El escritor José Carlos Yrigoyen vuelve a la poesía tras 15 años de escribir en prosa. Con el libro “Ciclo del Partido de la Caridad” (AUB, 2022), el vate aborda la relación entre literatura y pedofilia.
Tu poemario roza la pedofilia y la política. ¿Vuelve la influencia de Pier Paolo Pasolini o nunca se fue?
Creo que hay influencias que quiera uno quitárselas o no, permanecen en uno. Pero esta vez mis referentes mayores han sido otros: John Berryman, Tony Duvert y los poetas anglosajones que suelo consumir desde siempre. Este es un libro de poemas distinto en relación a los anteriores que escribí -lo que es natural porque han pasado 15 años desde que hice el último- y de hecho mis intereses literarios no son precisamente los mismos, aunque seguro pueden rastrearse algunas huellas, matices, de mis anteriores incursiones.
Mirko Lauer comenta positivamente tu libro y suelta otras referencias periféricas: Houellebecq —quien también ha escrito sobre la pedofilia— y Enzensberger.
Ambos son autores que me interesan. Me gusta la valentía de Houellebecq, sobre todo para indagar en las heridas que nuestro correctismo niega o escamotea; creo, como él, quesi un libro no molesta o incomoda a alguien, no vale la pena escribirlo. Eso nos une. Enzensberger es un maestro a la hora de construir poemarios conceptuales, como “El Hundimiento del Titanic” o “Mausoleo”; seguro algo de sus lecturas puede haber permanecido en este proyecto, aunque definitivamente eso no fue consciente.
Hace unos meses hablamos sobre el caso de este escritor que fue vetado por Gallimard, muy en la onda de la pedofilia francesa. Creo que fue Gabriel Matzneff. Su víctima lo contó todo en un libro.
Pocos focos intelectuales como el francés de los años setenta fueron tan condescendientes con la pedofilia. No solo Matzneff, sino Duvert y otros más. La izquierda gala fue muy tolerante, yo diría hasta cómplice, de los abusos que sufrió Vanessa Springora y demás víctimas de gente que utilizó la coartada de la literatura para ejercer la depredación de los cuerpos. Hoy pareciera que nadie se hace cargo de las consecuencias de ese tramo histórico en el que en nombre de la libertad total se abusó y se destruyó la mente y la integridad de niños y prepúberes. Lo del Partido de la Caridad no es un hongo que brotó sin antecedentes ni correlaciones.
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Y en El Comercio mencionaron otro libro, a propósito del tuyo: Degenerado, de Ariana Harwicz. ¿Por qué recién ahora nos preguntamos en libros y ensayos si Foucault o Lewis Carroll eran o no pedófilos?
No sé si nos lo preguntamos recién. En el caso de Carroll sus apetencias pedófilas están sobradamente documentadas y conservamos las cartas que le enviaba a niñas de once o diez años y los daguerrotipos en que estas aparecen modelando desnudas o semidesnudas. Que ese asunto recién sea discutido seriamente hace relativamente poco es otra cuestión; recordemos que la indignación actual por este delito recién comenzó a forjarse en los años ochenta. En los años setenta era tolerada, aceptada y auspiciada la inclusión de preadolescentes en films eróticos o semieróticos, y muy pocos eran los que se escandalizaban.
Veo conexiones con algunos poemas y versos de El libro de las señales (1999). Sobre todo, cuando Santiago va a un albergue en Ámsterdam con “chicos muy blancos” durmiendo en sus literas o la alusión de Antonio Robles a que se vendió a un viejo marinero “por unos mariscos pasados”.
Puede ser. El tema es que escribí esos versos en 1999, hace más de veinte años y cualquier cosa que pueda decirte de ellos sería elaboración posterior y por lo tanto una traición al joven de 22 años que los elaboró. Lo que sí me consta es que cuando los escribí no era mi interés trabajar el asunto de la pedofilia en mi poesía. Eso ha sido posterior, mucho después, por distintas motivaciones. La más importante: escribir desde un yo poético que fuera tan repugnante que mi yo no tuviera cabida en él.
Para seguir la tendencia en boga, ¿habría que colocarle una advertencia a tu poemario? “Contiene imágenes de ideología de género” o “parental advisory”, por ejemplo.
Hay lectores que necesitan octógonos, lamentablemente, pero yo escribo para los otros, los que son capaces de tomar conclusiones por su cuenta. Las reacciones que he tenido de ellos han sido muy interesantes y algunas me han permitido descubrir vectores del libro que a mí se me habían escapado. Ese es el diálogo que pretendía entablar y me alegra haber encontrado esos interlocutores.
¿Qué proyectos de narrativa y poesía se vienen?
Tengo un nuevo libro de poesía en elaboración (aunque recién comenzado) y próximamente pienso reeditar “Con todo, contra todos”, la historia de la selección que publiqué en 2018, esta vez más enfocada en el ciclo de Gareca y una edición revisada y aumentada de “Orgullosamente Solos”, que espero poder lanzar el próximo año. Proyectos sobran, lo que falta es tiempo.
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