El 2016 no tiene perdón. Luego de ser hospitalizada tras sufrir un ataque cardíaco y de que se anunciara que su condición era estable, Carrie Fisher falleció la mañana del 27 de diciembre. La eterna Princesa Leia , General Organa, líder del ejército rebelde, y figura icónica del cine; la feminista, la voz que llevó el tema de las enfermedades mentales a la prensa, la que habló libremente de la futilidad de ciertos estándares de Hollywood, e hizo frente a demonios propios para encarnar a Leia una vez más en el 2015. Si Star Wars marca un hito en la historia de la ciencia ficción, Carrie hace lo propio en la apropiación femenina del género. Irreverente y graciosa, fue para muchos un sex symbol, y para otros la primera princesa que supo combinar sus armas y sus vestidos. 

"STAR WARS" TRILOGIE.LA GUERRE DES ETOILESLa Princesa

En 1977, Carrie Fisher interpretó a Leia Organa por primera  vez. El guion le parecía brillante, pero George Lucas era todavía un desconocido y pocos confiaban en una producción de este tipo. Carrie empezaba en el cine con ciertas credenciales familiares. Hija del músico Eddie Fisher y de la actriz Debbie Reynolds, ya había hecho su debut en la comedia Shampoo un par de años antes. Sin poder imaginar el nivel de éxito o fama que le traería el episodio IV de Star Wars, primera entrega fílmica de la saga, se enfocó en conseguir el rol derrotando a grandes nombres de la época, entre ellos Sissy Spacek, Farrah Fawcett, Jessica Lange, Sigourney Weaver, y  Kim Basinger.

Era un proyecto sin precedentes, al igual que el personaje de Leia, pero Carrie también era un tipo de actriz como no se había visto antes. Era la época de ser rebelde y ella se lo tomó en serio. Recuerda salir de fiesta con los Rolling Stones, y luego llegar al set a interpretar a Leia completamente resaqueada. Cuando le preguntaron qué consejo tenía para Daisy Ridley, nueva protagonista de la saga, declaró esto: «Le dije que no pasara por la tripulación como un reguero de pólvora, pero también le dije que no tomara ningún consejo de mí«. Recientemente, en una carta abierta a la Princesa Leia, habló de una relación que había terminado en una nueva configuración de Dorian Grey: «Tú: suave, segura y erguida, por siempre condenada a la vasta y envidiable prisión de las aventuras intergalácticas. Yo: luchando cada vez más con el desorden de estrés post galáctico, luciendo tus cicatrices y encaneciendo tu cabello ridículamente siempre negro», escribió. 

Carrie Fisher

Carrie Fisher en el set con George Lucas.

George, el pesado

Carrie odiaba el peinado de «bagel» que usó Leia, pero calló muchas cosas por miedo a ser despedida por George Lucas, con quien mantuvo hasta el final una relación de cariño constituida mayormente por odio. Carrie detestó cada uno de los trajes que tuvo que usar durante las películas, todos responsabilidad de Lucas, incluido el famoso bikini con el que Jabba the Hutt la esclaviza. «Una vez conocí a un tipo que me dijo que había pensado en la Princesa Leia todos los días desde los 12 a los 22 años», declaró Fisher, en referencia a su vestuario. 

Es gracias a George, además, que existe el famoso obituario sobre morir «ahogada a la luz de la luna, estrangulada por su propio sostén». Durante una prueba de vestuario, Lucas le indicó que no debía usar sostén con su famoso vestido blanco. Cuando preguntó por qué, él respondió que en el espacio nadie usaba ropa interior, porque el cuerpo pierde peso y podría terminar siendo estrangulada con su ropa interior. «Le dije a mis amigos que ese sería el obituario perfecto, reportar mi muerte así». 

Carrie Fisher

Memorias y Harrison Ford

En el 2008, Fisher, quien ya había publicado 4 best sellers, y 2 memorias previas («Postcards from the edge«, una de sus memorias, incluso fue adaptada al cine con Meryl Streep como protagonista), sacó a la luz los diarios que escribió durante la época de Star Wars bajo el nombre de «The Princess Diarist». Cuarenta años después de que sucediera, su romance con Harrison Ford, quien en ese entonces estaba casado con Mary Marquardt, fue un escándalo de proporciones mundiales. 26025989

 

El libro explora también el momento en el que se dio cuenta de que su consumo de cocaína se estaba transformando en una adicción, y reflexiones sobre aprender a vivir superando adicciones, así como su lucha con el trastorno bipolar. En esta última nota, le ha dado apodos a sus dos principales disposiciones: Roy es el nombre para el «recorrido salvaje», y Pam es la que «se queda en la orilla a llorar». 

«Escuché a alguien decir una vez que muchos de nosotros solo parecemos capaces de encontrar el cielo alejándose del infierno. Y aunque el lugar al que llegué en mi vida no sea precisamente la idea que tienen todos de lo celestial, podría jurar que a veces, si estoy lo suficientemente callada, puedo oír a los ángeles cantar» – escribió en «Wishful drinking«, otra de sus memorias. 

Más para leer-  Carrie Fisher: Princesa de las galaxias. 

Voz pública

Finalmente, quizás el principal legado de una princesa que se convirtió en general, es su forma de ver el mundo y conquistarlo. Durante su infancia, Carrie vio a su familia en el ojo de la tormenta, cuando sus padres se divorciaron para que su padre se pudiera casar con Elizabeth Taylor (quien luego lo dejó por su segundo intento con Richard Burton). Había visto el peor lado de la fama, y se perdió un tiempo en él, hasta que dejó de verlo y se empezó a reír de la opinión pública. 

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Utilizó su fama para hablar del trastorno bipolar y para reclamar por el rechazo hacia aquellos que sufren enfermedades mentales. Habló sobre su recuperación para poder volver a Star Wars, sobre la terapia y las medicinas. Paseó a Gary, su perro-ayuda gracias a quien mantenía su ansiedad bajo control, por todos los sets y espacios donde tuvo que promocionar la más reciente película de la saga. Hizo bromas sobre su apariencia y habló con sinceridad sobre envejecer. Reprendió en vivo a periodistas de todo el mundo cada vez que le preguntaban por su peso, con un humor fulminante y cercano. 

Carrie Fisher fue el inicio de una generación de heroínas, dentro y fuera de la pantalla. 

 

Por Alejandra Nieto