Seis mujeres trazan un camino propio en la escena gastronómica peruana. Entre cocinas, cámaras y cafeterías, combinan talento, instinto y maternidad sin renunciar a nada.

Por: Luis Martín Alzamora*

Pía León

Construyó una carrera sólida, basada en el trabajo y dedicación. Después de algunos años como jefa de cocina en Central, decidió abrir Kjolle, su proyecto más personal, donde la biodiversidad peruana es el corazón y la creatividad, el impulso. Su cocina no responde a una sola geografía ni a una estructura rígida: explora productos de todo el país en platos vivos, coloridos y llenos de intención. En 2021, fue reconocida como Mejor Chef Mujer del Mundo por The World’s 50 Best Restaurants, confirmando que la chef tiene una voz propia, potente y que evoluciona con el tiempo.

Pía León Mauka

La chef peruana Pía León es creadora de Kjolle y nombrada la Mejor Chef Mujer del Mundo en 2021.

Pero más allá de los premios y los proyectos, Pía también lidera un rol menos visible y quizá aún más desafiante: el de madre. Junto a Virgilio Martínez, su esposo, cría a Cristóbal, su hijo pequeño, en medio del ritmo frenético que implica dirigir la cocina de uno de los restaurantes más reconocidos del mundo. Pía ha encontrado en la maternidad una fuente de balance y de nuevas formas de mirar la vida y la cocina. En un mundo donde la exigencia suele dejar poco espacio para lo personal, ella reivindica con naturalidad que se puede ser cocinera de altísimo nivel y madre presente a la vez.

Francesca Ferreyros

Después de pausar temporalmente Baan, su laboratorio de sabores asiáticos y peruanos que la puso en el radar desde que llegó de Tailandia, hoy apuesta por algo más personal, más libre: Frina, su nuevo restaurante en San Isidro. Aquí, Francesca no se amarra a una sola cocina ni a una sola geografía. Su propuesta es una extensión de su recorrido, su instinto y su curiosidad por los ingredientes locales, con platos que mezclan técnica, sazón y una dosis grande de intuición.

Francesca es fundadora de Baan, Frina, Lunática y Entremigas.

Además de Frina, la chef también lidera Lunática, una terraza en la azotea de San Isidro donde el bar es el protagonista y la comida acompaña con libertad y frescura. El lugar tiene su sello: música que no suena en otros lados, platos para compartir, cócteles creativos y una atmósfera relajada, lejos del protocolo. Como si fuera poco, también está detrás de Entremigas, un café-panadería donde los panes, fermentos y dulces se trabajan con la misma obsesión por el producto que caracteriza su cocina. Todo esto mientras se prepara para una nueva aventura personal: está próxima a convertirse en mamá de Josefina, su primera hija junto al conocido y también cocinero peruano Jorge Muñoz.

Francesca no sigue caminos marcados. Después de pasar por grandes cocinas como Gaggan y El Celler de Can Roca, su manera de entender la gastronomía es la de una exploradora: ingredientes locales, técnicas globales, sabores intensos y propuestas diferentes, fieles a lo que ella quiere contar. Con Frina, Lunática, Entremigas y una nueva etapa como madre, nos confirma su capacidad de reinventarse.

Jimena Agois

Es una de las grandes narradoras visuales de la gastronomía peruana en los últimos veinte años. Su ojo ha estado detrás de campañas, libros, portadas y proyectos que han marcado época. Pero todo empezó de manera más íntima, más doméstica. Después del nacimiento de su hija Cayetana, y con un libro de cocina heredado de su abuela entre manos, se metió a la cocina y desde ahí empezó a mirar la comida de otra forma: no solo como alimento, sino como una historia por contar. Así nació su blog Pizca de Sal, y con él una carrera que la llevaría a convertirse en una de las fotógrafas gastronómicas más importantes del país.

Fotógrafa peruana especializada en gastronomía, captura la esencia de la cocina peruana.

Hoy, Jimena lidera su propio estudio, Agoisfoto, desde donde trabaja con marcas, restaurantes y editoriales. Fotografió desde los platos más emblemáticos de Central hasta las páginas de The Latin American Cookbook de Phaidon. Además, dirige la sección de gastronomía del Diario Correo y es embajadora Canon desde 2018. Pero más allá de todo eso, sigue siendo madre a tiempo completo de Cayetana y Sebastián, y ha sabido construir una carrera que no le exige elegir entre lo profesional y lo personal. Al contrario, los ha hecho convivir.

Jimena no solo captura la belleza de un plato, sino todo lo que hay detrás: la técnica, la emoción, la memoria. Lo hace con la misma sensibilidad con la que mira a sus hijos, con esa mezcla de precisión y ternura que también se ve en su trabajo. En un mundo donde el ritmo de producción suele ir a mil por hora, ella se toma el tiempo de componer, de conectar, de contar. Y en ese tiempo —que también es el de la crianza— encuentra su lugar.

Karissa Becerra

Karissa Becerra no cocina en un restaurante. Cocina ideas, preguntas, herramientas. Lo suyo no es la mesa servida, sino el momento previo: ese en el que un niño aprende de dónde viene lo que come, ese en el que una madre cuestiona qué le está dando de almorzar a su hijo, ese en el que se entiende que comer también es un acto político. Karissa es cocinera, sí, pero también es antropóloga, filósofa, comunicadora y educadora. Su proyecto La Revolución no busca formar chefs, sino ciudadanos críticos a través de la alimentación. Porque, como ella misma repite, no se trata de comer bien: se trata de saber por qué comemos como lo hacemos.

Antropóloga y educadora, lidera La Revolución, un proyecto de educación alimentaria crítica.

Desde hace años trabaja en construir otra relación entre la infancia y la comida, una que no esté mediada por el consumo automático ni por el adultocentrismo. Y es desde su experiencia como madre —una madre que piensa, que cuestiona, que acompaña— que ha desarrollado gran parte de su propuesta. Su hijo Mayu, que con solo 11 años con un talento único ya domina la guitarra, el bajo y la percusión ¡y va por más! Cuando no están en lima, se toman las vacaciones para ver giras o viajar juntos al algún festival musical.

En entrevistas, Karissa habló de cómo a las mujeres se nos enseña desde niñas a cocinar para otros, a cuidar, a nutrir sin preguntarnos primero por nosotras mismas. Ella propone otra cosa: una educación alimentaria desde la conciencia, la ternura y el pensamiento crítico.

Karissa entiende la cocina como un espacio de poder, pero también de afecto. No desde la lógica de la productividad, sino desde la del vínculo. Lo que propone no es una pedagogía alimentaria desde el miedo o la culpa, sino desde el deseo de entender mejor el mundo a través de lo que comemos. Y eso —cuando se tiene hijos— se vuelve urgente. Porque la crianza también es eso: decidir qué les damos de comer, sí, pero sobre todo qué les enseñamos a pensar. En su casa, como en sus talleres, la revolución empieza con una buena pregunta y una mesa compartida.

Chiara Nicolini

Ella entiende el café como pocos, como ritual, como cultura, como puente. Durante años formó parte del movimiento de café de especialidad en España, donde fue pionera, campeona nacional de baristas y educadora incansable. Pero fue en Lima, ya con dos hijas pequeñas y muchas certezas sobre lo que no quería, que empezó a construir algo propio. Hoy lidera Punto Café, una pequeña cafetería de especialidad que prioriza el grano, sí, pero también la experiencia, la calma, la conversación.

Con una carrera internacional, Chiara es barista, fundadora de Punto Café y madre de dos hijas.

Desde su apertura, Punto Café se ha convertido en un referente. No solo por el café —siempre bien trabajado, siempre preciso— sino por lo que representa: un espacio donde se respira cuidado, coherencia, dedicación. Chiara lo ha levantado sin necesidad de aspavientos, con la misma paciencia que se necesita para extraer un espresso perfecto o para criar hijas con valores claros. En su casa, como en su barra, hay disciplina, escucha y afecto. Sus hijas de 4 y 6 años crecen entre tostadoras, aromas, y aprenden —sin discursos— que trabajar con amor también es una forma de criar.

Chiara lidera desde la práctica. No busca protagonismo, pero su trabajo ya inspira a muchas mujeres que no quieren renunciar a su vida familiar por hacer carrera. Ella demuestra que se puede ser referente sin gritar atención, que se puede ser madre y profesional sin culpas ni renuncias impuestas. Su historia es una de esas que no hacen ruido, pero marcan en lo que hacen.

Flor Rey

No solo dirige la cava de uno de los mejores restaurantes del continente, también lidera una familia construida con la misma pasión y entrega que pone en cada copa. Desde hace más de una década, es la head sommelier de Maido, el restaurante nikkei de Mitsuharu Tsumura en Lima. Allí ha desarrollado un programa de bebidas que armoniza vinos, sakes y opciones sin alcohol con la cocina de Micha, llevando la experiencia gastronómica a otro nivel. Su trabajo fue reconocido con premios como Mejor Sommelier del Perú en 2022 y Mejor Sommelière de América Latina en 2023 por Latin America’s 50 Best Restaurants.

Sommelier argentina, cabeza de la cava de Maido y reconocida como Mejor Sommelier de América Latina, Flor equilibra su vida con la crianza de su hijo.

Pero su historia no se cuenta solo en etiquetas y maridajes. Flor, argentina de Lobos, llegó a Lima en 2011 con la idea de una estadía breve, y terminó echando raíces profundas. Junto a su esposo, Juan Janampa, jefe de sala también en Maido, construyó una vida que mezcla servicio, hospitalidad y crianza. Su hijo, Juan Ignacio, de 9 años, crece entre copas, libros y conversaciones sobre sabores y aromas. En 2018, la familia entera viajó a Girona para que Flor y Juan hicieran una pasantía en El Celler de Can Roca, un sueño que parecía imposible tras el nacimiento de su hijo, pero que lograron cumplir juntos.

Florencia es rigurosa, apasionada y profundamente generosa. En el restaurante de Micha, lidera con el ejemplo, formando equipos que entienden que el vino no es solo bebida, sino relato, emoción y memoria. En casa, aplica la misma filosofía: criar con conciencia, con presencia, con amor. Su historia es la de una mujer que no separa lo profesional de lo personal, porque sabe que ambas dimensiones se nutren mutuamente.

(*) Blogger de Papea Perú  y columnista de gastronomía en COSAS.

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