“Las empresas chinas tienen una tradición de escándalos de corrupción”, dice Juan Pablo Cardenal, autor de tres libros sobre la influencia internacional de China. El periodista español habla sobre el poderío asiático en la región y sus denuncias de corrupción en el Perú, Club del Tarot y Club Chino de la Construcción incluidos.

Por Carlos Cabanillas

Cardenal ha publicado dos libros sobre el tema: “La silenciosa conquista china” (2011) y “El imperio invisible” (2013).

¿Cuál es el principal interés de China en América Latina?

China tiene la necesidad estratégica de garantizar su suministro de recursos naturales. América Latina les sirve para ese propósito. Y hay países donde ellos perciben que hay más riesgo que otros. Por ejemplo, en Argentina, Venezuela y Ecuador. En Chile y Perú perciben menos riesgo, por eso invierten. Van con la munición de su capitalismo de Estado. A la vez que acceden a esos recursos, ofrecen a esos países préstamos para financiar infraestructura. Perú es un país bastante estándar. Hay complementariedad entre lo que China ofrece y lo que Perú puede dar a cambio. En la economía peruana hay un consenso: China es el aliado del futuro. Y Estados Unidos va en retroceso en la región.

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La activa diplomacia china es manejada por el Partido Comunista de China, que responde a su secretario general, Xi Jinping.

Las empresas constructoras chinas tienen un reciente protagonismo en los audios de Zamir Villaverde.

Los medios se han concentrado en la parte peruana, pero no se han fijado mucho en el lado chino. No es un esquema nuevo ni de este gobierno. El ejemplo más cercano es lo que pasó en Ecuador. Allá también las constructoras fueron especialmente problemáticas. Sinohydro Corporation fue acusada de prácticas de corrupción en Ecuador. Ellos son un jugador importante allá. Las empresas chinas tienen una tradición de escándalos de corrupción en muchos países. Su cultura de corrupción está a la orden del día.

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Las empresas chinas saltaron a las portadas de los diarios tras ser mencionadas en los audios de Zamir Villaverde.

China CAMC Engineering Co. Ltd. también ha sido acusada de pagar sobornos en Ecuador. Y ha sido señalada por Karelim López por sus licitaciones en el Perú.

Las empresas chinas están acostumbradas a funcionar de esa manera. No es que sean mejores ni peores que nosotros, sino que su sistema no es transparente. Es una dictadura: no hay prensa libre ni sociedad civil, tampoco ONG ni instituciones fuertes que sometan a escrutinio el accionar de las empresas. Tienen carta blanca para hacer lo que quieran en el extranjero. Las empresas occidentales tienen más que perder.

“China tiene la necesidad estratégica de garantizar su suministro de recursos naturales. América Latina les sirve para ese propósito. Y hay países donde ellos perciben que hay más riesgo que otros. Por ejemplo, en Argentina, Venezuela y Ecuador. En Chile y Perú perciben menos riesgo, por eso invierten”.

El llamado ‘Club Chino de la Construcción’ opera en el Perú desde 2018. Agarraron fuerza durante el gobierno de Martín Vizcarra.

En el entorno de la Fiscalía me dicen que recién las están mirando. Tienen llegada en dos sectores problemáticos: la construcción y las industrias extractivas.

En el llamado ‘Club del Tarot’ se menciona a Weihai Construction Group y a China Railway No 10 Engineering. El representante del consorcio, Chen Junkun, está prófugo.

Hay empresas como China Railway Group y China Civil Engineering Construction Group que han llenado el vacío que dejó Odebrecht. Y el Perú no tiene los mecanismos para impedir la corrupción.

Usted habla del programa chino de captación de élites.

Hay diversas universidades, cámaras y think tanks chinas que entablan relaciones con gente influyente. Pero cuando hablamos de estas instituciones no podemos pensar en entidades de la sociedad civil. Todo es parte del mismo Estado, que es el partido. Son la línea civil del régimen. Ellos cursan invitaciones con gastos pagados y exponen a los visitantes a la propaganda del partido. Entablan proyectos, asociaciones e investigaciones conjuntas. Lo hacen en los rubros académicos, empresariales, políticos y de medios. Por ejemplo, lo han hecho con la Agencia Andina y con TV Perú. Con el Instituto Confucio también. Identifican a líderes de cada sector y los invitan a China, convirtiéndolos en embajadores de facto del régimen. Los llevan a la sede del Partido Comunista de China, por ejemplo. Y ellos salen hipnotizados, porque a veces consiguen becas, simposios, seminarios o cursos. Por eso siempre vemos a voceros espontáneos que alaban la gestión de China frente al COVID-19, pero no cuestionan la bajísima eficacia de las vacunas chinas. También hay temas que no se tocan, como la pesca ilegal de pesqueros chinos en aguas peruanas.

Karelim López denunció millonarios contratos irregulares del Estado con un grupo de empresas chinas.

Vizcarra vició los ensayos chinos con su corrupto ‘Vacunagate’. Y nunca se publicó la tercera lista de beneficiados.

Entra a la página web de la Embajada de China y mira el comunicado que hicieron sobre el tema. Y mira los insultos

que dedican al periodista Beto Ortiz por exponer el tema de las vacunas.

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El llamado ‘Club Chino de la Construcción’ opera en el Perú desde 2018. Fue muy cercano a Martín Vizcarra.

Taiwán tuvo que darnos respiradores y material sanitario a través de los municipios, porque el Estado peruano no podía recibir sus donaciones, por presión de China.

El tema de Taiwán es especialmente sensible para ellos. En eso son intransigentes.

En 2019, el Ministerio de Cultura censuró una muestra artística de Falun Dafa por presión china.

El Falun Dafa o Falun Gong es una disciplina prohibida. Los chinos dividen al mundo entre amigos y enemigos. Según como te comportes, te consideran un aliado o toman represalias.

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