Uno de los rasgos que más sorprenden de Lionel Messi y de la manera en la que el mejor futbolista del mundo dosifica la exposición de su intimidad a los medios es, paradójicamente, su aparente incapacidad para generar controversias. Messi, un hombre que gana unos 40 millones de euros al año y que acaba de firmar un contrato que garantiza su presencia en el FC Barcelona hasta 2021, no deja de entreabrir las puertas de su vida personal para sus millones de seguidores en sus cuentas oficiales de las redes sociales, con imágenes que lo muestran siempre como un ser humano de carne y hueso y no como la figurita más codiciada del álbum Panini: el 10 de la selección argentina cebando mate a un lado de la piscina, en plena luna de miel; o compartiendo un chapuzón en pareja con su ahora esposa Antonela Roccuzzo y su amigo y colega en el Barza, Luis Suárez, quien lo visitó en su hotel de Antigua y Barbuda el último fin de semana, acompañado de su esposa Sofía Balbi.

Lionel y Antonela se casaron en el complejo de lujo City Center, en Rosario.

A diferencia de su némesis Cristiano Ronaldo, cuya vida privada ha estado siempre rodeada de un secretismo y un misterio que, en buena cuenta, el propio futbolista portugués ha estimulado con sus ademanes y desplantes de divo deportivo, Messi es bastante más diáfano en su existencia lejos de las canchas de fútbol. De hecho, su boda del pasado 30 de junio, realizada en su Rosario natal, no fue tanto un derroche de glamour y excesos, como se podría esperar del deportista argentino mejor pagado de la actualidad (y de todos los tiempos, según la revista “Forbes”), sino la celebración entrañable y discreta de una relación que empezó cuando Leo y ‘Anto’ todavía estudiaban en el colegio y que, desde que se reencontraron cuando el futbolista ya empezaba a deslumbrar a los hinchas catalanes, se ha mantenido sólida y constante, pese a las inevitables intermitencias profesionales que suelen afectar a los deportistas de alta competencia. Los flamantes esposos recién en 2007 “oficializaron” el romance que venían sosteniendo desde años antes. Cinco años después, el  2 de noviembre de 2012, nació Thiago, el primogénito de la pareja. El 11 de setiembre de 2015 llegaría Mateo, el segundo heredero del crack rosarino.

Antonela, Mateo y Thiago festejan junto a Leo el título de la Copa del Rey 2017.

UNA BODA ÍNTIMA PERO MEMORABLE

 Como todos esperaban, la boda de Leo Messi y Antonela Roccuzzo reunió a varios de los mejores futbolistas del mundo. La ceremonia, que se llevó a cabo en el complejo de lujo City Center Hotel Casino de Rosario, contó únicamente con 260 invitados, entre los que destacaron el uruguayo Luis Suárez (quien, como ya se dijo, visitaría días después a su colega y amigo íntimo en su luna de miel caribeña), los argentinos Ángel Di María, Sergio Agüero y Sergio Romero, el camerunés Samuel Eto’o y los españoles Sergio Busquets, Xavi Hernández, Carles Puyol y Cesc Fàbregas.

El defensor Gerard Piqué, también del Barcelona, estuvo acompañado por Shakira, de quien se dice que no se llevaría del todo bien con la hoy esposa del 10 argentino. Lo único remotamente controversial que involucró a la cantante fue la elección de su atuendo (fue criticada por repetir el vestido, lo que fue interpretado por algunos periodistas de espectáculos como una falta de respeto) y el hecho de que la colombiana, quizás sin percatarse, abandonara abruptamente la pista de baile cuando sonaba la canción “La bicicleta”, uno de sus éxitos más recientes. El DJ de la fiesta, Danilo Michaut, declaró después que, tras ese episodio, no volvió a programar ninguna canción de Shakira, “por las dudas, ya que no quería incomodar a nadie”.

La idea de la pareja era armar una capilla en el City Center, pero el Arzobispado de Rosario no lo permitió.

La novia acaparó todas las miradas con una hermosa creación de la diseñadora catalana Rosa Clará: un vestido de corte sirena, con escote en forma de corazón y espalda con aplicaciones de guipur. Los zapatos elegidos por la novia estaban firmados por Sarkany, marca de calzado argentina, y tenían un mensaje inscrito en la suela: “Anto” y “Leo”, dos palabras unidas por un corazón rojo, junto a la fecha de su enlace, tal y como muestra una de las imágenes compartidas en Instagram por la propia Roccuzzo. Si hubo alguien que pudo eclipsar en algún momento a Antonela, ese fue su hijo Thiago que a sus cuatro años estuvo en todo momento junto a sus padres, y lució una réplica del traje azul oscuro que exhibió el capitán de la selección argentina, de 30 años.

Lee la nota completa en la edición impresa de Cosas 622, ya a la venta.