En los últimos años el tema de la mujer en la cocina ha sido abordado desde la denuncia: abusos, maltratos físicos y psicológicos, poca visibilización, sobre todo en el “fine dining o alta cocina”. Han salido a la luz casos y varios medios se han ocupado de revelar historias colectivas. Hoy, con las cartas sobre la mesa, llega el momento de tomar acciones y comenzar a trabajar en cómo mejorar el ambiente de trabajo en la industria desde la experiencia vivida. Actuares concretos que apuesten por la equidad, que sean abrazados no solo por generaciones ya consagradas, sino también por las que se están formando.

Por Paola Miglio (@paola.miglio)

Hace poco leí en la columna Cartas a Manuela de la abogada y experta en derechos humanos Silvia Arispe,una frase que rescató de Flora Tristán (activista por los derechos de la mujer, siglo XIX) que se me quedó grabada: “El nivel de civilización al que han llegado diversas sociedades está en proporción a la independencia de la que gozan las mujeres”. Un par de semanas atrás la cité en un conversatorio en la Universidad Anhembi Morumbi (Sao Paulo), donde pude compartir mesa con algunas de las representantes más potentes del fine dining latinoamericano actual: Pía Salazar (Ecuador), Elena Reygadas (México), Janaina Rueda (Brasil) y Pía León (Perú). Ahí también estaban la periodista Patricia Ferraz y la comunicadora Rosa Moraes. Una palestra solo de mujeres, impensable hace unos 10 años, hace 20 menos, cuando el estallido de la cocina salpicaba al mundo entero y en nuestra región se comenzaba a poner en valor su historia y tradiciones. En aquellos días las portadas de revistas, diarios y la televisión amanecían casi a diario pobladas de artículos con las gestas de cocineros, hombres, exitosos del Perú y del mundo. Casi rock stars. Apoderándose de fogones que siempre fueron femeninos, haciendo de una práctica íntima, casera, cotidiana, algo público dispuesto para el foco. Era lo que había. Necesario en algunos casos y lo que funcionó en ese momento.Décadas después, y gracias a la lucha y al reclamo constante, se fueron insertando en la conversación los temas de género. ¿Dónde estaban las mujeres? Aquellas maestras del arte del cuidado que fueron (y son) las encargadas de la alimentación y el nutrir familiar. Que nunca vieron la cocina como escalera al suceso, sino como práctica diaria de amor y querencia.

A la pregunta, como antes anotamos, se sumó la denuncia. Y la bola de nieve comenzó a rodar. El tema de género se había insertado en la conversación y con él todo lo que involucraba. Hoy, ya con mucho dicho, intentamos trabajar desde la experiencia para la construcción de una industria mejor. O por lo menos generar conciencia sobre las acciones que deben tomarse para que las cocinas dejende ser cultos verticales y se conviertan en espacios de trabajo en los que el género no mande, pero sí la diversidad y el trato horizontal. Nuestra región es una de las que más desigualdad sufre en el mundo (OEA). Como anota la experta Arispe: “los grupos como mujeres, niños, niñas, adolescentes, adultos mayores, personas con discapacidad, migrantes, comunidad LGTBQ, afrodescendientes, indígenas son los llamados vulnerables. Solo por ser parte de cualquiera de estas categorías, ya están en desventaja. Inclusive en la actualidad se utiliza el término interseccionalidad para entender múltiples discriminaciones y también reconoce experiencias individuales únicas que resultan de la conjunción de estasdiferentes categorías.

fogones

La Universidad Anhembi Murumbi (São Paulo) fue el escenario de un encuentro inolvidable entre mujeres de la industria gastronómica. Foto: Rogério Gomes.

Sabemos que no se puede cambiar el mundo desde los fogones (son necesarias políticas públicas que ataquen problemas estructurales), pero sí sacudir estereotipos y generar transformaciones. El trabajo está en manos de los cocineros y cocineras y en todos los actores partícipes de la industria gastronómica. Con las desventajas e inequidades a la vista ya se puede comenzar a reformular para crear ambientes más saludables que no solo impliquen jornadas y salarios justos, sino también la instalación de marcos jurídicos y protocolos en casos de abuso o violencia, capacitaciones de género en restaurantes y otros del sector, mejora de ambientes laborales pensando en el bienestar físico y mental de los trabajadores, entre otros.

El tema da para largo, pero no quiero cerrar sin antes dejar dos puntos para la futura reflexión. La cocina tradicional sigue plagada de mujeres que llevan la sartén por el mango y, sin embargo, son muchas veces las más afectadas por la desigualdad y parte de la población vulnerable. Ellas son quienes guardan la mayoría de nuestro acervo culinario, recetas ancestrales, técnicas heredadas. Pero son invisibles. Valdría comenzar a preguntarnos lo que sucedería si por falta de recursos y apoyo estas comienzan a perderse (acá intervienen factores como acceso a la información, tiempo, maternidad, género, recursos). Son también las mujeres, por lo general, las encargadas de la alimentación de los chicos en el hogar, por lo que tendrían que contar con data de primera mano para proveer un menú saludable y nutritivo y que ayude a reducir los índices de desnutrición.Muchas veces esto no pasa. Falta de políticas públicas,otra vez.

La chef de Kjolle, Pía León, fue una de las participantes del foro paulista.

Finalmente, recordemos que el éxito es relativo, y que no solo aparecer en la portada de una revista o ganar un premio significa estar en la cima. Para una mujer puede ser trabajar en un ambiente agradable, ganar lo justo y llegar a casa luego de ocho horas para estar con sus hijos. Para otra puede ser nutrirse de viajes por el mundo. Para otra compatibilizar su vida entre la maternidad y su trabajo. Y ahí está la libertad y la independecia, privilegios que quizá ahora y más adelante podamos gozar más y mejor todas. Abriendo camino para las generaciones que llegan después, entendiendo que, desde nuestra propia experiencia y con herramientas prácticas se puede formaruna generación de cocineros y cocineras que maneje elconcepto de equidad y lo naturalice.

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