Dentro de los sucesos que han remecido al Palacio de Buckingham, más de uno hay que atribuírselo al príncipe Andrew y su ex, Sarah Ferguson. Su vocación por el escándalo ha alimentado por años a la prensa de espectáculos.  

Por Redacción COSAS

Se dice que el príncipe Andrew ha sido siempre el hijo favorito de la reina Elizabeth II. A la luz de los escándalos que ha acumulado con una indesmayable vocación, ignoramos si aún conserva algo de ese crédito real. Lo cierto es que por años gozó de una buena imagen al haber sido piloto durante la Guerra de las Malvinas en 1982. Luego, en 1986, se ganó la simpatía del pueblo al formar una feliz pareja junto a Sarah Ferguson.

Reina Elizabeth II y príncipe Andrew

Reina Elizabeth II y príncipe Andrew

En el tiempo presente, su reputación se hizo añicos al haber sido implicado en escándalos sexuales por sus vínculos muy cercanos con los magnates norteamericanos Jeffrey Epstein (ya fallecido) y Peter Nygard. Nuevas evidencias al respecto no lo dejaron tranquilo ni siquiera el día de su cumpleaños 60. Pero como lo suyo es de larga data, es mejor hacer un recuento de cada uno de los sucesos alrededor de él y Sarah Ferguson que, cual catástrofe bíblica, removieron los cimientos del Palacio de Buckingham.

Pelirroja en problemas

Ni bien Andrew y Sarah Ferguson anunciaron su separación en 1992, en marzo de ese año la alegre aún esposa del príncipe fue sorprendida por el ojo fotográfico del Daily Mirror en escenas nada santas. La susodicha aparecía en su villa de vacaciones en St. Tropez junto a su asesor financiero, el texano John Bryan, quien le besaba los pies mientras ella descansaba sobre una reposera y en topless.  La reina Elizabeth II y su nuera estaban descansando en el Castillo de Balmoral cuando el escándalo se difundió. Sarah no volvió a ser invitada a dicha mansión hasta 2013.

Sarah Ferguson John Bryan

El financista texano John Bryan en momentos candentes con Sarah Ferguson

Andrew el volador

El récord de millas aéreas en la Familia Real lo tiene Andrew, quien se ganó el apodo de “Air-Miles Andy”. Su marcada extravagancia por volar en helicópteros o aviones en tramos fácilmente cubiertos en coche o tren, trajo gastos ingentes para la Corona. Solo en 2003, llegó a gastar US$ 418 mil en vuelos, lo que incluía un helicóptero para desplazarse a Oxford y aviones de la Royal Air Force (RAF) para ir a Escocia a jugar golf. La manía se le pegó de tal manera, que el volar se convirtió en su manera de buscar fiestas y juegos de golf en lugares cercanos a Londres. En 2014, visitó 15 países y registró 67,000 millas. Un récord difícil de igualar incluso para la reina.

El príncipe Andrew, cuando servía en la Royal Air Force (RAF)

El príncipe Andrew cuando servía en la Royal Air Force (RAF)

Andrew de York, el príncipe implicado en el caso Jeffrey Epstein

Príncipe en venta

En 2010, Sarah Ferguson volvió a las andadas y puso otra vez el nombre de su ex marido en boca de todos. La ambiciosa mujer tuvo un encuentro secreto con un rico empresario indio para hacerle unja propuesta “que no podría rechazar”. La duquesa de York le pidió US$ 647,900 para brindarle acceso comercial a su ex esposo. Andrew era en aquella época el representante especial de Gran Bretaña para el comercio internacional. Además, Sarah pidió US$ 35,000 de adelanto para sellar el trato, ignorando que el hombre era en realidad Mazher Mahmood, un periodista encubierto que le tendió una trampa para obtener una exclusiva.

Al desatarse el escándalo, Sarah pidió disculpas públicas por su “grave error de juicio”, que según ella fue impulsado por su difícil “situación financiera”. Cuando la noticia comenzó a salpicarle a Andrew, Sarah afirmó que “el duque de York no estaba al tanto y no participó en ninguna de las discusiones que ocurrieron”.

Sarah Ferguson

Sarah Ferguson, ex esposa del príncipe Andrew

Dime con quién andas…

Si Andrew tenía en sus círculos más cercanos a amigos nada recomendables como Jeffrey Epstein y Peter Nygard, puede ser entendible que sus contactos en Medio Oriente tampoco tuvieran mayores filtros. En 2008 conoció al presidente de Libia, Muamar el Gadafi, con quien estrechó vínculos visitándolo en Trípoli en dos ocasiones. Los encuentros habrían servido para negociar un ventajoso acuerdo entre Gadafi y la petrolera británica BP. La moneda de cambio que el príncipe habría ofrecido fue la liberación de un terrorista libio, responsable de atentar contra un avión de Panam que sobrevoló Escocia en 1988.

En 2011, Andrew recibió en el Palacio de Buckingham y con mucha pompa, al multimillonario tunecino Sakher el-Materi, quien luego tuvo que huir de su país al ser condenado por múltiples delitos como malversación y mal uso de fondos estatales, posesión de drogas y armas ilegales y corrupción en ausencia. La cereza del pastel de este nuevo escándalo la puso su cercanía con el controvertido financista británico David ‘Spotty’ Rowland, un poco escrupuloso personaje que habría cubierto parte de las deudas de su ex mujer, Sarah Ferguson, además de poner a disposición de Andrew su avión de lujo para tareas reales. 

Príncipe Andrew y Muamar el Gadafi

Príncipe Andrew y el líder libio Muamar el Gadafi

La entrevista incómoda

El momento en que Andrew se vio confrontado por la prensa al verse implicado en un escándalo sexual fruto de su amistad con Jeffrey Epstein, se dio el 16 de  noviembre de 2019. Andrew aceptó ser entrevistado sin restricciones en el programa BBC Newsnight por Emily Maitlis. Lo sorprendente es que lejos de preparar alguna defensa razonable, el príncipe se mostró nervioso y dubitativo, e incapaz de refutar los argumentos de la periodista.

Príncipe Andrew entrevistado en BBC Newsnight por Emily Maitlis

Príncipe Andrew entrevistado en BBC Newsnight por Emily Maitlis

El colmo llegó al calificar la conducta de Epstein como “impropia”, tratándose de un delincuente sexual de nivel tres. Tras la desastrosa entrevista, a pocos les quedó duda de la responsabilidad de Andrew en los hechos que se le imputaban (abuso de menores). Posterior a ello, el 19 de noviembre el príncipe de York anunció su retiro de la vida pública como miembro de la Familia Real, además de dejar de ser representante especial de Comercio e Inversión del Reino Unido.