El diseño de piezas domésticas y funcionales como medio de expresión, exploración y de negocio. Tres propuestas de diseño peruano que se interesan en procesos artesanales y que comparten su atracción por materiales naturales y locales. Su reto es ir más allá de las tendencias y los referentes internacionales para empujar una creatividad propia.

Por Rebeca Vaisman / Retratos de Javier Zea

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Taller Dos Ríos: la exploración del barro

Así como las nuevas tecnologías han transformado el diseño industrial, existe una corriente que vuelve a mirar lo artesanal y lo especial de la pieza hecha a mano. Por ese rumbo caminan proyectos como Taller Dos Ríos, fundado por los jóvenes artistas plásticos Aileen Gavonel, grabadora, y Javier Bravo de Rueda, pintor. Su taller de cerámica de la calle Cajamarca, en Barranco, se fundó formalmente en 2015, y para diciembre de 2016 ya habían producido dos pequeñas series utilitarias y decorativas de edición limitada. Su estética tiene influencia del arte popular, pero también de la gráfica que ya les interesaba desde la escuela de arte. “Nos gusta que haya una narración en los objetos que hacemos. Tenemos algunas piezas que cuentan una historia abstracta; otras dialogan solamente a través de imágenes que pueden relacionarse con geografía, música o imágenes”, explica Aileen. Así, tienen piezas creadas en torno a las islas Pachacámac o a “Los heraldos negros”, de Vallejo. Su premisa central es explorar el material: hace poco han presentado su última colección, hecha sobre la base de sus investigaciones con lodo de huaico. Los desbordes y las lluvias les dejaron un material cargado de energía e historia, que los integrantes de Taller Dos Ríos han querido usar como materia prima.

Las colecciones de piezas utilitarias y decorativas permiten sostener la parte más experimental del taller. Sus fundadores coinciden en que las tradiciones populares y la artesanía se han revalorizado para el diseño actual, pero a fin de evitar que eso se quede solo en la forma, sin una reflexión de fondo, enfatizan la necesidad de acompañarlas de una educación en los procesos y materiales. Es por eso que parte importante de Taller Dos Ríos está en sus talleres libres, en colaboraciones con otros creadores (como Kukulí Velarde y Carlos Runcie Tanaka) y en su trabajo con comunidades de artesanos: ahora mismo están llevando a cabo un proyecto en Cocachimba, en la región Amazonas, donde ya hicieron un primer taller con la comunidad huanca. “Queremos tender puentes entre ciudades y compartir técnicas”, asegura Aileen. “Queremos intercambiar conocimiento. Queremos aprender”.

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Sofistia: el espíritu del material

Sofistia es el nombre del proyecto presentado por Sandra Benavides en diciembre pasado. Ella es administradora de formación y, además, estudió Diseño de Moda y Marketing en Parsons The New School for Design, en Nueva York. Vivió en la ciudad estadounidense ocho años y recién hace año y medio que volvió a Lima: desde Estados Unidos empezó a hacer algunas colaboraciones con artesanos de Guatemala y con tejedores peruanos de telar de cintura. Pero fue recién a su vuelta, en 2014, que encontró los insumos creativos y logísticos que necesitaba para plantear una propuesta concreta. Inspirada en el trabajo en alabastro andino de artesanos ayacuchanos y en la tradición y belleza de la famosa piedra de Huamanga, Benavides ha diseñado una primera colección bajo el nombre de Accidente Controlado, donde este material es protagonista. Fuentes, centros de mesa, boles, posavasos, saleros, candelabros y adornos le permiten explorar lo translúcido de la piedra, sus distintos colores y su veta. El nombre de la colección se debe a que cada pieza es hecha a mano sin usar molde, y por ende ninguna es igual a la otra. Aunque la piedra es su principal material, tiene platos de cerámica pintados a mano con borde de oro líquido y platino; también cubiertos y detalles en bronce y plaqué, cuchillos con mango en madera de pino, y está viendo las posibilidades de la cerámica amazónica negra.

También a Benavides le parece importante preguntarse sobre la creatividad de la propuesta. “Es un reto mantenerte diferente, pero siendo tú mismo”, reflexiona la diseñadora. “Hay una parte de todo lo que se hace que ya existe, se comparten referentes e imágenes, hay una influencia”. De hecho, su colección tiene algunas piezas más comerciales, como el adorno de las letras de Lima a la manera del clásico “Love” neoyorquino. En opinión de la diseñadora, si bien considera necesario incorporar uno que otro objeto así dentro de cada colección, su principal interés está reflejado en las otras piezas. Por eso, para alejarse de tendencias y referentes, optó por hacer evidente el accidente en el proceso, el azar, el temperamento del material, de tal manera que cada pieza sea única.

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Visybilidad: estilo de vida

Sybil Roose es la artífice de Visybilidad, plataforma multidisciplinaria que empezó en 2014. Diseñadora de interiores de la Toulouse Lautrec, se especializó en escaparatismo y coolhunting en Barcelona, y trabajó durante siete años en marketing visual. Con Visybilidad, Roose trabaja mobiliario, proyectos de interiorismo y accesorios para la casa (en colaboración con marcas, como Escudo y Philomena, y diseñadores como Andrea Llosa). En un inicio se interesó en la tendencia geométrica y en una estética simple. De ahí piezas como el perchero creado en conjunto con La Fábrica Design Center, en fierro galvanizado, en blanco o negro, y en forma de triángulo, círculo, cuadrado o rectángulo; las estanterías M+S “inspiradas en la geometría abstracta, el minimalismo y la pintura de esquina dura” (otra colaboración con La Fábrica Design Center), o sus espejos en formas geométricas que son también consolas. Si bien aún apuesta por la sencillez y el minimalismo, actualmente, está preparando una colección que marcará un segundo momento en el proyecto: ahora, Sybil quiere partir de un concepto fuerte con el que se pueda desarrollar la colección, que será variada, pero con menos objetos.

Está trabajando una serie de tablas para quesos en las que se combinan distintos tipos de madera y cerámica. Y se está alejando de las líneas y los ángulos de la geometría, explorando formas más orgánicas. Reconoce que hay “ideas que ya están sueltas en todas partes”, pero que las reinterpretaciones necesitan una intervención, un estilo, ya sea a través de un nuevo material, otro color o un concepto. Roose está en la búsqueda de incorporar más de su estilo de vida en cada una de sus colecciones. Ejemplo de ello son sus polaroids con fotografías enmarcadas en MDF con luz led interior, que son arte, decoración y luminarias, y que se crean a partir de imágenes tomadas por la diseñadora durante viajes. Es su forma de incorporar experiencias propias en cada pieza.

Artículo publicado en la revista CASAS #246