Para la primera presidenta mujer de este poder del Estado, el expresidente Castillo hizo proselitismo político más que gobernar. Exhorta a los medios a informar con objetividad, sin apasionamientos ni intereses particulares. Advierte que lo urgente hoy son las nuevas elecciones y solucionar las necesidades del interior del país. Cree en una educación con enfoque de género y no le importa que la puedan tildar de ‘caviar’.
Por Gabriel Gargurevich Pazos Foto Diego Moreno
El 2 de enero, Elvia Barrios dejará de ser presidenta del Poder Judicial. Me lo dice en uno de los salones afrancesados del Palacio de Justicia, el cual, según sus palabras, “es una copia del palacio de Bruselas”. En su rostro hay señales de fatiga, pero Elvia sonríe, achina los ojos y me cuenta un poco la historia de pasajes y salones de la edificación señorial, en un tour improvisado donde ella es la guía y yo el turista, luego de la entrevista.
Se queja por no estar elegante y maquillada para recibirnos; sedes judiciales en diversas regiones han sido atacadas por manifestantes en los días recientes, y la posibilidad de que suceda lo mismo en el Palacio de Justicia de Lima no es descabellada. Un cordón policial lo protege. Por eso, ella y los empleados de la institución han venido de “incógnitos”, sin la vestimenta formal, de sastre, que suelen usar cuando van a trabajar día a día. “Hay que estar con ropa cómoda por si algo sucede”, advierte, sin dejar de sonreír.
A pesar de que en su rostro hay señales de fatiga, se le ve radiante, satisfecha, sin soberbia, con la serenidad que se necesita para estos tiempos dramáticos. Luego, en la entrevista, recitará un poema anónimo que aprendió cuando era chica. Le gustan Vallejo, Blanca Varela, Arguedas, la argentina Alfonsina Storni, el cubano José Ángel Buesa, el español Rafael de León, Rubén Darío… “Soy huancavelicana. Desde muy pequeña, mi abuelo me inculcó la literatura, la poesía; me ponía una silla en medio de la sala para recitar poemas. Creo que llegué a aprender como doscientos poemas, hasta ahora me acuerdo”, dice.
La novela “El mundo es ancho y ajeno”, de Ciro Alegría, la leyó cuando tenía 12 años, despertándole el amor por la justicia. “Podrán pasar mil cosas, pero yo seguiré siendo jueza, es mi verdadera vocación”, asegura.
Hace poco, en una entrevista, mencionó que las demandas sociales de los que protestan tienen años postergándose…
Y hoy han llegado a un punto alto de ebullición. Todos los poderes del Estado, de una u otra forma, han contribuido a esta crisis. Hay un cuestionamiento masivo a todas las instituciones.
¿Una parte de la gente que está protestando todavía cree en el expresidente Castillo?
En todo grupo violentista hay diferentes perspectivas. Por un lado, hay rezagos de Sendero Luminoso, representados por Movadef. También hay personas que pertenecen al ámbito sindical. Y hay otras que sí creen en Castillo.
A pesar de que no ha hecho nada por ellos… ¿Por qué aun creen en él, entonces? ¿Por lo que simboliza?
Vamos a ver. Nosotros hemos crecido mucho como país y quizá las ventajas de ese crecimiento han beneficiado a la clase media y alta, pero no a la clase de abajo. La clase de abajo se ha visto siempre postergada, y la corrupción ha minado sus posibilidades de desarrollo. Entonces, cuando alguien comienza a hablarles de una alternativa diferente, que se parece a ellos, desde una perspectiva cultural, etc., comienzan a creer en él, ¿es alguien del pueblo, no? Es alguien que tiene sus raíces precisamente en esas zonas de pobreza. Lo que ha hecho el señor Castillo en todo este tiempo es proselitismo político, prácticamente no ha gobernado. Todo quedó en promesas. Pero también hay que mencionar a los medios de comunicación que, desde el inicio, comenzaron a cuestionar su presencia en el Estado, a etiquetarlo. Eso también ha contribuido a que haya un punto de quiebre…
¿Castillo traicionó a su gente?
No voy a calificar su comportamiento; indudablemente, tendría cierta influencia en su proceso. Lo único que puedo decir es que violó el ordenamiento constitucional; eso es objetivo y claro.
Usted abogó mucho por la vigencia de un Consejo de Estado. ¿Cómo darle sentido y utilidad ahora?
El día del golpe de Estado reaccionamos de manera inmediata. Yo lo que hice antes de emitir mi pronunciamiento fue llamar a todas las instituciones. Las invité para estar acá (en Palacio de Justicia), a las tres y treinta de la tarde y hacer frente a ese golpe de Estado, a ese ataque constitucional. Ayer la presidenta (Dina Boluarte) convocó a Consejo de Estado; fuimos todas las instituciones, incluso el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Entonces preguntamos a esta institución en qué tiempo mínimo se podían hacer elecciones, oyendo las demandas ciudadanas.
Entonces el JNE presentó una propuesta y, ajustando los plazos, habló de diciembre de 2023. En este Consejo de Estado, cada institución dio su punto de vista para salir de esta terrible crisis. Lógicamente, el Ejecutivo siente el peso de estos actos violentistas y entendimos la preocupación por tomar medidas. Nosotros, como Poder Judicial, afirmamos que el marco constitucional es el marco adecuado. Y para este tipo de circunstancias se han previsto estados de excepción, como el Estado de Emergencia, precisamente. Todos coincidimos en ello. Estamos en una situación de riesgo; hay que limitar, lógicamente, algunos derechos, en pro del bienestar de la ciudadanía, de la mayoría.
¿Y no estigmatizar a la población que protesta con demandas justas tildándola de terrorista?
No ‘terruquear’, como se dice, lógico… Si bien el comunicado del Consejo de Estado es muy amplio y genérico, detrás de cada punto hay un debate muy rico, hay un compromiso estatal. Por ejemplo, cuando establecimos el rechazo a la violencia y propusimos utilizar mecanismos de diálogo, mesas democráticas, señalamos que lo que había que hacer era un ‘levante’ de información sobre las necesidades prioritarias que tienen las zonas álgidas del país. De esta manera, el Ejecutivo y Economía podían proceder para resolver los problemas centrales de la población, que tienen que ver con sus demandas. Más que mesas de diálogo, propusimos diálogos democráticos con la sociedad civil, con representantes de colectivos, que tienen necesidades que han sido postergadas.
Entonces, ¿qué es lo que tendría que hacer el Ejecutivo?
Ver y localizar aquellos lugares donde precisamente hay mayor requerimiento, mayor convulsión, y escuchar las necesidades de esa población para satisfacerlas. Porque lo que ha habido es una mala ejecución presupuestal; toda esta crisis nos ha llevado a que no se ejecute el presupuesto; la mayoría de gobiernos regionales y municipales no han llegado ni al 70% de su ejecución presupuestal; hay dinero que necesita ser invertido, y eso es lo que hemos planteado en el Consejo de Estado.
La presión de los medios
¿Son pertinentes las declaraciones del primer ministro, Pedro Angulo, cuando resta legitimidad a las protestas al señalar que se ha pagado a azuzadores con dinero del Estado, sin presentar pruebas?
Bueno, yo lo que puedo decir es que para todos es conocido que en este grupo humano que protesta, que participa además en actos de violencia, hay diferentes perfiles. Cada uno tiene su propia agenda, digámoslo así. Hay grupos políticos que están allí…
Eso siempre sucede en las protestas…
Aprovechan la coyuntura; hay otros que participan por un reclamo justo de su localidad, y hay otros que creen en el expresidente Castillo, y consideran que esta privación de libertad es indebida… Hay que respetar esas demandas y diferentes puntos de vista, y encontrar un punto en común para poder iniciar una agenda de trabajo como país. De lo contrario, no vamos a superar esta crisis.
¿Usted recomendaría al primer ministro que ecualice un poco sus declaraciones y no eche más combustible al fuego?
Ellos tienen su propia estrategia y la respeto. No soy una especialista en defensa para calificar si está bien o no… Entiéndase que hay un comité de crisis que hace un análisis, y este análisis tiene que ver mucho con el lenguaje que se utiliza, con la manera en que te diriges a la población, en que te posicionas ante ella, en que llegas a ella… Yo no lo puedo calificar [al primer ministro].
La defensa legal de Castillo busca reducir el golpe de Estado a una infracción constitucional, queriendo decir que no cometió un delito.
Lógicamente, cuando violas la Constitución política del Estado, estás infraccionado constitucionalmente. En relación a la calificación, a si esto constituye o no delito, va a depender mucho de lo que el Ministerio Público considere como pruebas; eso es materia de investigación en el proceso; yo no puedo adelantar opinión. Recuérdese que el expresidente cuenta con la garantía de la presunción de inocencia. Se van a respetar todas las reglas del debido proceso.
¿Castillo debería afrontar este proceso en libertad?
Eso lo tiene que decidir el juez que conoce la causa, quien está a cargo de concluir si concurren los elementos para ello, que no haya peligro de fuga, que no perturbe la actividad probatoria encontrándose en libertad… Esos son los supuestos que debe probar el fiscal. Luego el juez tiene que evaluar la medida que corresponda, bajo los principios de proporcionalidad, razonabilidad y necesidad.
¿Los fiscales plantean varias tesis en el proceso? ¿Se contemplan las figuras de rebelión, infracción constitucional y golpe de Estado?
De inicio, los fiscales pueden plantear que se ha podido dar uno u otro delito. Recuérdese que siempre, en el camino, se va perfilando y delineando cuál es el tipo penal que pudiera haber cometido… Se podría decir también, por ejemplo, que no se cometió un evento delictivo, al no contar con todos los supuestos para afirmar eso. Luego de la etapa preparatoria, el fiscal tiene que formular la acusación. También puede darse el caso de que no formule acusación y pedir que se archive porque no puede probar la tesis con la que inició.
¿Se puede archivar, desestimar este proceso ante la presión ciudadana?
Lo correcto es que ni el fiscal ni el juez se sometan a ningún tipo de presión. Solo a la presión de los hechos, nada más.
Pero las presiones existen…
El poder mediático ejerce mucha presión, claro que sí. Si todos los días tienes un titular que etiqueta a una persona como, por ejemplo, un delincuente o asesino, en el colectivo social se crea la idea de que esa persona es criminal. Entonces, el juez debe tener la suficiente fortaleza para poder expulsar todo aquello que pueda perturbar el conocimiento y solamente ver lo que hay en el proceso, nada más. Muchas veces la gente, la opinión pública, califica un hecho sin conocimiento porque tiene una información muy somera. Al interior del proceso hay muchas particularidades que pueden alterar cualquier suceso y alterar la percepción, lógicamente, del juez.
¿Pero siempre existe la posibilidad de que un juez pueda ceder?
Yo no diría eso. Lo que yo digo es que siempre hay, lógicamente, a través de los medios de comunicación, de uno u otro lado, información que puede impresionar al juez. Pero el juez o el fiscal deben tener la suficiente fortaleza para alejarse de intereses y agendas particulares. La opinión del juez debe estar basada en el expediente del fiscal. Como juez, yo juzgo en función a lo que tengo en el proceso.
Hoy más temprano vi un meme de una foto donde aparecían los principales periodistas de Willax, sonriendo, en una reunión social en la terraza de una casa. Atrás se veía fuego, como si hubiesen incendiado el país. ¿Hay medios tan maléficos capaces de incendiar un país?
La prensa debe tener un papel responsable frente a estos acontecimientos, no se puede incendiar la pradera. La prensa debe informar con objetividad y sin apasionamiento. Cuando la información responde a intereses particulares, deja de ser información.
Phillip Butters dijo, al jefe de la Región Policial Lima, en una entrevista, que por qué no le metían bala en la cabeza a los manifestantes…
En general, somos un país enfermo. La pandemia y todo lo que conllevó nos ha hecho mucho mal. Y seguimos estando mal. Creo que hay un problema, a nivel nacional, de salud mental, en todos los peruanos. Tiene que haber un proceso de sanación nacional, no nos atrevemos a mirar eso. Y esto no solo sucede en el Perú, sino en el mundo. Los peruanos reaccionamos a cualquier cosa de manera violenta, nos hemos vuelto intolerantes, intransigentes, nos creemos dueños de la verdad… Eso nos hace daño.
Quienes detentamos el poder y estamos en los escenarios, tenemos que construir una sociedad de paz, a través del diálogo, dar mensajes positivos… Y ahí los medios de comunicación tienen muchísima importancia… Hay que hacer una profunda reflexión sobre lo que hemos hecho para llegar a esta situación; no ha sido de la noche a la mañana, esto es producto de una relación histórica entre determinados sectores… Ha habido crecimiento económico, pero quienes se han beneficiado han sido la clase media y alta. No hemos sabido mirar las necesidades de los de abajo. Ahora debemos mirar hacia adelante y tratar de solucionar las necesidades de las personas en el interior del país.
Arriba las mujeres
¿Qué tan importante es la cultura, la educación?
La educación es la base fundamental. Teníamos algunos derechos ganados en el Congreso en ese sentido, pero los hemos ido perdiendo, se ha retrocedido en el tema de los derechos de las mujeres…
¿Urge una Asamblea Constituyente?
Yo no hablaría de una Asamblea Constituyente. Lo urgente son las nuevas elecciones. Lo de la reforma es un tema a debatir. Los legisladores dicen: “Hay que poner candados, hacer modificaciones”. Pero ante un Congreso que no dialoga ni entre ellos, no se va a lograr nunca ninguna modificación. Al final, que elija el pueblo, que somos todos y todas.
¿Hay que habilitar la posibilidad de un referéndum?
De nada sirve que tengas el mejor marco normativo si no se respeta; de nada sirve que diseñes la mejor Constitución si no se respeta; lo importante es lo que se hace… Tenemos que empezar a dar un giro histórico y empezar a mirar la educación como esa fuente importante para el crecimiento del país; es básico y fundamental…
¿Una educación con enfoque de género?
Por supuesto, donde el enfoque de género sea mirarnos como iguales y signifique no violencia, así como los mismos niveles de oportunidad para hombres y mujeres.
¿Usted es la primera mujer en asumir el cargo de presidenta del Poder Judicial?
Sí, en casi doscientos años de historia republicana.
¿Cuándo dejará el cargo?
El dos de enero entrego el cargo.
¿Se va con pena?
Me voy con la enorme satisfacción de haber podido realizar cambios profundos en la institución, a pesar del covid y los problemas políticos y sociales. Hemos realizado una profunda transformación digital, en aras de la transparencia en nuestra actividad judicial, a la que le ha faltado publicidad. Hoy todos nuestros servicios están digitalizados. Tenemos una sola plataforma judicial de acceso público, cualquier ciudadano la puede visitar, y saber, por ejemplo, cuántas resoluciones emite un juez de la Corte Suprema o un juez de paz, y saber el tenor de las mismas.
De esta manera, el ciudadano puede conocer a su juez. Hace poco acabo de inaugurar el expediente judicial electrónico, en cinco distritos judiciales, en relación a los juicios por alimentos que a veces son tan complejos, todo es en línea. Con mucho sacrificio, hemos creado dos unidades de flagrancia, en Trujillo y en el sur de Lima, donde logramos juzgamientos inmediatos para los delitos que son cometidos encontrándose el delincuente con las manos en la masa, como se dice…
Además, usted se ha ocupado de la rehabilitación de espacios culturales e históricos del Poder Judicial, como la carceleta de los sótanos de Palacio de Justicia y el teatro Felipe Pardo y Aliaga, que antes se utilizaba para capacitaciones y ahora sirve para eventos institucionales e incluso obras de teatro en las que usted aporta en los guiones, en las historias…
A mí me gusta mucho el arte, la poesía…
¿No le preocupa que luego de esta entrevista la llamen caviar?
No, porque no lo soy. Me he fajado tanto en la vida que sé lo que soy, y sé lo que hago. Recuerde que he sido fiscal en épocas de terrorismo durante muchos años; he trabajado cinco años en Ayacucho en las etapas más duras, juzgando al terrorismo; he sido presidenta del sistema anticorrupción juzgando a Vladimiro Montesinos y otros; he sido presidenta de la sala de reos en cárcel… Entonces, me han ‘terruqueado’, cuando estaba en Ayacucho, porque era sanmarquina, porque me gustaba Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, tenía sus casetes… Siempre me ‘terruqueaban’, así que no me importa que ahora me puedan decir caviar.
Seguro, pero…
A lo mejor [me interrumpe], ahora que aparezco en la Revista COSAS, van a decir que soy vanidosa… Pero no dejo de ser mujer, ¿no? El hecho de que sea jueza no me quita la feminidad…
Si postula a la presidencia, yo votaría por usted.
Ya me dijeron eso y les respondí: “Moriré siendo jueza, nací así y seguiré así”.
Tiene un hijo músico que vive en Barcelona. Es divorciada… ¿Atesora la posibilidad de volver a enamorarse?
Por supuesto. Creo que nadie debería dejar de lado esa posibilidad. Somos seres humanos. El primer derecho fundamental, está en la Carta Francesa, es el derecho a ser feliz. De ese derecho emergen todos los derechos de todos los seres humanos. Por eso es que soy open mind; yo reconozco el derecho de los demás a tener una orientación diferente. Tengo amigas que han sufrido mucho, que han tenido muchos reparos en salir del closet, eso es de lo más triste… La gente nace así y no puedes obligar a dos personas a comportarse de una manera que no siente… Somos una sociedad muy discriminadora, hay que aprender a vernos como seres humanos, y comprender que somos efímeros, que estamos de paso, y solo queda sembrar el bien.
Ahora que deje de ser presidenta del Poder Judicial, quizá le quede más tiempo para el amor…
Ah, sí, ahí sí me volveré a enamorar, con más tiempo, con más tiempo –dice apurada y en tono irónico.
¿Ve esa posibilidad?
Claro que sí, claro que sí –responde con la sonrisa congelada.
¿Va a la playa en verano?
Voy más al campo. Tengo una casa en Mala.
¿Se imagina a Castillo pidiendo asilo en la Embajada de México en un futuro no muy lejano?
Usted sabe que, como estrategia, el ser humano siempre busca muchas alternativas, por lo tanto, todo está dentro de
lo posible…
¿Qué sensación le daría eso a usted?
Cada ser humano lanza su propia estrategia defensiva… –reitera, con una amplia sonrisa.
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