La casa diseñada por el arquitecto Roberto Riofrío fue concebida para vincularse con el sol de verano y con las ráfagas de viento del invierno. Su circulación interna y un juego de aperturas y dobles alturas hacen de ella un espacio dinámico y visualmente estimulante
Por: Giacomo Roncagliolo | Fotos: Renzo Rebagliati
La llamada de unos antiguos veraneantes de Totoritas puso en manos de Roberto Riofrío la oportunidad de idear una casa de playa versátil y práctica, que pudiera habitarse durante todo el verano pero que, además, sirviera como refugio familiar los fines de semana del invierno.

Ubicada en la nueva ampliación del balneario Totoritas, la casa diseñada por Riofrío es una de las edificaciones que marcarán la pauta arquitectónica y contemporánea de esta nueva zona inmobiliaria.
Cinco dormitorios, una sala-comedor central y una cocina con ubicación primordial fueron algunos de los requerimientos, además de un estilo lineal al que pudiera integrarse la calidez de los acabados de playa. El arquitecto concretó el proyecto en una vivienda de monumental personalidad, donde la comodidad del día a día se articula con una visión estética contemporánea y campestre.
Horizonte libre
La casa se ubica en la nueva ampliación del balneario, cuyas extensas manzanas se subdividen en cuatro terrenos de grandes dimensiones. La exigencia de retiros en tres de los frentes, no obstante, ha dado como resultado una vivienda compacta y funcional que aprovecha las áreas libres para plasmar jardines, piscina y una zona de parrilla.

El juego de aperturas en la terraza, que se vincula con la cocina, con el dormitorio principal y con la sala-comedor, la convierte en un espacio liminal, a medio camino entre el afuera y el adentro.
La orientación hacia el este, de espaldas a la puesta del sol, emerge como una ventaja: a partir del mediodía, no hace falta preocuparse por proteger sus ambientes exteriores de los rayos solares. Todo lo contrario: la terraza goza de un techo a doble altura que reconfigura, con gran apertura, los planteamientos arquitectónicos que suelen verse en la costa peruana.
Para el cliente, además, era imprescindible que la casa pudiera utilizarse con toda comodidad durante los meses de invierno. Para ello, Riofrío diseñó una ruta de circulación al interior de la vivienda, de tal forma que los propietarios no tuvieran que pelear con los vientos que aparecen al final del verano. Por otro lado, la solicitud de usar elementos rústicos fue conjugada con una lectura volumétrica muy moderna que genera un contraste entre las líneas rectas de la arquitectura y la presencia de algunos materiales con mayor textura.

El ambiente central de la casa, la sala-comedor, encuentra articulación con las rutas de circulación del primer y segundo niveles, que en ambos casos procuran reservar aperturas para interactuar con aquel centro.

La casa está llena de detalles que parten de la arquitectura (líneas, dobleces, aperturas) y que también abarcan acabados que realzan su carácter rústico y campestre.
Tránsito interior
A nivel de distribución, la casa dibuja un recorrido en forma de C, tanto en el primer como en el segundo nivel, que deja al centro la sala-comedor y la terraza, espacios de doble altura que pueden ser observados y con los cuales se puede interactuar desde distintos puntos del recorrido.
El ingreso, por el extremo derecho del jardín, comunica el frente del terreno con una puerta pivotante desde la cual se puede entrar a la sala principal o, en circunstancias más íntimas, rodearla para llega a la habitación de invitados, las escaleras hacia el segundo piso, el área de servicio y la cocina, cuyos accesos dan directamente al comedor, a la terraza y a la zona de parrilla.

La vivienda goza de un estilo que combina una volumetría imponente de techos altos con elementos rústicos y llenos de textura, tanto en aspectos estructurales como en detalles de interiorismo.
En el segundo nivel, la circulación ocurre de forma idéntica para llegar a dos dormitorios secundarios que miran hacia la parte posterior y otros dos que dan hacia el jardín. El último, reservado para los dueños de la casa, conecta con un terraza elevada que funciona como balcón y que permite vincularse con la sala-comedor, con la terraza del primer nivel y con el exterior.
El estilo de la casa se define por la elección de sus materiales. La volumetría principal luce un tarrajeo blanco, mientras que las placas estructurales del espacio central y algunos otros elementos, como los balcones interiores que miran hacia la doble altura, han sido trabajados en concreto caravista. Aquel diálogo entre la limpieza de uno y la textura natural del otro conforma la base sobre la cual ha sido construida una elegante oscilación entre acabados depurados y elementos rústicos, evocativos de otra época. El interiorismo fue completado por la propietaria, quien tenía muy definido el aspecto que debía proyectar su hogar.

El aspecto final de la casa es resultado del trabajo en acabados de Riofrío con la elección de mobiliario y decoración hecha por la propietaria, cuya visión estaba muy clara desde el principio del proyecto.
Al construir en una parte del balneario que todavía no posee contexto específico – pues son muy pocas las casas levantadas hasta el momento–, la labor de Riofrío se concentró en materializar una arquitectura contemporánea que fuera fácilmente legible. Su diseño, de imponente fuerza, permite además que los elementos estructurales se articulen con la sutileza de la composición de la fachada y con los detalles de los acabados interiores: una simbiosis que de seguro definirá el desarrolló inmobiliario por venir en aquella flamante zona costera.
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