecía haber sido creado sólo por él (y para él).  Su entonces mujer, Angie Barnett, madre de su hijo Duncan Jones, fue la principal fuente de inspiración del cantante y la responsable de las diversas transmutaciones estilísticas que tuvo el artista durante su carrera. En el 69 su éxito llegaría con Space Oddity, y a principios de los 70 Bowie se convierte en Ziggy Stardust -el extraterrestre bisexual que supuso su alter ego- con el que creará una estética peculiar, reveladora, y que marcó (hasta día de hoy) los corazones de toda una generación de diseñadores. Su viaje a Nueva York fue la flecha del cambio. Allí conoció a Lou Reed, Andy Warhol, Iggy Pop y frecuentó un lugar: The Factory. Y también pudo observar que los chicos llevaban tacones, camisetas de croché y se teñían el pelo de colores. El resultado se tradujo en una imagen renovada, en un estilismo que suponía la perfecta traducción de su personalidad, viva y candente, que acompañaba el sonido de su música. Pero Ziggy no lo fue todo. También llegaron otros personajes como The Thin White Duke -que coincidió con el lanzamiento del álbum Station to Station-, The Halloween Jack y Aladdin Sane. Pero Ziggy siempre estuvo ahí. Para Alexander McQueen este personaje fue su inspiración y con él compartiría el desenfreno creativo que se tradujo en la inolvidable chaqueta Union Jack que el diseñador hizo para Bowie. También Jean Paul Gaultier se sirvió del cantante para elaborar una de sus colecciones, concretamente el de primavera/verano 2013. Por su parte, también sirvió de inspiración a Dries Van Noten, quien resumió al cantante como moderno, estiloso y camaleón. Luego Riccardo Tisci (Givenchy), rescataría una de las chaquetas azules a rayas con solapas grandes, y Louis Vuitton contaría con él para hacer un fashion film con Arizona Muse para la colección L’Invitation Au Voyage (2013). Pero la lista no se queda ahí. Balmain también nos recuerda la estética Bowie en su última colección y las firmas low cost, tales como Zara o Mango, también se han servido del famoso rostro para decorar camisetas. Porque David Bowie era un personaje, un mito. Una persona arrolladora, rebosante de ideas fashionistas. El primero capaz de llevar tacones porque sí; el primero en llevar maquillaje con sobrado desparpajo, teñirse el pelo de colores, calzarse unas botas blancas, y llevar (como nadie) camisetas transparentes (veáse la colección Burberry Prorsum p/v 2016, entre otras tantas). También llegó con él el Glam Rock gracias al traje samurái creado por Kansai Yamamoto; y nació la androginia en las pasarelas, característica tan distintiva de las modelos de hoy en día. En el 77 una de sus canciones decía We can be heroes just for one day (“podemos ser héroes solo por un día”), pero lo cierto es que David Bowie se ha convertido en eso (y más) en este mundo oscuro iluminado por los colores de Ziggy. Un mundo donde la moda, tan carente de creatividad, se ha quedado, irremediablemente, sin padre.

POR SUS PERSONAJES

Bowie no solo se reinventaba y creaba personajes al momento de presentar un disco o de llevar a cabo un show musical. El multifacético artista también tuvo un paso importante en el mundo del cine. Había estudiado mimo y teatro vanguardista y esto se notó cuando, en 1976, el británico Thomas Jerome le dio el papel protagónico en “The Man Who Fell to Earth”, film de ciencia ficción en el que hizo de un extraterrestre que llega a la Tierra buscando un modo de transportar agua a su planeta. La hoy película de culto demostró que el cantante también podía actuar. Otros trabajos que destacan en su filmografía son “Labyrinth”, donde encarnó a Jareth, un estrafalario Rey de los Duendes y que quizá fue el rol más popular de su carrera en la actuación; “Zoolander”, comedia con Ben Stiller y Owen Wilson en donde se interpreta a sí mismo; y en “The Prestige” de Christopher Nolan, en donde se mete en la piel del inventor Nikola Tesla.

POR SU GENIO

Por si no quedó claro, Bowie fue un artista sin límites. Su talento e  intelecto lo llevaron a reinventarse y reinventar todo lo que tocaba. Y él sabía de lo que era capaz. Cada rasgo de su personalidad denotaba la seguridad de alguien que se siente con el poder de lograr lo que se le provoque. No por nada cuando era todavía un adolescente le escribió al empresario John Bloom una carta en la que le presentaba a su banda y le decía lo siguiente: “Haz por nosotros lo mismo que ha hecho Brian Epstein para The Beatles, y de paso haz un millón más.” Transgresor desde sus inicios. De no ser así, no hubiera sido David Bowie. Y hoy todos podemos sentir que hay un genio menos en este mundo.

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