Entre los egos y los intereses económicos, la derecha luce mas desunida que nunca. ¿Qué escenarios esperan a una oposición tras dos intentos de vacancia y un gobierno –con 76% de desaprobación, según Ipsos y Datum– que ya anunció su Asamblea Constituyente?
Por Marcelo Rosales
La oposición fue infiltrada por el Gobierno. Eso explica que los dos conatos de vacancia hayan fracasado. Era de esperarse, considerando que el Ejecutivo maneja el grueso del presupuesto del Estado. Y tomando en cuenta que los congresistas quieren recuperar la inversión de sus campañas y los créditos hipotecarios que han conseguido al mudarse a Lima (la vacancia a Vizcarra fue en su último año de gobierno).
No solo hablamos de la cantidad de “niños”, que a estas alturas ya parece un kindergarten. También hablamos del nombramiento de Alejandro Salas, excandidato al Congreso por el partido Somos Perú, como ministro de Cultura y quizá futuro premier. También nos referimos a la visita nocturna del almirante Montoya a Palacio y a su lista unipersonal a la Mesa Directiva. Y a su posterior extraña defensa de la inmovilización obligatoria del último 5 de abril, para no hablar de la cercanía del exsecretario general de Renovación Nacional con el lápiz.
Pero no solo hablamos de intereses, sino también de egos y apetitos políticos. Aún hoy, la derecha parece más preocupada en ver quién reemplazará a Castillo, cuando ni siquiera tiene los votos para sacarlo. Se frota las manos pensando en quiénes integrarían un gobierno de transición, pero no necesariamente en cómo salir de la crisis.
Por eso criticaron los previos pedidos de vacancia diciendo que “no era el momento adecuado”. Y es que nunca es el momento adecuado cuando solo importa el material del que están hechas las ‘balas de plata’. Esta lucha de egos se hizo evidente en las marchas contra Castillo. La derecha se peleaba por decidir quién tenía más cámaras, quién subía al estrado a hablar, quién ponía el mejor equipo de sonido, quién encendía las velas en la vigilia o los globos de cantoya, o quién cargaba las antorchas más propias de algún luau de Ancón.
Pero pocos se preocupaban de convocar a las masas, de calentar la plaza, de llegar realmente a sus oídos. En suma, de que cada marcha contra Castillo tenga aunque sea una pizca de la mística que tuvo la espontánea protesta del 5 de abril.
Habla la oposición
Según comenta el analista político José Carlos Requena, el estado actual del Poder Ejecutivo no es precisamente el de una fuerza afianzada sólidamente, sino que simplemente está en una posición más cómoda gracias a la confianza en que la oposición no tiene suficientes votos para vacarlo. “El Ejecutivo busca fortalecerse por otros lados. No gana el más fuerte, pero se mantiene el menos débil”, explica.
“Hay una izquierda que quiere refundar todo, pero que solo ha estado calificada para desestabilizar a los gobiernos. Ahora se han dado cuenta de que también son gobierno, pero siguen desestabilizando. Pero también tienes una derecha que cree que todo en el Perú ha sido crecimiento y que todo debe mantenerse igual, y no es cierto”, comenta el general Roberto Chiabra, congresista de Alianza para el Progreso y uno de los opositores más destacados.
Cecilia Valenzuela, directora del diario “Perú 21”, opina que la respuesta ciudadana se debe más a la naturaleza inconstitucional de la medida de Castillo que al respaldo a los líderes de oposición. “Los dirigentes tienen que dar un paso al costado y darle lugar a una nueva generación. Esta debe estar compuesta por gente que pueda responder ética y moralmente a la política y a los pensamientos de cada agrupación”, argumenta.
De igual manera, el congresista Carlos Anderson, exintegrante de la bancada de Podemos Perú, comenta que “las marchas convocadas desde el inicio del gobierno, han sido de carácter ideológico y lideradas por políticos muertos en vida que hoy en día no representan a nadie. Hay otras figuras que están surgiendo en condiciones específicas en las que se va dando la lucha política”.
La congresista Gladys Echaíz señala que esa marcha confirma que “la mayoría de peruanos ha identificado que la causa de la inestabilidad política es la persona del presidente de la República, Pedro Castillo, quien no solo ha evidenciado su incapacidad para gobernar, sino una grave carencia de valores que pretende encubrir con su discurso confrontacional y destructivo”.
“Siempre habrá egos, pero la capacidad de diálogo jamás se debe perder”, argumenta la congresista Martha Moyano, quien explica que Fuerza Popular decidió no participar ni en la Mesa Directiva ni en la campaña municipal a Lima para que haya unidad y diálogo.
“Las ganas de protagonismo invaden a algunos líderes que creen que aún están en campaña. Hay líderes que no son capaces de dejar de lado sus intereses propios en aras de ir por un bien mayor. Se debe compartir una visión de redemocratización y rescate del sistema democrático”, comenta el periodista y abogado Hugo Guerra.
¿Cuál es la salida?
Nuevamente, las distintas personalidades de oposición evalúan diversas opciones a modo de salir de esta crisis política. Requena y Anderson apuntan a que el presidente no renuncie. Proponen también otra opción: que Pedro Castillo se quede con el cargo de presidente únicamente de manera nominal, mientras que nombra a un gabinete de ancha base que sea capaz y esté apto para tomar las riendas del país.
Es decir, que participe de las labores presidenciales protocolares, mientras que el premier lidera a los demás ministerios. La congresista Echaíz apunta hacia una colaboración entre las distintas fuerzas políticas, y así lograr un consenso por el bien del país. “Los congresistas debemos constituirnos en un solo partido y a una sola voz debemos decir: ‘¡Basta ya!’. Tendremos que adoptar las acciones necesarias para recuperar los espacios perdidos. Entre ellos, el acercamiento, comunicación y alianza con la población basada en el respeto y la verdad”.
Por otro lado, también se abre la posibilidad de conformar una nueva Mesa Directiva de ancha base, para liderar la transición hacia el siguiente mandato. Recordando el caso del gobierno de transición del año 2000, ¿quiénes serían las personas adecuadas para realizar esta labor?
Hay varios nombres que resuenan. Los parlamentarios Chiabra, Echaíz y Anderson han sido posicionados como los posibles líderes que podrían encabezar una nueva Mesa Directiva de consenso, pero por el momento prefieren no adelantar opiniones ante ese escenario, pues es muy pronto. “Yo estoy en el Congreso con toda la voluntad de servir a mi país de la mejor forma posible, pero no es una conversación que yo pueda iniciar”, comenta el congresista Anderson. Veremos qué se define en las próximas semanas.
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