Tengo 38 años y la mayoría de mis amigas están en la era del ‘bótox y fillers’. Todas tienen un dermatólogo de cabecera y están al día con los últimos tratamientos tanto invasivos como no invasivos. Al principio no les hacía mucho caso, pero ya empecé a notar una gran diferencia entre cómo envejezco yo y como lo hacen ellas, y por ende me siento viejísima a su costado. Además, mis amigas no dejan de hablar del Ozempic, y como este medicamento las está ayudando a adelgazar (¡ya no solo es la cara la preocupación, sino también el cuerpo!). Me preocupa mucho entrar en ese círculo, no solo porque tengo miedo y me parece muy costoso, sino que tampoco quiero darle un ejemplo superficial a mis hijas, y no sé cómo protegerlas para que eviten trivializar los procedimientos y caer en la fiebre de los productos de moda para bajar de peso. ¿Qué debería hacer?

Por Cecilia de Orbegoso

Antes que nada, creo que las mujeres deberían poder ser capaces de hacer lo que sea que deseen en su cara y en su cuerpo, sin avergonzarse en lo absoluto por buscar la perfección y/o sentirse desubicadas por no hacerlo. Si te quieres poner bótox, ¡pues adelante!, y si no, pues también. Si quieres tomar la nuez de la India, licuados de ajo en ayunas, optar por Xenical, Ozempic o el medicamento de moda, (siempre y cuando no implique riesgos), ¡pues bien por ti! Si crees que un facelift te va a hacer sentir más segura, pues ánimo, ¡ve por él! Así como si crees que es hora de dejar atrás la esclavitud del tinte y dejarte las canas, pues bienvenida a la comunidad de las #silversisters.

Sin embargo, es muy fácil sentirse fuera de lugar cuando todos a tu alrededor están siguiendo otro camino, y es que no te voy a negar que la cultura de la imagen y la promesa de la eterna juventud cada día acaparan más las conversaciones e inclusive atacan a un público cada vez más joven (ni que se diga nada de las niñas de 11 años obsesionadas con skincare y antiaging por todo TikTok y así como estrellas de Hollywood, influencers y hasta Elon Musk respaldando tratamientos de Ozempic).

Pero ¡qué se le va a hacer!, vivimos atemorizadas ante la aparición de una cana o de las temidas líneas de expresión, y qué te digo de unos kilos de más: nuestra peor pesadilla. Así que no creo que seas la primera ni la última que tenga la misma preocupación, y es que la expectativa de lucir físicamente perfectas es lo suficientemente estresante como para además tener que sentirnos avergonzadas de las decisiones que tomamos en torno a nuestro físico.

Si decides escuchar a tus amigas y optas por probar el bótox, ¡pues adelante! Date el gusto y disfrútalo. Así mismo, si sientes que es un procedimiento que te va a agobiar demasiado, tanto emocional como económicamente, pues déjalo pasar y no te castigues por ello. Usa ese tiempo, energía y dinero en actividades que te den más seguridad y armonía emocional. Es normal compararse con los demás, sobre todo nosotras las mujeres, y por ello es aún más tentador ceder a la presión social y recurrir a tratamientos cosméticos para combatir los signos del envejecimiento. Sin embargo, para que hagas paz con tu decisión, va a ser primordial que te preguntes si realmente es lo que deseas o si estás siendo influenciada por las expectativas externas.

La edad o talla no tienen una correlación negativa ni con la belleza ni con la sensualidad. La belleza no se limita a la juventud o la ausencia de arrugas; la verdadera belleza radica en la confianza, la autenticidad y la aceptación de uno mismo, y creo que ese es un ejemplo que debes transmitirle a tus hijas. Sí, es divertido sentirse bonita, pero se siente inclusive mejor ser talentosa, ambiciosa, generosa, amable, divertida, compasiva e íntegra. No olvides: la belleza atrae, sí, pero la confianza en uno mismo es magnética. Además, siendo honestas, no creo que si un hombre tuviese la oportunidad de tener un affaire o pasar una noche con Sofía Loren, Isabella Rossellini, Carla Bruni, o Monica Bellucci, por decir unos ejemplos, la rechazaría porque esté muy vieja, por el contrario, irían encantados al encuentro. Así como si me las pusieran al frente, dudo que mi primera pregunta sea: ¿qué tratamiento dermatológico me recomiendas? sino, por el contrario, estaría ansiando preguntarles cosas como: ¿Cuál es tu consejo para tener semejante atractivo atemporal? ¿Cómo te has mantenido fiel a ti misma durante todo este tiempo? ¿A qué le atribuyes ese magnetismo que te convierte en una mujer deseada globalmente?.

La presión constante por alcanzar un estándar de belleza absolutamente irreal puede llevar a una pérdida de autoestima y a la eterna insatisfacción, y recuerda que tienes 38 años, te quedan muchísimos años por delante que no querrás pasar angustiada y avergonzada por tu edad. ¡Imagínate! serán muchos años de autoflagelación y autodesprecio, ¡Qué agotador! A mis 35, puedo decir con total orgullo que mis 30´s han sido, por lejos, mucho mejores que mis 20´s y estoy convencida de que lo serán incluso más que mis 40 ‘s, los espero sin miedo. Y es que cada día soy más consciente de lo que quiero, me siento más orgullosa de mis logros, tengo más seguridad en mí misma, tengo más respeto hacia mí misma y las decisiones que tomo, y creo que eso me hace más atractiva que nunca.

Finalmente, creo que lo importante aquí no es decirle no al bótox, o a otros tratamientos por el mero hecho de demostrar un punto. Como dije previamente, tienes que usar lo que quieras, ya sea con una inyección, un suplemento o trucos cosméticos sin tener que estar disculpándote por la decisión que tomes. Por el contrario, lo que sí creo que tienes que rechazar es esa cultura impregnada en tu cabeza de que nuestro valor disminuye con la edad. Así que cuando estés frente al espejo y esas inseguridades inunden tu cabeza, debes ser capaz de decir: ¡alto ahí!.

Sé que suena cliché, pero siento que hay que estar agradecidos con la edad, ya que el pasar del tiempo es una oportunidad para crecer, madurar y descubrir nuevas facetas de una misma, y ese será inclusive un mejor ejemplo para tus hijas, para que, cuando sea su momento, tomen decisiones no influenciadas por el qué dirán, o por lo que está de moda, sino guiadas por la autoaceptación y una confianza absoluta en sí mismas.

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