A vísperas del Bicentenario de nuestra independencia, recordamos la importancia de la creación de la Guardia Civil del Perú en nuestra historia.
Por Ricardo Aguilar Saavedra, Historiador
La historia de la Guardia Civil del Perú es un relato que aún está por escribirse. Es una tarea necesaria para comprender importancia de la seguridad, el orden público y la civilidad como responsabilidad de todos los peruanos. Y más necesario sabiendo que estamos a vísperas del Bicentenario de la república. Hoy, estos valores y responsabilidades son encarnados en la Policía Nacional, pero pensar en la Guardia Civil creada en 1873 nos puede ayudar a reconocer su trascendencia histórica. El objetivo de la presente reflexión es acercarnos desde una perspectiva amplia a la importancia de la Guardia Civil en la historia peruana. Así, algunos elementos de gran relevancia, son: el sentido de civilidad, orden público en el contexto de la independencia; la relación con los caudillos del siglo XIX; Pardo y la creación de la Guardia Civil en 1873; su participación en la Guerra del Pacífico (1879 – 1883) y los hitos de la Guardia Civil en el siglo XX.
Independencia, civilidad y orden público
En 1821, el mismo año que San Martín proclamó la independencia del Perú, fueron creados los primeros cuerpos de policía cívica. San Martín reconoció como problema fundamental preocuparse por preservar el orden público en un momento en donde la incertidumbre política, económica y social constituía la vida cotidiana de la amurallada ciudad de Lima. Desde el inicio de la vida independiente esta responsabilidad recayó en los gobiernos locales y asimismo ellos respondían al Ministerio del Gobierno y Relaciones Exteriores, una de las tres carteras de gobierno creadas para el país recién emancipado.
Influencia de los caudillos: entre lo militar y lo civil
Sin embargo, las fuerzas de las milicias civiles para el orden público estuvieron durante varias décadas bajo la dirección e influencia de los jefes departamentales y prefectos. Por ejemplo, en la constitución de 1826 los diputados afirmaron y sentenciaron que “las atribuciones de los prefectos, subprefectos, gobernadores y alcaldes serán determinadas por la ley, para mantener el orden y la seguridad pública con subordinación gradual al Gobierno Supremo”. Como era de esperarse, el fragor de las luchas caudillistas hicieron que cada grupo de milicias sirviera para fines políticos y particulares. Santa Cruz, Gamarra y otros de los jefes militares y políticos publicaron decretos para reorganizar el cuerpo de seguridad pública, ampliándola a todos los departamentos a lo largo del territorio y estableciendo categorías de carácter militarizado como comandante, tenientes, cabos, además de las ya existentes de serenos y vigilantes.
En 1845, Ramón Castilla organizó la Guardia Nacional como parte de la política de establecer las bases de un sistema más homogéneo y jerárquico. Pocos años después, en 1852, durante el gobierno de Rufino Echenique (1851 – 1854) se crea la Gendarmería, en un intento de unificar los cuerpos de las fuerzas armadas que custodiaban el orden público. Esta tarea fue continuada por Ramón Castilla en su segundo mandato, restringiendo la actuación de estos cuerpos armados únicamente a la seguridad pública. Este fue un intento de desvincularlos de las luchas políticas entre caudillos, una característica inconfundible de las primeras décadas de la vida republicana.
1873: Creación de la Guardia Civil
No obstante, recién en la década de 1870, la Guardia Civil, formalmente nombrada así, apareció en un momento álgido y crucial de la historia peruana. Esta década se asocia directamente a la figura de Manuel Pardo y Lavalle, uno de los grandes políticos del siglo XIX. Pardo era conocedor de la necesidad de reformar las instituciones del Estado para lograr los cambios deseados. Su experiencia pública en la década de 1860 era abundante, fue Ministro de Hacienda (1865), director de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima (1868) y Alcalde de Lima (1869 – 1871). Sin embargo, pasaría a los anales de la historia por ser el fundador del Partido Civil (1871) y el primer presidente civil elegido constitucionalmente en el Perú (1872 – 1876).
Pardo vivió uno de los momentos más convulsionados de la historia política peruana. Corría el año 1872 y el presidente José Balta había convocado a elecciones presidenciales, siendo uno de los favoritos el abogado y fundador del Partido Civil Manuel Pardo. Debido a una fuerte tradición militar en los órganos de gobierno, algunos sectores del ejército se mostraron como opositores de Pardo y de todo el Partido Civil. En ese contexto, el clima social y político se mostraba a favor de apoyar a la renovada opción del Partido Civil, en contraposición de la tradición castrense en el gobierno. Al tiempo de las elecciones llegaron resultados que prefiguraban como indubitable ganador a Pardo, sin embargo, antes de declarar su victoria, una facción del ejército encabezada por los hermanos Gutiérrez, entre ellos, Tomas Gutiérrez, Ministro de Guerra, inició una rebelión destituyendo a Balta y declarándose él mismo como Jefe Supremo de la República. Como producto de esta rebelión, Balta fue asesinado a manos de los Gutiérrez y ellos se enfrentaron a una insurrección popular en el que no faltaron las escaramuzas entre ciudadanos armados y miembros del ejército. Mientras el descontento y descontrol crecía, los Gutiérrez y sus partidarios se vieron acorralados hasta que finalmente fueron tomados prisioneros e inmediatamente ejecutados por la turba enardecida. Un fatídico desenlace de los acontecimientos. Corría la semana del 20 de julio de 1872, a vísperas de celebrar un aniversario más de la Independencia.
Tras este episodio asumió el poder durante seis días el vicepresidente del gobierno de Balta, Mariano Herencia Zevallos. Luego, Manuel Pardo fue proclamado presidente y asumió funciones desde el 2 de agosto de 1872.
Como era de esperarse, una de las principales motivaciones de Pardo era reformar el ámbito castrense en el Perú, especialmente, debido a la gran influencia en asuntos políticos. No obstante sus intenciones, estas no pudieron cumplirse a cabalidad pues el Perú ya se encontraba sufriendo los embates de la crisis económica posterior al auge guanero.
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Pero una de las reformas sustanciales estaba relacionada al orden público, tema que él conocía bien tras su experiencia en la alcaldía de Lima, en la Beneficencia y también como candidato presidencial.
Así las cosas, el decreto para establecer la creación de la Guardia Civil como órgano del Estado constituyó una de las principales reformas de Pardo. Fue rubricado el 31 de diciembre de 1873, en la víspera del cambio de año, y publicado al año siguiente, al retomar las actividades gubernamentales, el 28 de enero de 1874 en el diario oficial El Peruano.
El principal objetivo de esta reforma fue reorganizar y unificar institucionalmente los cuerpos policiales. Se diferenciaron entonces tres grupos dentro de la Guardia Civil: 1) Policía de vecindario, bajo responsabilidad de los gobiernos ediles para combatir la delincuencia; 2) los Servicios Especiales de Policía, dedicada a todos los temas vinculados con el orden público en establecimientos concurridos y de alto riesgo como mercados, cárceles y zonas portuarias; y 3) la Organización de la Fuerza Pública Permanente, cuyas funciones también era custodiar el orden en la totalidad de las ciudades.
Así se reconoce como parte de las prioridades del gobierno constituir una fuerza especializada que en adelante sería denominada Guardia Civil, encarga de preservar el orden público directamente a los ciudadanos. Mientras que la Gendarmería se dedicaría a preservar las instituciones públicas de gobierno y a altos funcionarios. Además, se marcaría claramente la diferencia entre lo militar y lo civil, ya que la Gendarmería respondía a una lógica marcadamente castrense.
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Además, también durante el gobierno de Pardo, en 1874, se creó la Escuela de Instrucción de la Guardia Civil, antecesora de la Escuela de Oficiales de la Policía Nacional.
Durante la Guerra del Pacífico (1879 – 1883), esta nueva institución encargada de la seguridad de todos los ciudadanos también dio visos de patriotismo. En su destacada participación vale recordar la entrega de Mariano Santos Mateo, inspector de la Guardia Civil y reconocido como “el valiente de Tarapacá”. Santos Mateo logró hacerse del estandarte enemigo y participó en defensa de la patria en las batallas de San Francisco y Alto de la Alianza. Terminada la campaña del sur, en la que resultó gravemente herido, regresó a Arequipa para recuperarse, y en dicha ciudad vivió hasta el final de sus días en 1900. Hoy es reconocido como héroe de la Guardia Civil en la Guerra del Pacífico y sus restos se encuentran junto a otros héroes y mártires de la Policía Nacional del Perú en el Camposanto Santa Rosa de Lima.
La Guardia Civil durante el siglo XX
Ya en el siglo XX la institución policial en el Perú experimentó distintas reformas, adecuándola a las nuevas técnicas de investigación y procedimientos en el mundo de la seguridad urbana. Por ejemplo en 1919, al iniciar su gobierno bajo el lema de “Patria nueva”, Augusto B. Leguía decretaría una reestructuración para la cual tomaría como referencia a la Guardia Civil Española. Es así que en el año del centenario de la independencia, en 1921, se dispone la contratación de una misión española para dicha tarea. Parte de su legado fue la creación del a Escuela de Policía de la Republica.
Otro de los personajes importantes en esta historia de heroicidad fue el capitán de la Guardia Civil Alipio Ponce Vásquez, quien tras participar en la Batalla de Zarumilla, durante el conflicto bélico con Ecuador en 1941 ofreciera su vida en sacrificio. Fue declarado héroe en 1978.
También durante el siglo XX muchos ciudadanos se sumaron a la Guardia Civil y cumplieron funciones distintas en condición de asimilados, desde técnicos administrativos hasta constructores. Mi abuelo Máximo Constantino Aguilar Alarcón fue uno de ellos. Hijo de constructores cañetanos, vistió gustosamente el uniforme de la Guardia Civil y se sumó a todos los hombres que aportaron a la loable historia de la institución.
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Ya en tiempos más recientes, durante la década de 1980 se realizó la unificación de todos los cuerpos policiales y de investigación al servicio de la ciudadanía. Así, quedaron integrados en un solo cuerpo la Guardia Civil, la Policía de Investigaciones y la Guardia Republicana.
Así las cosas, en el bicentenario de la república debemos reconocer que la preocupación por la seguridad pública nació junto con el Estado peruano, y a lo largo de la historia se ha buscado preservar el orden e involucrar a la población en esta tarea. Por esa razón, hace casi 150 años, las reformas impulsadas en 1873, dieron inicio oficialmente al camino institucional de la Guardia Civil, hoy incorporada en la Policía Nacional del Perú, una institución valiosa al conmemorarse los 200 años de vida independiente.
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