Un último adiós al príncipe Philip. Monarca, revolucionario y, por sobre todo, hombre de familia.
Por Benjamín Palma
Un emotivo, pero silencioso evento. El 17 de abril ha marcado el inicio del fin de una histórica era en el Reino Unido. Su Alteza Real, el príncipe Philip, falleció el 9 de abril y había llegado el momento de una última despedida. Una ocasión marcada por tensiones y emociones, la histórica ceremonia y sus imágenes nos han dejado un nudo en la garganta.
El último homenaje
“Arrójame en la parte trasera de un Land Rover y termina cuanto antes”. En su momento un íntimo chiste entre el Duque y su esposa la Reina, el día de ayer convertido en realidad. Entre sus voluntades, el duque de Edimburgo pidió que su féretro fuera trasladado en un vehículo militar de la marca Land Rover que él mismo se encargó de diseñar.
Y así fue. El Defender TD5 130, ese mismo que encargó en 2003, llevó al Príncipe Philip desde la Entrada Estatal del castillo de Windsor, donde descansaba, hasta la escalinata Oeste de la capilla de San Jorge.
Gran aficionado de los vehículos, el príncipe Philip se encargó del repintado, en verde militar, y de abrir la parte trasera. Una pasión por Land Rover demostrada desde que recibiera su primer modelo en 1953. El Duque nunca dejó de lucir vehículos de la marca desde entonces. No lo hizo durante su juventud, ni cuando tuvo su accidente en 2019, y ahora, en su último adiós, se encargó personalmente de que ese no fuera el caso.
Las lágrimas de un príncipe
“Carlos es romántico y yo soy pragmático. Eso significa que vemos las cosas de forma distinta”. Un abismo que siempre separo la relación entre el Duque y su hijo mayor: la gran diferencia en sus personalidades. El príncipe Philip tuvo la ardua labor, no solo de criar a un hijo, sino de guiar al futuro rey.
Una compleja relación a lo largo de los años, el día de ayer se ha simplificado. No era el Príncipe, futuro heredero a la Corona, quien marchaba y se sentaba frente al féretro. Se trataba de un hijo que lloraba la muerte de su padre.
Ese romanticismo al que Philip se refería, se manifestó en las emociones que Charles mostró a lo largo de la ceremonia. A diferencia de sus hermanos, quienes caminaban erguidos, con la mirada puesta, Charles no podía esconder la realidad del momento en su semblante.
“Mi querido papá, era alguien especial”. Esas fueron las palabras con las que el Príncipe había decidido homenajear a su padre el día siguiente de su muerte. Un cariño y emociones, las cuales el Duque no pudo esconder. Ni siquiera durante la ceremonia. Sentado al lado de Camilla y con la cara cubierta por una mascarilla negra, el gesto del Príncipe era de una inconfundible tristeza.
Los Windsor no son dados a mostrar afecto en público, pero Philip siempre supo de qué pie cojeaba su hijo. Solo cuando el servicio llegó a su fin y mientras la Familia Real regresaba a pie al castillo, Charles pudo tomar un respiro. Uno de los momentos más complicados en la vida de todo hijo quedaba atrás para Charles. El mal trago, al menos para el público, había pasado.
El reencuentro de dos hermanos
Criticado en múltiples ocasiones por ser inoportuno en su forma de expresarse, el Duque nos dejó un último regalo de los que muchos, en realidad, consideraban una de sus más grandes cualidades. La partida del príncipe Philip llegó en medio una crisis familiar y el feudo entre dos hermanos, a quienes forzó a verse las caras antes de lo esperado.
El duque se Sussex regresó al Reino Unido después de que su polémica entrevista con Oprah Winfrey enfriase aún más su relación con la Familia Real. Su decisión de abandonar sus obligaciones reales y mudarse a Estados Unidos, sumada a sus declaraciones, habían afectado especialmente a su hermano, el príncipe William.
Mucho se habló de la aparente separación de los hermanos durante la procesión tras el féretro. Entre ellos se encontraba su primo Peter Philips, y la simbólica distancia entre los hermanos empezaba a preocupar a muchos. Pero a la salida llegó la imagen que todos ansiaban.
Los hermanos no se habrían sentado juntos durante la ceremonia, pero mientras salían del templo y caminaban de regreso al castillo, hablan de manera distendida, pareciendo hasta alejar las diferencias que había entre ellos. Kate Middleton también se unió a la conversación, y las imágenes capturadas nos hacían recordar fechas pasadas.
La fuerza de una Reina
Una monarca es la piedra de su nación. Y cuando Elizabeth II cruzó la puerta del castillo de Windsor, encabezando el funeral para dar el último adiós al duque de Edimburgo, su amado, no dejó duda alguna de la fortaleza de una Reina.
Con una mirada seria, Elizabeth II, vestida de negro, veía pasar toda una vida y le decía adiós a su compañero, a su fuerza y a la roca de la familia Windsor. ‘Su roca’, como le decía al príncipe Philip, se había ido y las primeras imágenes tras enviudar demostraban que la verdadera ‘roca’ era la Reina.
Pero, ni siquiera la Reina es inmune a las emociones del momento. En esa soledad, esa misma que ha dejado “un gran vacío en su vida”, la misma que la hace guardar distancia de su familia en estos momentos tan difíciles, la hizo soltar unas discretas lágrimas.
Para luego recuperar su postura, serenidad, y cabizbaja, seguir inspirando esa fortaleza única que solo se le puede atribuir a ella. Así como en su momento lo hizo Philip, su pilar; siempre tres pasos detrás de ella.
El calor de una nación (a la distancia)
Desde su llegada en un Land Rover, hasta el cariño incondicional de su familia; no se puede negar que el príncipe Philip ha tenido un funeral de acuerdo a sus deseos. Pero la pandemia se ha impuesto sobre la voluntad del Duque y limitó el número de invitados a la ceremonia.
Solo 30 invitados podían asistir a la ceremonia debido a las medidas de seguridad sanitaria. Esto significa que el pueblo inglés, a quienes el Príncipe había dedicada su vida, se quedarían sin la oportunidad de dar un último adiós.
Pero, a pesar de que no podían acceder al recinto de por seguridad, una numerosa cantidad ciudadanos coparon las calles para transmitir su cariño a la familia real. Nada, ni siquiera el virus, iba a impedir que el Philip sintiera la calidez de los ciudadanos; sus ciudadanos.
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