El acoso escolar es un fenómeno más común —y difícil de identificar— de lo que creemos.
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Brindamos algunas pautas para detectar si un niño está siendo víctima de violencia física, verbal o psicológica. Y, también, cómo actuar si nuestro hijo se comporta como un acosador.
Por Muriel De Barbieri, psicóloga clínica especializada en desarrollo infantil
El tema reaparece todos los años y es incuestionable: el bullying todavía es un problema común en los colegios, y sus consecuencias pueden ser muy serias. Para entender la dimensión del problema, es necesario identificar, primero, que este tipo de violencia implica un abuso de poder del más fuerte.
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¿El objetivo? Intimidar, menospreciar, humillar al otro y, a la vez, generarle miedo. En todos los casos, existe un acosador —que manipula situaciones para ganar dominio y sentirse superior— y un acosado —que suele ser más sumiso e inseguro, y tener dificultades para defenderse—. En muchas oportunidades, el acosador busca, además, poner al resto de integrantes del grupo en contra de la víctima, pues distorsiona su imagen al presentarla como alguien negativo e inferior; y los convence de que deben rechazarlo y apoyar los maltratos.
Los tipos de bullying
Es común que el acoso comience verbalmente, con apodos, burlas, ridiculizaciones, insultos y bromas pesadas y que, luego, vaya intensificándose hasta derivar en agresiones físicas: golpes, empujones y patadas. También existe el bullying social en el que se busca excluir al niño del grupo, con el objetivo de aislarlo, ser indiferentes con él o discriminarlo.
Con el uso de la tecnología, ha aparecido, también, el cyberbullying. Las prácticas más comunes implican publicar o difundir imágenes denigrantes y montajes desagradables; crear páginas web u otras plataformas con contenidos agresivos; hacer comentarios difamatorios en las redes sociales; mandar mensajes o correos electrónicos amenazadores; suplantar la identidad para usarla de manera inadecuada, entre otras.
Por último, estos tipos de acoso no son excluyentes, sino que pueden presentarse de manera simultánea y llegar a tener un fuerte impacto emocional en quien lo sufre.
Las consecuencias psicológicas del bullying
Los niños que son acosados en el colegio terminan sintiéndose muy inseguros y amenazados, por lo cual no quieren asistir a clases. Además, el concepto que tenían sobre sí mismos se ve alterado y empiezan a sentir que no son lo suficientemente valiosos. En estos casos, se da una significativa disminución en la autoestima y, por eso, muchos tienden a aislarse, o llegar a presentar síntomas depresivos.
Apoyo e intervención (para víctimas y victimarios)
Muchos casos de bullying suelen ser minimizados o pasados por alto en los colegios. Sin embargo, no olvidemos que los profesores y autoridades tienen la responsabilidad de identificarlos e intervenir, tanto para apoyar y proteger a las víctimas como para disciplinar y educar a los abusadores. Esto debe ser acompañado, además, de un trabajo de concientización con los estudiantes; mediante talleres preventivos donde se incentive la empatía y la aceptación, y se promueva una convivencia sana. Y, en paralelo, es necesario contar con un protocolo; de modo que la intervención en estos casos sea inmediata.
Desde casa los padres asimismo deben estar atentos a los cambios repentinos en los niños, ya que estos suelen indicar que algo está sucediendo. Y si un niño ha sufrido bullying, debe ser derivado con un psicólogo especialista; que lo ayude a superar el daño y, sobre todo, a trabajar en el desarrollo de sus recursos de defensa y manejo de situaciones con mayor seguridad.
Asimismo, es necesario entender que muchos niños se muestran violentos como reacción a una situación familiar difícil —dinámicas disfuncionales y violentas entre los padres, por ejemplo—. De esta manera un niño de personalidad agresiva, impulsivo y con poca empatía puede adquirir estas características a modo de defensa. ¿La razón? Se encuentra en situaciones donde él mismo es víctima de otro agresor, y con quien termina identificándose. Por eso, es necesario enfrentar la situación: ellos también necesitan apoyo profesional. Y nosotros debemos acompañarlos en ese proceso.
¿Cómo identificar si mi hijo está siendo acosado?
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- Cambios repentinos de humor (mayor sensibilidad, ansiedad o irritabilidad)
- Llanto o respuestas emocionales extremas
- Malestares físicos recurrentes (dolor de cabeza o de estómago)
- Alteraciones en el sueño (pesadillas o insomnio)
- Falta de apetito
- Temor de ir al colegio y uso frecuente de excusas para faltar a clases
- Cambio en el rendimiento escolar
- Dificultades para concentrarse
- Constante estado de alerta
- Aislamiento social e introversión
- Sentimientos de culpa
- Pensamientos destructivos