Dice haber probado el poder cuando fue editor de Revista COSAS o implacable columnista gastronómico en el diario “Correo”, pero que nada se compara al impacto que te da la televisión. En todo caso, Javier prefiere hablar de las cartas que ahora le mandan los niños con dibujos de sus platos de comida, o de los videos que a veces graba para la esposa de un taxista que lo considera su héroe. Él solo quiere llevar alegría a los hogares del Perú con un personaje que en “El Gran Chef: Famosos” se muestra implacable. Pero ¿es así de implacable en la vida real? ¿Cuáles son las debilidades del jurado Masías?

Por Gabriel Gargurevich Pazos Fotos Andrés Espinoza

Javier me recuerda que nos conocemos desde hace veinte años. Yo creo que un poco más, si tomamos en cuenta que también hemos coincidido en la universidad, aunque yo soy un poco mayor. Nos conocimos más, en todo caso, cuando trabajamos en Revista COSAS, donde convivimos con otros colegas periodistas y personal administrativo durante varios años, como una gran familia. En esos días, nos hemos reído mucho Javier y yo; creo que había una admiración mutua, ambos éramos (somos) grandes lectores, y había mucho de qué conversar, aunque él siempre sabía un poco más de cualquier cosa sobre la que estuviese hablando conmigo o con cualquier otro; eso a veces caía mal a algunas personas, que lo podían tomar como soberbio, pero a mí me hacía reír. A veces era muy frontal y directo, y eso podía ofender a algunos, sobre todo cuando pasó a ser editor de la revista, es decir, mi jefe. Aun así, no dejamos de hacernos bromas. Había respeto mutuo, pero también diferencias: él era muy determinado y decidido –cualidades que, según la periodista Oriana Fallaci, tienen las personas que ostentan el poder en el mundo–, y yo era más bien hipersensible y un poco tímido. En los últimos tiempos, habiendo pasado ya unos cuantos años de aquellas épocas en las oficinas de la redacción, hemos coincidido en alguna que otra fiesta, nos hemos encontrado en la calle, he visitado su librería Babel, hemos intercambiado algunos chats, pero esta es la primera vez que hablamos, desde que se ha convertido en una estrella de la televisión: Javier es El Jurado Masías en “El Gran Chef: Famosos”.

Su participación como jurado en “El Gran Chef” lo ha convertido en estrella de la televisión. Suma más de 210 mil seguidores en TikTok y más de 129 mil en Instagram.

La primera pregunta que le hago tiene que ver precisamente con el poder. Y no por qué yo haya querido. Una niña con su madre se le han acercado en su librería Babel, pidiendo que les recomiende un libro. Ahora que es más conocido, me dirá luego, cada vez que recomienda un libro en sus redes sociales, ese libro se vende un montón en su librería, y eso lo pone muy contento, porque una de sus grandes pasiones –como ya he mencionado–son los libros, y, como me dirá
más adelante, “puede que en un futuro la gente ya haya tenido bastante de El Jurado Masías y yo tenga que volver a pasar más tiempo en mi librería, con la misma tranquilidad con la que me ves ahora acá sentado”. Decía que una mujer con su niña se han acercado a Javier para pedirle una recomendación, y él les ha mencionado varios títulos y autores, muy amablemente, casi paternal, “hay un libro que explica qué es el poder, es buenísimo”, dice; la madre responde que es una buena opción, hay que hacer pensar a los niños.

Javier Masías con uno de
sus libros favoritos sobre Lima, titulado “Lima, apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres”, en librería Babel.

Empieza diciendo que el poder es la única droga que te deja, que eso le dijo un conocido editor, “creo que hay más drogas que te dejan, pero el poder es una de ellas”, agrega. En todo caso, dice que él ya había probado algo de poder cuando fue editor de Revista COSAS o columnista gastronómico implacable en el diario “Correo”. “Cuando me saludaba la gente en un evento, me costaba distinguir si lo hacían genuinamente o porque querían aparecer en la revista; y cuando llegaba a un restaurante, a veces tenía la idea de que me recibían así de bien no tanto por simpatía natural, sino más bien por miedo al crítico ácido que pudiese escribir líneas negativas sobre su negocio… Pero el impacto de la televisión simplemente no tiene comparación”.

Aparecer en televisión, dice Javier, es llegar a más de seiscientas mil personas a nivel nacional; lo que se dice en televisión tiene una caja de resonancia enorme, y eso, inevitablemente, coloca al personaje televisivo en una posición de poder, “aunque algo asimétrica; las seiscientos mil personas no tienen la capacidad de responderte por la misma vía… En todo caso, hay que llegar al poder listo para perderlo siempre… Yo agradezco haber llegado a la televisión a los 43 años, y no antes”.

“Me he vuelto súbitamente famoso, y ahora preferiría hablar de los ejemplos bonitos, de los niños que me mandan cartas increíbles, dibujando platos de comida, pidiendo que les critique sus platos; me dicen que a pesar de ser serio tengo un corazón bonito”.

http://https://youtube.com/watch?v=gacHCjHAxpQ&si=v-UdKNws1yf-MWHC

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