Estar al tanto de la guerra entre Rusia y Ucrania, no es la obsesión por estar informado como un “news junkie”. Es observar, en tiempo real, el conflicto del mal contra el bien. Es como presenciar en una tele desde un sótano en el planeta Tatooine, cómo Luke Skywalker destruye “La Estrella de la Muerte” del Imperio.

Por Diego Molina

Algo así se sintió cuando los ucranianos hicieron volar un pedazo del puente de 19 kilómetros que el mismísimo Putin (el emperador Palpatine, para esta analogía) había inaugurado en el 2018, que une a la federación rusa con la península de Crimea (anexada en el 2014, bajo la nerviosa mirada del presidente Barack Obama), y que traslada tanques y misiles para atacar al país invadido.

La explosión remeció la noche del sábado 7 de octubre, día del cumpleaños 70 del emperador. El meme era épico: a la izquierda, los trenes incendiados y la vía desplomada; a la derecha, Marilyn Monroe cantando “Happy Birthday Mr. President”. Los ucranianos, además de garra, tienen humor.

Putin

El pasado 8 de octubre el puente de Kerch que conecta la península de Crimea anexada con Rusia continental explotó parcialmente.

No ha sido un golpe de suerte. Ucrania viene asentándole una serie de derrotas a las fuerzas armadas rusas: han tomado control de miles de kilómetros del norte de la región de Dombás, incluyendo pueblos logísticamente estratégicos como Lyman, anulando el avance ruso. Por si fuera poco, empujaron a los invasores al otro lado del río Dniéper en el frente sur. El objetivo es (re)tomar la ciudad marítima de Jersón, invaluable para el comercio en el Mar Negro.

¿Qué importa para el Perú esta guerra? Preguntará el desinteresado. Pues mucho. La falta de acceso a urea y otros fertilizantes para la campaña agrícola, los costos de importación de granos, la elevada inflación, ponen al agricultor y la alimentación del peruano en un punto de quiebre. No nos conviene que triunfe el emperador (que su tocayo Cerrón lo apoye, es una poderosa razón adicional).

“Winter is coming” decían en Game of Thrones, vaticinando lo peor. Sucede lo mismo con esta guerra: la lucha será brutal y lenta con la nieve y el mal tiempo. Serán meses sin calefacción para varios poblados de Ucrania porque Rusia, así como en Europa, viene saboteando sus redes de energía.

Putin sabe que el frío quiebra a sus enemigos, porque estudió las invasiones de Napoleón y Hitler. Si bien el presidente Joe Biden apoya con todo a Ucrania, ojalá los europeos no flaqueen ante el invierno que se les avecina. En esa línea, van a pagar la decisión de Ángela Merkel, excanciller alemana, de entregarle a un megalómano la calidad de vida de su pueblo, con el propósito de eliminar la energía atómica a cambio del gas.

Por encima del ruido geopolítico y la niebla de la guerra, Volodímir Zelensky sigue siendo el hombre del año. Lo dije en un artículo en marzo. La razón principal: nos empodera para creer que, en un mundo de cínicos (como Putin), vale la pena luchar cuando se está del lado correcto de la historia.

Porque, pese a la desastrosa leva de miles de reservistas, puede ganarle la guerra al invasor. Por si fuera poco, Biden le ha hecho saber a Putin: si emplea armas nucleares, químicas o biológicas, Estados Unidos destruirá todo el armamento ruso en Ucrania en unos pocos días, avergonzándolo, junto con los gloriosos triunfos ucranianos, frente al resto del mundo. Happy Birthday, Mr. Putin.

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